viernes, 14 de junio de 2013

Siria entre dos bloques


La guerra civil siria, enfrenta a las grandes potencias, las occidentales y las emergentes, a través de países interpuestos. En esa tensión geopolítica, hay distintos planos y ejes de fuerza: estratégicos, religiosos y sobre todo económicos.

Aparecen en primer plano, las luchas tribales entre vecinos y entre sectas religiosas que hacen opaca  una guerra fría por el control, en Asia Central, del gas, la energía limpia del siglo XXI,. Así lo manifestó en Damasco, el prof. Imad Shueibi. Aunque la fuente es siria y pro-rusa, la información que difunde es muy sugerente.
  En la cuenca mediterránea, Líbano y Siria, no sólo tienen reservas de gas sino que son el paso obligado de los gasoductos hacia Occidente.
Occidente ha optado por el islamismo llamado moderado, de preferencia suní que tiene contenciosos seculares con los chiíes que son mayoría en Irán pero minoría en el resto de países musulmanes. La secta alauita del presidente Asad, es minoritaria en Siria pero hegemónica y cercana a los chiitas, incluso desde el punto de vista religioso..
El conflicto es una erupción focalizada de un enfrentamiento secular  entre los sunitas de Arabia Saudí y los chiíes de Irán. Visto desde otra perspectiva, Siria es un estado tapón que equilibraba bastante las tensiones de la zona, que, dicho sea de paso, es económicamente un área, muy deprimida. La renta per cápita de Siria es similar a la de Jordania y el Líbano, unos 4.000 dólares que no pueden compararse con los 31.000 de Israel o los 30.000 de España.  La potencia económica de los países que rodean a Israel es muy inferior, raya en los límites de la pobreza. Irán, en contra de lo que parece por su aparición en los medios, no va más allá: 5.000 dólares per cápita. Le sigue Egipto con 4.000.

Los Estados Unidos que tienen en Marruecos, el modelo de estabilidad que conviene a sus intereses, trata de exportarlo al mundo árabe, porque piensa que el islamismo moderado no desencadenará una guerra contra Israel. Si Jerusalén, desgraciadamente, estaría dispuesto desde ya, a bombardear las instalaciones nucleares iraníes, los Estados Unidos, mediante una estrategia a medio plazo, intenta evitarlo, aislando a Irán que tiene en  Siria un apoyo estratégico importante.
Detrás hay petróleo pero, no tanto el petróleo de Irán, del que también depende Siria, sino el control estratégico de las reservas inmensas que hay en Asia Central, en los países que fueron de la Unión Soviética y que hoy, tienen regímenes islámicos de todas las gamas. Ese petróleo potencial es atractivo o más bien, una necesidad imperiosa para   Occidente. El tándem Rusia /Irán/Siria, representa una barrera a la influencia norteamericana, alejándoles del control de  Uzbekistán, Kazajistán, etc.
Turquía, también hoy, en el marco del islamismo moderado, tiene problemas con los kurdos, los sirios y los iraníes y tradicionalmente con Rusia. Esto le permite ocupar un lugar estratégico substancial para los Estados Unidos.  

Podemos comprender, por tanto, que una nueva situación protagonizada por el islamismo moderado y tutelada por Estados Unidos es la expectativa previsible para Oriente Medio. Eso, si los israelitas, sintiéndose amenazados, no se adelantan en otra guerra relámpago de tipo aéreo,  para la que no les falta ganas ni medios.

La visita del presidente egipcio, Mursi a Teherán, es un cable del islamismo moderado y suní a los ayatolah. El régimen egipcio se desplaza también hacia la moderación islámica, expresada en la tensión entre los Hermanos musulmanes y los salafistas, por un lado y el Ejercito, por otro. Los militares parecen perder posiciones en una situación semejante y paralela a la de Turquía.

El islamismo moderado cuando goza de poder sólido garantiza un cierto orden, según lo que suele entender por orden en la sharía. Nada que tenga que ver con lo  que los occidentales entendemos por Derechos humanos, democracia, etc.
El nuevo giro, que empezó con la primavera árabe, aleja a estos países cada vez más de Occidente, paradójicamente. No cabe esperar que Turquía entre en el Unión Europea, cosa que no parece importar a Washington.
Israel con su ejército en activo (sin contar la reserva) de 250.000 hombres, tiene, a la juventud unos años en la Administración, ahorrando muchos gastos al presupuesto del Estado. Este sistema tiene tres consecuencias positivas: Pueden alardear de un ejército de ciudadanos no de mercenarios, tienen menos cifras de paro y forman prácticamente a sus jóvenes en las profesiones de la vida real, antes de licenciarse.

 El problema que nos crea el Estado de Israel, es doble. Por un lado, es un escándalo, en el corazón de Oriente Medio, por otro, es un experimento en vivo, de cómo nacieron las naciones en cualquier época. Sencillamente, con fuerza vital.
¿Cómo el islamismo puede promocionar a su gente para alcanzar un nivel de desarrollo por lo menos aceptable? Argelinos y egipcios lo intentaron pero quedaron desbordados por la marea islámica. El fondo de la cuestión no es que sean pobres, sino que no dejarán de serlo porque su estructura social y cultural, no permite otra cosa.
Es alarmante que países con ochenta millones de habitantes cada uno, Egipto e Irán, no tengan muchas probabilidades de frenar al David de Israel, con sólo diez millones. La carencia árabe no es económica, sino sociocultural por decirlo suavemente.

En este sentido, tal vez, el posibilismo que representa el islamismo moderado, permita un orden social y una paz que les facilite levantar cabeza.

Articulo disponible en www.universita.es