martes, 29 de julio de 2014

En la piel del rinoceronte

 Artículo publicado en el periódico Ideal de Granada, 29 de julio de 2014

El sustrato animal de todo individuo humano, explica en gran medida, de dónde proceden la maldad, las guerras y los conflictos violentos interpersonales o interreligiosos. No es que seamos animales sino que gran cantidad de humanos prefieren serlo antes que admitir que el rival o competidor, es mejor que él.   

Espinoso asunto porque el deseo de conservar el propio territorio y ampliarlo sin límite, es consecuencia de la prevalencia del instinto de conservación sobre el de sociabilidad. Ambos constituyen, según los antropólogos, el motor de la especie humana. Satisfacer el instinto mediante razón,  nos ha permitido sobrevivir.

La necesidad de asociarse también puede ser entendida como una estrategia, para alimentar la propia conservación. Esta sería la base biológica del pacto social. Me conservo mejor si me asocio, si cedo algo para salvar lo que para mí es más importante, mi propia vida.

La visión que Nietzsche expone del Cristianismo, está marcada fuertemente por este tipo de biologismo. Para él, el Cristianismo fomenta la debilidad, la decadencia y el servilismo.  También Sócrates es acusado por Nietzsche de ser enemigo de la voluntad de vivir y predicador de la represión moral de la que Freud, trató largamente.  No aprecia el poder de la voluntad al servicio del deber, frente al dominio, que está al servicio del poder. No es razonable denunciar como débil al fuerte y alabar al fuerte que en realidad, es incapaz de dominarse.     

Jesucristo, ya son palabras mayores, porque riza el rizo del sufrimiento voluntario, de lo que Nietzsche llama odio a la vida. En este caso, ya no juega tanto el deber como el amor a una vida, más vital y mejor que la presente.

Los rinocerontes y los gallos de pelea, no dejan de destrozar al rival hasta que uno de los dos se viene abajo. No entiende que el otro, es cómo él y que, devorándole, se devoran a sí mismos porque daña a su propia especie, en uno de sus individuos. Qué gran epopeya la del rinoceronte con un blindaje coráceo y una musculatura impresionante.  No entiende, Se quedaría él solo; la especie, se extinguiría.  

Sorprende, lo que le debe la especie humana a Jesucristo, que hace del perdón a los enemigos, su razón última. De la paz y el perdón sólo cabe esperar el desarrollo y la cultura. De la voluntad de poder, ya sea, individual o colectiva, procede el Holocausto, los campos de concentración, la policía política. Todo ello adornado de grandes arcos triunfales, discursos heroicos. Son ángeles exterminadores a los que sólo se les debe misericordia.

Es difícil aprender de esas experiencias históricas porque quienes debemos aprender seguimos siendo, lo que eran aquellos; preferimos ese gusto salvaje por satisfacer el instinto en todas sus formas, antes que promover al otro, intentando que sea mejor que nosotros.
En el sustrato del crimen, especialmente de los más monstruosos, se oculta el instinto de conservación, revestido de dignidad, amor propio, autoafirmación, etc.

De igual modo, la noble palabra “derecho”, es capaz de cubrir con su velo, cualquier crimen. Reclamo el derecho de mi vida frente a la de mi hijo porque me incomoda, ejerzo el derecho del fuerte contra el débil. Da igual que tenga siete semanas o doce años. En esta cuestión, el derecho a decidir, oculta la voluntad de poder. Tras “mi derecho”, el crimen se alza como un derecho y el auténtico derecho como un  crimen.

¿Qué razones científicas podemos aducir en favor de la paz y el perdón? Una muy simple: el estudio del cerebro enseña que el ser humano está hecho para ser libre. Es un organismo, el humano, que sobrevive racionalizando su conducta en dos niveles, el personal y el social.

Los españoles solemos creer y decir que la libertad es “hacer lo que nos da la gana”, forma castiza que vale por toda una antropología. La “gana” es genética y sin ganas ni se come ni se procrea pero todo, según medida. La desmesura de la gana llena las tumbas de víctimas.

La razón viene a ser, la economía de las ganas: Establece orden, medida y en consecuencia, paz. No es retórica barata sino neurobiología. Los estímulos llegan de fuera por las terminales sensoriales. Los genes desde cada célula, entienden esas señales, pues, el interior y el medio, interactúan. La especie humana no ha sobrevivido frente a las demás, más poderosas que ella, por la gana. Ha sobrevivido filtrando los estímulos. Las áreas asociativas perineurales, crean esa tierra de nadie, para poder pensar. Así somos libres para decidir lo que hacemos con los genes y con los estímulos.

El homínido superior cuando “se deja” llevar de la gana o se abalanza sobre los estímulos agradables, se comporta como un niño ante un mar de nata. El hombre sin medida es peor que un animal cuyo instinto nace ya medido. Decidir desde el lado animal, es una opción simple motivada por las “ganas”. No atendemos a nuestro cerebro. El rinoceronte embiste, en cambio los hombres estamos hechos para ser felices, materializando los ideales en favor de los demás. Preferimos embestir

Un sucedido real: Hace unos días un grupo de jóvenes del patín, estaban situados en medio de una calle empinada y con mucho tráfico. Una furgoneta a gran velocidad, los rozó. Quedaron secos, como en “shock”. Al instante, uno de ellos, soltó este maravilloso aforismo: “¡A disfrutar, chicos, que no hay un mañana!”.

Amnesia de la conciencia del tiempo. Falta entrenamiento.

domingo, 6 de julio de 2014

La relativa indiferencia de las formas institucionales

Artículo publicado en el periódico Ideal de Granada, 1 de julio de 2014

En la discusión candente sobre la forma monárquica en España, tenemos una de las constantes que definen  el flujo de nuestra historia. Desde las Cortes de Cádiz, venimos discutiendo o imponiendo, formas monárquicas y dictaduras. Parece que no nos quedamos tranquilos con ninguna. La razón de fondo es que en España el motín de Esquilache, trazó una línea entre la tradición y el progreso que permanece más o menos desdibujada. Aquí como en otros lugares de Europa, el progreso, o algo llamado así, se abre paso de mano de los partidos considerados liberal-conservadores. Es el caso de Alemania cuya primera legislación social la consiguió el Canciller Bismarck y en España, el Instituto Nacional de Previsión, viene de la mano de Largo Caballero con el permiso de Primo de Rivera. La Historia es la que es y no se puede elegir como tampoco podemos elegir padres ni código genético.

¿Por qué se da ese fenómeno? Porque las izquierdas, especialmente en el área latina, tienen una fe casi religiosa en sus ideales y  la conciencia de tener toda la razón de su parte, toda la verdad, consideran que las derechas, son irracionales, egoístas y retrógradas. Esa convicción lleva a negar al adversario, el pan y el agua. El Congreso de Suresnes representó un punto de inflexión que aproximó al socialismo español desde la mentalidad revolucionaria a la propia de la socialdemocracia europea. Felipe González, hombre inteligente y de gran sentido común, fue el gestor del giro, quedando para independentistas, comunistas y anarquistas, el banderín de la izquierda radical. Así se entró en la NATO, así fuimos aceptados en Europa. Desde muy atrás en Estados Unidos y Europa, desde el 68, la izquierda radical tiene su Vaticano II, en los Foros de Pekin, Río y en movimientos de masa, más bien violentos, en Seattle y Barcelona. No nos olvidemos. El giro consistió en asimilar el ecologismo, la ideología de género, el espíritu asambleario, la paridad, etc. Con este Magisterio, vinieron los freekys y pare de contar.

 Fuente: Estandarte de Juan Carlos I  España 
En este panorama coloreado por una crisis financiera mundial, el Rey Juan Carlos abdica, desplazando de los titulares a Pablo Iglesias, al derecho a decidir y a la crisis del PSOE. Esto se adereza con una música de fondo que es la lenta pero progresiva, mejora de la economía que es lo que parece nos interesa a todos. El órdago del Rey ha dejado descolocados a todos y ha sido en mi opinión, el último (o penúltimo) servicio de Juan Carlos a éste país. No importa que, en realidad, “ya le tocase”, por edad, salud y por la difusión de sus líos y de los de su entorno. El hecho es que el momento elegido y la rapidez con que se desarrolla el proceso sucesorio, están medidos y bien medidos. Rubalcaba, más heredero de Felipe que de Zapatero, ha tenido el cuajo de mantener el pacto constitucional, dejando atrás, los cordones sanitarios, los tocados palestinos y las “maldades” propias de su índole. 

Lo que no tiene sentido es empezar un debate ideológico sobre la Monarquía. Ese debate se prolongaría indefinidamente y quedaría en tablas, superado por el vertiginoso paso de los hechos. La política de alto o bajo nivel, trabaja con la realidad social y vive de ella. Las ideas que se manejan, si no fueran ideologías (propias de religiones laicas) debieran estar en la línea de “otro mundo es factible” y no de “otro mundo es posible”. Porque como dicen los físicos, de los infinitos mundos, matemáticamente posibles, alguien eligió éste en que vivimos. No es mejor ni peor que los otros, pero tiene a su favor que es el que hay, el real. Como si aquí, no hubiera pasado nada,  desde 1914 a nuestro 2014, algunos pocos quisieran borrar la Historia y fabricar un mundo ideal, que como los dulces, nos gustaría a todos.

Es asombroso como los problemas históricos de España son casi los mismos de hace dos mil años: vascones y carolingios, los islamistas y el Turco,  Monarquía o República, “comecuras” y “meapilas”, el patio de Monipodio, los tempranillos y las corridas de toros. Hay dos nuevas realidades que son los factores más determinantes del porvenir: La existencia de la Unión Europea y el futbol, cuya función político-ideológica la inventó Franco.

En el mosaico de los grandes y pequeños estados europeos, no se mueve una pieza sin que Bruselas y la Sra. Merkel, lo autoricen. Dicen que Europa no se compromete. No lo hace cuando sabe que pierde, pero, de hecho, está rodeando a Rusia de tropas y escudos antimisiles. Obama ya no está de guardaespaldas de la economía de mercado sino que se ha puesto delante, apoyando a Ucrania, incondicionalmente. Su posición está ya en la delantera.

La Unión Europea se amplía por el Este y tras la reordenación de territorios después de la caída del bloque soviético, sólo se precisa de estabilidad dentro de los límites de la U.E. y de apertura a nuevos mercados y fuentes de energía. Nos queda a los españoles, poco margen de maniobra. La pregunta clave que deberíamos hacernos es: “En el actual momento de la vida de la gente corriente, en el contexto de la difícil salida de la crisis ¿A quién le interesa un cambio radical que ponga el país "patas arriba”? Como en 1975, en 1981, ahora en 2014, la Corona sigue siendo determinante.