miércoles, 23 de diciembre de 2015

Los sueños del Pescador

Artículo publicado en el periódico Ideal, el 20 de diciembre de 2015

Hay sueños y sueños. Los unos son materiales y desempeñan un papel importante en la neurofisiología del cerebro. Los otros son espirituales y  han tenido gran importancia en la historia, la ciencia o el  arte. Sin soñar, nadie se escapa.
Se puede ver un video en donde el Papa Francisco, dirigiéndose a los jóvenes, con esa voz susurrante e íntima que le personaliza, les insiste en que no dejen de soñar, es bueno soñar, es imprescindible.
Sigmund Freud, fundador del Psicoanálisis hizo de los sueños su materia de trabajo y construyó sobre ellos una especie de metafísica antropológica del Ego. No son éstos los sueños de los que habla Papa Francisco.
Los mejores sueños son los que se nos dan despiertos y que tienen un privilegio respecto a los que tenemos cuando dormimos.
Podemos soñar en volar o en representar un personaje de Shakespeare. Estos sueños de los dormidos nunca se realizarán por dos razones: no son racionales y además no están sujetos a nuestra voluntad.
El sueño de los despiertos es a los que se refiere el Papa y tienen la ventaja que no son películas de imágenes como ocurre en los sueños de los dormidos sino que tienen argumento, coherencia y nuestra voluntad puede rechazarlos o intentar realizarlos.
Hay una expresión catalana “somniar truitas” que expresa bien lo que son los sueños de los despiertos. La frase puede significar “soñar truchas” con un significado similar al castellano “vender la piel del oso antes de cazarlo”.  En el habla de Cataluña, “sominar truitas” es  propio de “poetas”.  Ser un “poeta” no tiene, aquí nada que ver con “hacer versos” sino con “no tocar con los pies en el suelo”. Este tipo de poetas, tienen poco recorrido en aquellas tierras.

Los jóvenes deben soñar pero es necesario explicar de qué va su sueño.  
El rasgo más importante es que la base de la ensoñación como la del enamoramiento se funda en la inexistencia de la cosa misma. Precisando más, para soñar como es debido es imprescindible, no poseer lo que se sueña y no tener ni idea de cómo conseguirlo.
 La imaginación del despierto despega suavemente desde la realidad física que es tremendamente conservadora y se lanza a imaginar lo imposible. En general, este modo de soñar no se encuentra en la madurez porque el adulto no tiene tiempo y si es muy adulto le cansa el vivir.
Le cansa porque ha perdido la capacidad de soñar.
El sueño sin duda es la antesala de la fe, porque no hay soñador más grande que aquel que espera la resurrección y la vida eterna.
El Papa Francisco es un soñador nato y a la vez, actúa conforme a sus ensoñaciones de la manera más diligente y eficiente. Si alguien le escribe sobre su problema, puede esperar rápida respuesta o si se descuida, se puede encontrar con Francisco llamando a su puerta. No se descarta porque la ubicuidad ha sido una sorprendente capacidad de algunos santos.
La esencia del soñar en proponer una misión necesaria y a la vez que parezca imposible. Un sueño fácilmente hacedero es un sueño de tres al cuarto, de poco pelo. Los sueños deben ser imposibles y el realizarlos muestra la envergadura del héroe.
La ventaja –teórica- que tiene la juventud es que aparece en entregas sucesivas. Cada generación tiene sus jóvenes y por lo menos al nacer, están limpios, nuevos.
El problema no son los jóvenes. Tampoco los estudiantes, sino los profesores. Tampoco los ciudadanos sino los gobernantes.
Son los soñadores, el mayor capital que posee la humanidad. Se atreven a todo, suben y bajan, vencen y fracasan y siguen soñando porque el horizonte, el cielo, no tiene precio y pertenece de suyo a los que sueñan.
Soñar despiertos se despega de las necesidades presentes, del pan, del agua y del puesto de trabajo. El que sólo piensa en el hipotético puesto de trabajo, da por cierto que está dispuesto al mayor servilismo para obtenerlo.
La llave del futuro la da el sueño porque lo que sueña es indeterminado, inexistente. Lo único doloroso de la situación es que el sueño propone una tarea, un esfuerzo, un trabajo indefinido y no precario. El soñador no se cansa de soñar y como el futuro siempre viene nuevo, se nos ofrece como una virgen de gran pureza.
En el mundo que sobrepasa los siete mil millones de seres humanos, hay pocos soñadores pero suficientes. No sopesamos los cientos de miles de personas que olvidándose de su comodidad personal dan su vida por los demás Hacen cosas imposibles, cosas que repugnan a cualquiera: cuidar leprosos, edificar clínicas en medio de la selva, llevar agua al desierto y por encima de esos sueños, dar alegría a los desesperados.

Papa Francisco tiene una experiencia profunda de la naturaleza humana: los hombres parecen malos pero si los comprendes y empatizas con ellos, pueden volver a la vida. 
Sin sueños, no hay historia, ni transformación social, ningún arte, ni atender al público con amabilidad, ni hacer una soldadura bien hecha ni aguantar la pesadez del entorno al que hay que volver ligero.
El sueño es el continente del futuro, las Indias para el caso. Creer en los sueños, promete una paz serena en un mundo, el nuestro, donde los crímenes de lesa humanidad, son de ordinaria administración.
“Soñad y os quedareis cortos”

lunes, 14 de diciembre de 2015

¡Es la guerra!

Artículo publicado en el periódico Ideal de Granada, el 9 de diciembre de 2015

La guerra no es plato de gusto para nadie. Incluso, para los profesionales de las armas. Existe una ínfima minoría de ciudadanos que la acción directa “les sale del cuerpo”. Desde su personal modelo de la justicia están convencidos que ellos y los que piensa como ellos, lo arreglarán todo al instante. Los “malos”, son  las Instituciones,  las estructuras y el sistema, malos por naturaleza, quienes estropean las cosas y crean una coraza impenetrable donde se estrella el buen ciudadano. Así pensaban Rousseau y los socialistas utópicos hace la friolera de más de dos siglos. Esa coraza además, sirve también para cobrar un sobre-impuesto  derivado de la corrupción.
Los jóvenes universitarios sienten un atractivo romántico por ese idealismo materialista. Es idealismo porque siempre es utopía, es materialismo, porque proclaman la igualdad entre todos los hombres, especialmente la económica, pero con el nivel de bienestar más alto posible.
Las cosas empiezan a aclararse en cuanto los antisistema entran a gobernar parcelas de poder y a recibir puntualmente, la nómina de la respectiva Administración.
En una sociedad tan erotizada como la nuestra, especialmente la española, el cambio de rostros, la variante de estilos, gusta a muchos. La agresividad verbal, la agilidad imaginativa, dan la impresión de que los jóvenes pueden arreglarlo todo.

Heráclito, el oscuro decía despectivamente: “De un niño es el reino”.
La sociedad occidental sufre una debilidad psicológica de amplio espectro. Es una debilidad que ha nacido en un contexto de bienestar, de seguridad, de comodidad, potenciados por la tecnología, tanto de trabajo como de juego. El ordenador, el móvil y los videojuegos son el otro yo.
La permisividad de los padres, la creencia errónea de que entrenar las fuerzas del espíritu, es una represión antinatural, tiene que ver con esta situación. Además, carece de sentido porque, según  ellos,  no existe espíritu.  
Es asombroso con qué facilidad se dicen las cosas sin pensar. Sólo un ejemplo: No a las centrales nucleares, no al carbón, sí a las energías renovables…
En una época de crisis mundial que afecta a todos los países ese programa de buenos deseos, quiere ignorar que la energía nuclear es la más barata y la más limpia. Las energías renovables son ya, ahora mismo, las que encarecen la factura de la luz. Para rebajar este concepto se propugna suprimir la iluminación navideña o la propia Navidad ante el disgusto general.
De pronto nos viene una guerra. No tenemos, todavía,  los antisistema en el Gobierno. A dos semanas de las elecciones.  La utopía hace “crack”. A muchos les asusta la sangre, les produce nauseas, la violencia física (la verbal, no tanto). Todos están de acuerdo en hacer el amor (sin compromisos) y la guerra no es más que metafísica al servicio de las multinacionales.
Llega Tsipras en Grecia, y se encara con los magnates, revuelve el universo mundo. A la hora de las cuentas actúa como un patriota. Vengan los rescates, con el consenso de la gran mayoría.
Tener poder en una situación permanente de amenaza terrorista, hace sentar la cabeza a los que van de héroes, mientras los hombres de traje gris, los “pringaos” la sentaron hace bastante tiempo.
En nuestro caso la guerra viene a nosotros, no la hemos provocado. Una guerra no declarada, que tuvo su Pearl Harbour en el 11 S en Nueva York y en el 11 M en Atocha.
Habrá que defenderse, digo yo, habrá que incrementar el presupuesto militar, comprar armas y drones, trajes especiales y mascarillas para la amenaza química, control de la población, de los medios de comunicación y muchas cosas más en las que ya se empieza a pensar.
¿Se puede revertir el proceso?
En la actualidad los responsables de los países de Occidente e incluso Rusia, piensan acabar con el terrorismo islamista a fuerza de cañones. Las armas no se llevan bien con las letras de las Escrituras. Se pueden neutralizar los focos más agresivos pero las Escrituras siguen ahí, dispuestas a generar otros seísmos en el futuro.

A medio-largo plazo, la solución a la decadencia de Occidente está en la educación. Los vascos y catalanes nos han demostrado que en un par de generaciones se puede cambiar la cabeza de la gente.
Nuestra enfermedad es el miedo al sufrimiento, a la empresa, a la profesionalidad, al matrimonio, al compromiso. La gente joven ya no se apunta ni a pareja de hecho. Vamos camino del “single man”.
Una guerra de hombres solitarios no se gana ni se pierde, ni se empieza. Una guerra sin familias, sin padres ni hijos, es una guerra sin patria.
Europa defiende sus “valores”, especialmente la libertad, pero no practica las virtudes.
Tener valores queda muy bien, viste mucho y no cuesta nada. Hay que comprender que para ser libre hay que liberarse primero de nuestro egoísmo. Eso exige renuncia, fortaleza para que los jóvenes empiecen a ser libres afrontando el hacer familia.
Es preciso, entrenarse en la virtud: la justicia, la fortaleza, la templanza y por supuesto, la prudencia que las rige a todas.
 ¿Cómo se hace? Primero creyendo en ellas, segundo entrenándose, repitiendo los actos de la virtud respectiva.
¿Cuál es el lugar idóneo?: la Familia siempre, la Escuela luego.

El terror sólo dobla a los amantes de imponer en la tierra el descanso eterno.  

viernes, 20 de noviembre de 2015

La pregunta por la verdad

Artículo publicado por el artículo Ideal el 19 de noviembre de 2015

El lenguaje que manejamos a diario y cualquier otro, tiene una estructura interior más profunda que la estructura lingüística, visible y aparente.
Todo mensaje transporta una intención y toda intención mide al Mundo.
Algunos consideran el lenguaje como una herramienta utilitaria de manipulación de la opinión. Decimos entonces que se habla con “mala intención o que la intención del mensaje es falsear la realidad o aun más allá, que el falsificador está construyendo un mundo artificial donde cree dominar al universo de los engañados por él. Esa pretensión es ilusoria, porque la gente no es tan tonta. El daño, no obstante, que se hace a la sociedad es inmenso, aunque, afortunadamente, pasajero. La verdad gana siempre porque nos dice lo que hay mientras la falsedad es sólo lo que parece.
Este entrar en la tarea de unir la verdad del corazón con la verdad del Cosmos, tiene un sendero relativamente fácil de entender aunque no tan fácil de seguir.
La verdad del corazón no se refiere ni al corazón de los cardiólogos cuyas palpitaciones reflejan estados del alma, ni el corazón de los poetas que creen escapar de la realidad del mundo, manejándose con fruición, en el mundo de las posibilidades meramente pensadas. Ambos modos de entender el corazón no son en absoluto despreciables porque el primero atiende a nuestra infraestructura y el segundo, despierta en nosotros la nostalgia de la permanencia en la vida plena.
El corazón de la verdad tiene que ver con el coraje en un sentido intermedio entre la noción hebrea que identifica el corazón con el ser total del hombre y el pensamiento griego que hace del coraje, el alma de los héroes.

Hay un momento fontanal en el interior del hombre que le permite entrar en contacto íntimo con la verdad. Es aquel lugar del tiempo en el que uno se encuentra sólo consigo mismo.  Siendo en el cuerpo la víscera cardiaca, el órgano más íntimo físicamente y siendo sus latidos lo más delicado, la soledad de uno consigo mismo es más íntima todavía.
Es así porque en ese interior sólo y vacío el hombre se encuentra pobre y desnudo. No lleva joyas, ni maquillaje ni le sirve para nada la tarjeta de crédito. No tiene nada, salvo a sí mismo.
Muchos, ante esta pobreza interior se asustan y se lanzan velozmente al “corteinglés”, a los grandes viajes en hoteles confortables del Tercer Mundo. Tal vez si salen a los barrios de la periferia se sienten por un momento, sumergidos en la falsedad. ¿Qué hago yo aquí? Tantos sufren y mueren injustamente, andan desnudos o están presos en sus infiernos. ¿Qué hago yo aquí: un miserable como yo en un lugar como éste?
La felicidad humana, el mayor éxito que el hombre puede alcanzar en esta vida es saber convivir consigo mismo, en ese cuarto destartalado  y sin muebles que a primera vista, da miedo.
En ese ecosistema que es nuestro interior no hay nada que pretender, nada que poseer, nada que intrigar ni manipular. No es del caso ponerse a manipular, uno a sí mismo. Sólo conmigo nada me limita, estamos disponibles para beber del manantial que no cesa de dar, gota a gota, el sabor de lo verdadero.
Sería un error creer que esa descripción responde a la de un callejón sin salida, un “cul-de-sac”.  El callejón sin salida donde nos metemos no es otra cosa que la sensación de vacío cuando volvemos de una expedición hacia la felicidad de los Wallstreet, los salvajes moteros de Putín o  los grandes cruceros a pagar en doce meses sin interés.
Si se ha puesto el corazón en esas cosas se ha engarzado el diamante del alma en el cuello de un mentiroso.
Al final se vuelve siempre porque el llamado mundo real está muy a la intemperie, no hay por donde cogerlo y si le das fe, te sepulta  en su irrespirable zulo.
En la pobreza de tu interior que se sabe, realmente pobre y sin muebles, habita la verdad. Esa experiencia interior es una verdad descomunal y por lo tanto es una unidad de medida que permite discernir el bien del mal, lo permanente, de lo fugaz.
No oirá el corazón, “la ovación sonrojarte de la muchedumbre”.  Sentirá cómo los altos directivos de la banca no le hagan ni caso. Su nombre ha sido raspado de las piedras públicas como hacían los faraones con los nombres de aquellos a  quienes depusieron. Es duro pero es verdadero.
Desde el corazón de la verdad ya se puede, cada día, salir al exterior y apreciar el valor de lo que vale y de lo que no vale.
¿Es tan fácil, entonces, “decir lo que se siente”, en vez de “sentir lo que se dice”?, Así leemos en el inmortal Quevedo.
En el corazón sin fronteras, uno tiene a la mano el poder decir lo que siente. Los que podrían torcer esa verdad no pueden entrar en ese recinto. No hay dinero, ni premios, ni reconocimiento que puedan evitar un juicio verdadero salido del corazón.
 La pregunta por la verdad no se responde desde la calle sino desde el interior. Una vez encontrada, torna a la calle o a las redes. Es una semilla, piedra  de contradicción. En ella,  tropiezan, unos para caer, otros para levantarse.


miércoles, 14 de octubre de 2015

Del eros al amor: un largo camino

Artículo publicado en el periódico Ideal de Granada, 14 de septiembre de 2015

La sociedad occidental y especialmente la española, está altamente sexualizada. No debe ser este hecho muy positivo cuando va unido a la falta de natalidad. Mucho sexo y poca natalidad, parece indicar que el sexo se usa en la medida en que no genera responsabilidad (meterse en líos).

Como este fenómeno ocurre en los países desarrollados y en las sociedades “avanzadas”, las encuestas señalarán que una gran mayoría de ciudadanos, considera normal jugar con el sexo por puro placer sin contextos institucionales represivos.

La verdad de lo que ocurre es, ahora mismo un reblandecimiento de las conductas, una enorme dificultad para renunciar o sufrir. Por supuesto que casarse, tener hijos, es un “incordio”, para la propia autonomía, el desarrollo profesional de los miembros de la pareja, etc.

Este escenario no es nuevo ni mucho menos. Basta leer las historietas de Herodoto o los novelones de Plutarco y de Petronio, para cerciorarse de que en todo tiempo, la especie humana prefiere lo fácil a lo difícil. No hay que ir muy lejos para comprobar las consecuencias de estas conductas generalizadas.

Cuando un grupo humano no quiere tener hijos, se queda más solo que la una, tiende a desaparecer y otros seres humanos que no tienen miedo al matrimonio y a los hijos, ocupa su lugar...
Todo hace referencia al sexo, implícito o explícito. El culto al sexo conduce al deseo insatisfecho, pues, el puro sexo sin amor y sin hijos, infringe los más elementales principios de las ciencias biológicas, la genética, la psicología evolutiva, la psiquiatría.  

Se leen novelas que equiparan el mensaje cristiano al “juego del amor” entendido en el sentido de sexo estricto. En los países latinos, algunos entienden por Democracia, el intercambio de parejas porque todos tenemos derecho a cualquier opción, cabe sospechar lo que va a quedar de la Escritura cuando entre uno de estos  elefantes, en la tienda de las porcelanas.

La Biblia, es el texto antiguo más estudiado por todas las disciplinas y es el testimonio más rotundo
de la historicidad de Jesús. Su interpretación especialmente en los tres últimos siglos ha progresado incesantemente tanto en el ámbito católico como en el protestante.. Hoy mismo, la arqueología nos sitúa muy bien en el escenario de los hechos, no de las elucubraciones.

Hay que respetar los contextos. No se pueden extrapolar los criterios actuales, según los cuales da igual y es tan  normal aparearse con una cigüeña o con un caballo. Biológica y económicamente hablando, no da lo mismo.

Con preservativo o sin preservativo, con píldora o sin píldora, el resultado es que la gente sustituye la familia por la empresa: no hay hijos ni nietos: es el fin de la historia. Eso sí, sólo en los países más “avanzados”.

Cogen el Evangelio y ponen en él, todo el sexo que llevan dentro. Surgen películas y enredos eróticos en los que el Colegio Apostólico se da en versión de comuna hippy.
Seamos un poco serios.

El enemigo mayor que tuvo el  Cristianismo primitivo fue el judaísmo. Este conflicto se agravó con el tiempo. Los rabinos pensaron algunas estrategias. La más frecuente, el silencio. No se habla de lo que no existió nunca y no existió porque no se habla de ello (en la sinagoga, no en el resto del ancho mundo)  

El Talmud es una recopilación de discusiones entre rabinos, en torno a la Toráh. En la versión española ocupan cuarenta volúmenes. Cuando se habla tanto afloran desde los silencios, los dicterios. Y Jesús aparece nada honrosamente, pero aparece.

En ningún caso sale el sexo. Los judíos en esto son muy estrictos. Lo “lógico” hubiera sido desvelar las aberraciones sexuales de la secta de los cristianos. Nada de eso. Se habla de impostura, de robo del cadáver, de mentira, pero no de sexo. Sólo la ignorancia contemporánea puede encontrar sexo en la palabra de Dios.

El eros platónico, tiene un sentido filosófico muy por encima del sexo, tal como entendieron los Padres de la Iglesia. Un conocido traductor de “El Banquetee”, Emilio Lledó,  que va a ser galardonado con el Premio Princesa de Asturias  me indicó, en su momento, que la temática aparentemente homosexual de algunos Diálogos, era un truco pedagógico de Platón para mantener la atención de sus alumnos adolescentes. En otra de sus obras “Las Leyes”, dejó bien claro lo que pensaba sobre el asunto.

El amor se distingue del eros como un bebé de un adulto. El primero no se busca a sí mismo y su placer, sino el bien del otro.  En términos de renuncia y sacrificio como saben hacer las madres.

Los Padres equiparaban la virginidad y la castidad con el martirio.: el testimonio de su fe en Cristo. Los paganos admiraban a los cristianos, al ver como se amaban unos a otros. Sólo un lector del siglo XXI puede interpretar este amor en clave de cuento erótico.

A Jesús y a sus discípulos, se les llamó estúpidos e imbéciles, enemigos de la raza humana, porque eran castos en vistas a conseguir la resurrección de sus cuerpos. No son acusados de violadores o proxenetas. Los textos, cantan.

La tolerancia y el respeto a las personas cualquiera que sea su orientación sexual, no quita que se remedien aquellas ignorancias.


viernes, 28 de agosto de 2015

Asalto al paraíso

“Los gases llenan los vacíos”


En Geopolítica, el principio se aplica al poder. Cuando en un territorio hay “vacío” de poder, no tarda en aparecer un pretendiente a cubrirlo. En esto como en todo, hay grados y excepciones. Hay también modalidades como la negligencia, la dejación de funciones para no complicarse la vida. Siempre el espacio político encontrará un dueño.
Es una concepción mecánica de la política que se repite en otras áreas: la economía,  el magisterio intelectual, las fuerzas de seguridad, etc. Si no haces lo que debes, otros harán lo que no deben y serás desplazado.
Un sociólogo, Luhmann, se siente sorprendido, como al analizar zonas en conflicto, le parece estar asistiendo a una cadena de reacciones químicas.
Este punto de vista es incompleto e insuficiente para explicar las acciones humanas pero tiene su parte de verdad.
La rotación de la tierra sobre su eje es una verdad necesaria, lo que no significa que bloquee nuestra libertad sino que le ofrece el terreno de juego, su plataforma de lanzamiento.
Estamos en una guerra global no declarada, en Oriente Medio y África.
La electrónica, hace posible que el espacio se haya reducido a un punto inextenso porque gracias a los móviles y de más medios, todos estamos virtualmente interactuando, “a la vez” o sea, al mismo tiempo.
Una ojeada al planeta, nos indica que hemos llegado a un punto de desmadre, sin vías visibles  de solución.
La emigración y la huída de refugiados golpean las fronteras de la “Europa sin fronteras”. Así se hacen visibles las contradicciones de Occidente, empapelados de Derechos Humanos y  amurallados en su torre de Babel.
Dentro del paraíso del orden, hay millones de seres humanos en permanente angustia, sin tener un suelo donde apoyar el pié. Sus familias destrozadas o ya muertas. Una situación donde se aspira sólo a sobrevivir.
Entre tanto, hacemos jerseys de punto para nuestras mascotas.    
Ha llegado el momento de que el terremoto de los conflictos en Oriente Medio y África,  rompa aguas en nuestras costas.
En su interior seguimos tomando el té con pastas o nos doramos en las limpias playas del Mediterráneo justo allí, a pocos metros donde se amontonan miles de muertos en un chorro diario. Sólo países de raíz cristiana como Italia y España obran con misericordia.
Este mundo del 2015 es un polvorín, pero lo de menos-con ser brutal, es lo que pasa en las zonas de guerra  abierta: Siria, Irak, el Sinaí, Somalia, Eritrea, Yemen, Nigeria, etc.  El rebote de esos conflictos amenaza a Europa y una situación semejante o peor, se ofrece en la frontera sur de Estados Unidos.
Este panorama nos  alerta y permite cambiar el enfoque de la cuestión.
Si nos centramos en el análisis minucioso de las zonas de guerra, nos perdemos la globalidad del problema que está más bien, necesitada de síntesis.
Sólo hay un problema: la enorme desigualdad entre los seres humanos, que mediante los medios de comunicación la gente evidencia que hay países con buena vida y la mayoría de mala muerte. Se impone el trasiego de unos a otros. Esto es todo
No estamos ante un problema coyuntural sino estructural. Los medios se han convertido en un arma revolucionaria. Su eficacia, consiste en despertar a las 4/5 del mundo que, otros como yo, vive muy bien, mientras yo, estoy  cotidianamente, al borde del hambre, de la malaria, sin alimentos, agua potable o medicinas.
Hace veinte años, diríamos que estamos escribiendo un panfleto de Amnistía Internacional. Hay que confesar que nadie, medianamente informado, ya puede pensar así.
En otros tiempos, este problema se resolvía mediante la institución de la esclavitud, bastante bien regulada en Grecia y Roma. La desigualdad quedaba interiorizada, -“Arriba/ Abajo”- y el esclavo, en general, sabía que tenía la olla asegurada por el propio interés del señor.
Ahora hay formas más descarnadas de esclavitud que carecen del paternalismo antiguo y que sólo tratan de exprimir al hombre y a la mujer como un limón hasta que lo recambiamos por otro válido.
A simple vista nos queda la beneficencia y la asistencia social. La envergadura del problema es tal que esos medios que nos quedan son como poner tiritas a un enfermo terminal.
Los problemas llevan consigo la solución.
Cuando sólo tenemos un problema y sólo uno, la solución debe ser global y unificada. Debe darse, además, una respuesta inmediata porque el asalto al paraíso, también lo es.
La especie humana ha crecido siempre por fenómenos migratorios, muchas veces ligados al cambio climático. No es pues, un apocalipsis propio de la posmodernidad. No estamos ante una situación insólita.En esas migraciones, el grado de sociabilidad y de organización, han sido las llaves de la supervivencia.
El Cristianismo ha creado civilizaciones y culturas porque ha sabido integrar a todos los seres humanos, en un camino común.  
El vacío de poder no se refiere aquí, a fuerza militar o económica. Es un vacío cultural, moral, de identidad. No sabemos lo que somos. No queremos “escudriñar las esencias”. Es más confortable, quedarse en casa y verlas venir.
El vacío de organización social y política en medio mundo tiene sus responsables y es muy probable que las grandes avalanchas, al fin, no encuentren murallas suficientemente altas.
Si no hay solidaridad (ya no digo, Caridad) dice el Papa Francisco: “os lo quitarán todo”




jueves, 13 de agosto de 2015

Solidaridad y “sentido” de empresa


Artículo publicado en el periódico Ideal el 13 de agosto de 2015



En una economía liberal, la regla de oro consiste en procurar el mayor beneficio al mínimo coste. Sentido común. Es obvio que el factor trabajo es considerado como un coste junto al Capital y a la Empresa. Estas dos últimas ruedas del carro, “conviene” mantenerlas como sea, en función del mayor beneficio: si el Capital o la Empresa pierden, el factor trabajo también pierde.
Las cosas se complican si observamos que esos “factores” los desempeñan personas individuales que comen, visten y se cobijan todos los días. Es importante este aspecto porque al introducir la persona individual, nos salimos de la mera técnica económica, para entrar en el ámbito de la moral, del Derecho de la Sociología, en fin, de la Antropología en un sentido amplio.
El Capital, además, es conservador de lo suyo. Existe una confusión entre lo propio del individuo y de la propiedad. Lo mismo se diga de la Empresa. Esta confusión que vemos también en otras instituciones como las monarquías, sugiere la idea de que, en las grandes empresas y  las grandes entidades bancarias, el último que pierde es el Capital y la Empresa. El trabajador, hoy en día, un profesional, sólo tiene su trabajo.  Los grandes consideran el capital como un fondo de resistencia para cubrir las necesidades de su familia en tiempos de crisis, puntual o cíclica. Parte de ese capital se debe al trabajo.

Punto y aparte, son las pequeñas y medianas empresas en donde la ruina del trabajador suele ir unida a la del empresario. Aunque, siguiendo lo dicho más arriba el “último despedido” se presupone que es el jefe.
No entremos ya en temas de corrupción, de fraude y mil cuestiones más que agravan el panorama.

“Solidaridad” es, históricamente, un término corriente en el argot anarquista y sindicalista del siglo XIX. Gracias a San Juan Pablo II, se incorporó a la terminología cristiana con enorme eficacia histórica.
Cuando un grupo social se ve discriminado, perseguido,  por motivos étnicos, religiosos o laborables, los miembros del grupo se sienten “solidarios”. Bien lo entendió Dumas cuando escribe: “todos para uno y uno para todos”.
Los cristianos tenemos otro concepto que asume la solidaridad, elevándola a un nivel superior, la Caridad, que es la misma definición de Dios.
Los comunistas,  de diversas filiaciones, tienen claro que ellos no quieren “caridad” sino “justicia”. Esta afirmación tan reiterada, entiende la caridad como limosna. Alguna razón tienen puesto que la experiencia histórica muestra que las grandes fortunas, financia “obras de caridad”, con el convencimiento de que la limosna “todo lo perdona”. Si se añade que muchos de ellos no son nada religiosos y  bastantes, ateos, la caridad no tiene otra función que eludir la justicia. Se desprenden de los excedentes del beneficio con el convencimiento de que hacen un gran bien. Esos excedentes, muchas veces acumulados injustamente, se toman a modo de una cierta compensación.  ¿No se podía haber evitado el tener que compensar?
Esta detestable práctica común entre los cristianos, ha sido el germen de confusiones, complicidades, tapujos y servilismos. La Historia de la Iglesia nos informa de cómo hasta los personajes más siniestros de  la Europa reciente se apoyaron en la iglesia como un elemento ideológico de sostén. Lo hicieron,  Napoleón, Stalin e incluso Hitler.  Hoy mismo en China hay una Iglesia patriótica sufragada por el estado.
Hay un concepto, ya muy extendido, afortunadamente  que es el de “unidad de vida”. No es posible, según él, funcionar socialmente como esquizofrénicos. Con dos barajas.
Un cristiano no puede colocar al beneficio empresarial por encima de la persona de los trabajadores y de muchos ejecutivos y altos directivos que han sido despedidos en razón de los recortes que impone Bruselas.
La objeción inmediata “de sentido común” es que, si se hunde la empresa, nos hundimos todos o que lo que dice Bruselas, va a misa. En último término: “Mirad a Grecia”.
Si tenemos tanta inteligencia para montar una empresa que crea beneficios ¿por qué no la tenemos para evitar medidas drásticas en donde familias con tres o más hijos, aterrizan en la calle, sin paliativos?
No me gusta ampararme en Encíclicas y en Papas, para argumentar, porque parece que lo que se dice “es para quien se lo crea”. No me siento predicador que los hay y muy buenos.
Lo que afirmo, es que no  es de recibo que los cristianos  abunden en normas de piedad, en financiar obras pías e incluso, lleguen a convencerse de que si no despidiesen a tantos padres de familia, no podrían hacerlo.
Cada uno en su casa puede hacer lo que quiera, dice la frase común, pero para un cristiano la Casa común  está formada por todos los humanos sin distinción. La empresa precisa o una hipotéca social o un factor de gratuidad que contrapese el egoísmo de unos pocos.
Los jóvenes pueden esperar de la justicia humana algo mejor que la caridad. Es una ilusión muy antigua. Se estrella con la resistencia de las leyes económicas que se comportan como un Destino. La solución revolucionaria pretende sustituir los millones de parados por millones de muertos. Otra vez, no.
La Economía crece, es evidente, “gracias a los recortes”. Las cuentas cuadran en los papeles, pero esos papeles chorrean  millones de vidas perdidas.

La unidad de vida se opone a la beatería: Soy piadoso pero la empresa manda.  

miércoles, 22 de julio de 2015

El populismo como sistema de ideas

 Artículo publicado en el periódico Ideal, 22 de julio de 2015

El término “populismo” se emplea,  en lo que me alcanza, desde el período entre las dos guerras mundiales. Las condiciones para que salte a los titulares, son una depresión económica, una recesión que no saben resolver los gobiernos tanto menos en la era de la globalización.
El fenómeno sin embargo aparece y reaparece como una serpiente de verano, por temporadas o rachas. Así como el parlamentarismo tiene una durabilidad muy alta, el populismo se agota, en el mejor de los casos, en una o dos décadas. A veces, parece más bien una gripe o un sarampión que se lleva mucha gente por delante.

Los emperadores romanos tenían “accesos” de populismo y en su nivel y escala Herodes el Grande sabía contentar al pueblo con entregas masivas de alimentos o reconstruyendo el Segundo Templo de Jerusalén, medida típicamente populista.
Estos últimos populismos se podían considerar de derechas como lo fue el nacionalsocialismo y el fascismo. Se consiguen éxitos económicos inmediatos que necesitan para mantenerse, una constante huída hacia adelante, llegando a un infeliz final.
Suelen tomarse como populismos la política agraria de Cárdenas en México que, a su manera, hizo uno de los primeros planes de desarrollo, a la par con los grandes planes estalinistas.
Por unas u otras razones, no se puede mantener el ritmo económico, la gente se cansa de entusiasmos a cambio de nada. Pueden acabar mal pero a veces los regímenes populistas, evolucionan desde dentro, dando lugar a formas más estables de gobierno.
Los últimos años han visto brotar el populismo. No sólo en América. Donde es endémico, sino en la propia Europa.

La Depresión que se inicia con el hundimiento del mercado inmobiliario en Estados Unidos y su reflejo en Europa, suele atribuirse a la gran Deuda norteamericana. El Presidente Bush, ganó su popularidad, por hacer enormes gastos sin subir impuestos. Hecho milagroso no atribuible a ningún santo.
Un ejemplo notable de populismo nos lo proporcionó Zapatero que llegó al poder con argumentos y acciones directas, típicamente populistas. Conocedor del deterioro moral de nuestra sociedad dio caño libre a todo tipo de manifestaciones sociales que,  en unos días pasaron de ser inmorales a virtuosas.

Cuando afloró la primavera árabe desde Túnez, en primer lugar, se desató la caja de los truenos. Los grandes dictadores de la época fueron derrocados, sin recambio, creando un vacío de poder que prosigue.
El populismo en los países árabes muestra como lo sentimientos sin una organización estatal consolidada, que les de forma racional, son llamaradas de poco recorrido, pero con muchos muertos a sus espaldas.
Empezar de 0 con entusiasmo y emoción se cruza con aquellas fuerzas históricas que son permanentes y duraderas. El islamismo radical en el Magreb, apoya sus cimientos en la religión popular, y la influencia de algunos imanes.
Sólo hay un poder, el Ejército, formado hace menos tiempo, que es capaz de cortar, tanto los fogonazos periódicos como los intentos de la teocracia de imponer la sharía.
En Egipto, la gente joven de las grandes ciudades, profesionales sin puesto de trabajo, los chicos de universidades e institutos, aportan la pasión por la libertad y poco más. No pronostican gran porvenir frente a los Hermanos musulmanes, por un lado y el Ejército egipcio por el otro. Con esta situación se hunde el turismo y en su fase terminal, el pueblo real paga los costes de los populismos verbales. Los de la derecha, la izquierda y el centro.
A quien se le ocurrió la idea de la primavera árabe, debería ser honrado con el Premio Nobel del populismo. Ese plan sincronizado en las grandes capitales, simultáneo con nuestros “antisistema” del 15 M, parece obra de los profesores más tontos de la CIA. Una operación desastrosa.
El mejor bien que se le puede hacer al pueblo, o sea que nos podemos hacer a nosotros mismo está en consolidar las instituciones, incrementar la presencia de la sociedad civil (sin trampas)  y las ONG.
Es cierto que nuestro sistema requiere una reforma electoral, ya. Las disfunciones en la representatividad democrática se deben a las concesiones que se hicieron mutuamente unos y otros para evitar lo peor.

La corrupción se ha comido la credibilidad del sistema, no de las personas. La peor corrupción es la que ha perdido la sensibilidad cuando las normas del estado de derecho son violentadas por el “buenismo” sentimental, la forma más expresiva de populismo en España.
No es de recibo que un fraude de tres mil millones de euros se compare con el regalo de unos trajes. No lo es, tampoco que un voto vasco o catalán, valga varias veces más que otro del resto de España. Tampoco que una recesión se recupere mediante el cierre y el despido de los más inocentes...
Todas estas cuestiones deben arreglarse pero desde la mayoría absoluta, que desgraciadamente, se ha desperdiciado.
La liquidación política de los mayores de 45 años manifiesta la inmadurez e inexperiencia de quien lo propuso. En la misma línea, aumentar los impuestos (¡ahora!)  
La corrupción genera el sentimiento de que puesto que los entendidos del sistema son deleznables, la gente de la calle, joven y buena, lo arreglará todo en un santiamén. Los puros: Deseando saltar la valla del Congreso, por otros medios.

En cirugía y en política, la inexperiencia, no ha lugar.





jueves, 18 de junio de 2015

El interés general es desinteresado

 Artículo publicado en el periódico Ideal,18 de Junio de 2015


Con esta Constitución y está Ley electoral, esto es, “lo que hay”.
El Destino es uno de los nombres de la ignorancia. Creer que todo está resuelto de antemano sin contar con nosotros, es una forma de suicidio. Esto es válido si miramos a lo que está por venir. Si miramos en cambio, no a lo que puede ocurrir sino a lo que efectivamente ocurre, “lo que hay”, se asemeja, al bloque de granito, que es, el Destino de lo presente. Con acierto, la situación actual de España, se denomina hoy, llena de incertidumbre,

 La información se define, en términos de Comunicación, como reducción de incertidumbre. Esto hace pensar que nos falta información, no sólo de lo que va a pasar sino de lo que está pasando. Aunque estemos pendientes de cantidad ingente de noticias, esas noticias no anuncian nada, no reducen incertidumbre sino que la producen.

A primera vista, la libertad tiene su eslabón más débil en que, ella misma, es indeterminación. De suyo, no genera información. Necesita que los hechos no la condicionen. Nos muestra posibilidades y nos asegura que podemos optar por unas u otras. Luego, los fantásticos posibles, habrá que recortarlo con el cernidor de lo factible.  Así hasta llegar a esto: “lo que hay”...


España tiene un problema mayúsculo. No es económico ni migratorio: la falta de conciencia de patria. Hasta el nombre está borrado de la memoria. Borrados también, los símbolos que acompañan, necesariamente a la conciencia de patria: la bandera, el himno, el respeto a la autoridad. Se acompaña esta desmemoria, de la burla de “todo aquello que pretenda ser y que pretenda valer”.

En Estados Unidos, la bandera nacional está por todas partes, la Marsellesa, impone gran respeto en Francia, no digamos el emblema de la Unión Jack en Inglaterra.

No es una cuestión de nombres o de carteles y pegatinas sino de sustancia. Ningún organismo vivo sobrevive sin la conciencia de la propia unidad, sin la idea de que la supervivencia del todo es la constitución no escrita y previa a cualquier proclamación de los Parlamentos.

Tanto por el lado de las autonomías, como por el de los partidos políticos, se sustituye la unidad del todo, el interés general, por el interés de las partes.
Aun, si se tratase de sustituir la unidad de un todo por la unidad de unas partes (que dejarían de ser partes, para ser pequeños todos)  la situación sería más comprensible. No es eso.
España siempre ha tenido un superávit de anarquismo libertario. Un ideal de democracia directa, asamblearia, en el que las instituciones están al servicio de las personas y no al revés.
Nos va mucho, el individualismo sin compromisos ni vinculaciones.

Los libertarios suponen que la mayoría es lo más racional del mundo, que nunca se equivoca y si lo hace, se salva, por lo menos, la conciencia de unidad, pues, todos y cada uno, mayorías y minorías se han comprometido a respetar la voluntad de la mayoría.

No tienen en cuenta que la razón, la igualdad y la justicia y otras grandes palabras no se deciden en los papeles y en las tertulias sino en el día a día.
Si en el fondo de cada español, el interés particular pasa por encima del de los demás, ni siquiera eso se puede llamar liberalismo. Para ser liberal hay que respetar el derecho del otro. Sería el anarquismo en estado puro.

Se ve ahora más que nunca como el interés de fulanito se cubre de ideología, de nuevas banderas, de nuevos himnos y de cantidades industriales de igualdad y justicia. Por desgracia, la mayoría de los que no saben trabajar, lo único que quieren es más dinero, más coches, más poder. El concepto de interés general, la forma actual del bien común, brilla por su ausencia.
Luis XIV, dicen que decía: “El Estado soy yo”, el individualismo vigente invierte la fórmula: “Yo, soy el Estado. No tendrás otro Estado que yo”. Ese yo, es una monarquía absoluta con 46 millones de cabezas coronadas.

La corrupción es un malentendido. No queremos ver que es una cuestión de identidad y de soberanía.
¿Por qué España (“que no se sabe qué es”) va a pasar por encima de mí, limitando mi libertad a una irrisoria votación cuatrienal, en una mañana de domingo?

Ese mal de fondo que Spinoza y Rousseau, creían superar por la obediencia de todos a la ley de la mayoría, en España, funciona desde antiguo de otra manera: “Las leyes se acatan pero no se obedecen”. Eso parece que ocurrió cuando Colón aparejó sus veleros con gente de presidio, cosa más bien ilegal.

Hay que volver, en mi opinión mínima, a desplazar el individuo animal que llevamos dentro por la persona que se constituye en sus compromisos y vinculaciones. En su fidelidad a la palabra dada. Esto empieza en la familia, sigue en la escuela y en la Universidad. Pasa por la sanación de esa carnicería diaria del libre mercado en estado puro, cuyo balance de cuentas, enriquece a muy pocos.
Los demás, si subsisten, sean ejecutivos, ingenieros, policías, hosteleros o científicos, lo hacen, en régimen de explotación en horarios y en merma de salarios.

Convertir un individuo en persona, no es cosa de leyes sino de entrenamiento dirigido, que los griegos antiguos, llamaban “virtud”.

viernes, 29 de mayo de 2015

¿Se puede servir desde arriba?

Vela Zanetti,El Cid.
"Qué buen vasallo si tuviera buen Señor"
A nadie le gusta, al parecer, servir pero a la mayoría les gusta que les sirvan y que lo hagan bien. Este querer ser servido, por demás,  anuncia que algo de bueno tiene el servir puesto que tantos apetecen el buen servicio. A la vez, algo de malo tiene el servir que repugna a la mayoría. Entre ellos, a los que les gusta ser servidos.

Los avances materiales de la sociedad moderna desde las dos  grandes guerras del siglo XX, produjeron una mayor conciencia de igualdad, una disminución de los escalones sociales y la menor dificultad para saltar de abajo a arriba y también de arriba abajo.

Esto se denomina democracia que no es lo mismo que paridad. Si la apertura de oportunidades es conforme con la dignidad humana, no entiendo por qué hay que dar un plus o cuota de favor por imperativo legal…

El ser servido es propio de los señores y el servir de los siervos, nomenclatura que en Occidente, en líneas generales, no aceptamos. Más bien deberíamos procurar, pienso en que cada uno es señor en algún aspecto y  servidor en otro.

No basta decirlo o predicarlo sino que es necesario argumentarlo.

El trabajo es una exigencia de la naturaleza humana. La materia se resiste a nuestra voluntad. Hay que trabajarla para transformarla. Esto vale para todas las profesiones, que es el nombre moderno de los servidores de antaño.

Como profesionales, todos servimos y cualquier trabajo vocacional alegra la vida del hombre, de la mujer y alarga la vida de ambos. La jubilación es una broma pesada, para los vocacionales aunque para otros,  una liberación. Lo ideal es gozar de una profesión que te permita trabajar hasta un minuto antes del inevitable deceso.

¿Qué pensar, en estas fechas, del servicio público y más en concreto, de la profesión política en democracia?

Las corruptelas, las irregularidades, la corrupción y el enriquecimiento personal, dejémoslos al margen de estas consideraciones que quieren ser positivas aunque no ciegas.

Un profesional de la política exige muchas virtudes que no se aprenden en la universidad sino, como quien dice, “sobre la marcha”.

Saber idiomas, tener estudios superiores, haber viajado por el extranjero, añaden puntos.

La política sin embargo, es una profesión más cercana a la de vendedor, publicista o incluso predicador. En todas estas profesiones decimos que “el cliente siempre tiene razón”. En este caso, el ciudadano debe encontrar un punto de equilibrio entre la oferta del político y la demanda de los votantes. El ciudadano tiene sus razones que están buscando un buen vendedor. Las habilidades sociales, la simpatía, el carisma, la credibilidad, la honradez, son virtudes (no sólo valores) que forman parte del buen profesional de la política.

En democracia, el asunto no es tanto servir y ser servido que se deja para otras instancias sino tener la alegría de que las razones del programa convencen a muchos y que por lo tanto, el programa es comprendido como un proyecto útil, deseable y factible.

La política real es bastante más complicada que estas reflexiones que siendo válidas, no resuelven los embrollos en los que el político se encuentra.

Al fin y al cabo es una persona, con sentimientos, corazón, razón y sentido común (se supone). Tiene una conciencia moral una idea del bien y del mal. Aunque esos caracteres no figuren en un programa, el político los debe llevar puestos. Sin ellos la democracia es, nada más que una máquina de comprar poder. Esto les plantea a los que se dedican a la política, serios problemas.

La demanda de los ciudadanos no siempre coincide con las necesidades objetivas  del Estado, en un momento concreto. Lo que se llama “bien común” no siempre es visto por la población como tal. Lo necesario y lo accidental, tampoco.

Así el político que ya alcanzó el poder, se encuentra con múltiples conflictos. La ideología, la seguridad, el bienestar social, la justicia, el contexto internacional, el mercado global y muchas cosas más.

En un programa electoral, trazado en una sala de juntas o en una asamblea, en la que todos quieren la perfección ideal, no caben los imprevistos, ni lo imposible, ni las necesidades reales que la mayoría no conoce.

El que detenta el poder democráticamente, no representa a los que le han votado sino a todos los ciudadanos y debe buscar defender los intereses de su patria, que no son, sólo económicos.

En política nada es perfecto y cuando las dictaduras, libres de crítica y de oposición se proponen alcanzar la perfección ideal (porque “podemos”) están ciegos para el día a día. Ciegos, para la cantidad de injusticias y derechos que se han puesto por montera.En democracia, es otra cosa.

Tenemos el caso de Francia, en donde un socialista recorta, más y mejor que nadie. En Grecia, donde lo que dice el programa de Syriza y su política, no tienen nada que ver. En este asunto la intransigencia absoluta en nombre de los grandes ideales, recoge males mayores. Pienso en Vladimir Putin que es un fiel heredero de sus antecesores hasta Pedro el Grande. La intransigencia política lleva a la guerra directamente como también podemos ver en Oriente Medio.

Es mejor conformarse con lo posible y factible, más cercano a nuestra conciencia, porque lo imposible es mucho peor.

miércoles, 8 de abril de 2015

Espacio y tiempo en la Pasión de Jesús

Artículo publicado el 3 de abril de 2015 en el periódico Ideal de Granada

Asombra ver desde el Monte de los Olivos, la estrechez del espacio donde se fraguó en pocas horas, el sacrificio de Jesús. En  un terreno de unos doscientos metros de diámetro- así me lo parece-se condensaron todos los conflictos  que determinaron la historia posterior. 

Desde ese montículo se goza de una perspectiva única, de la ciudad vieja. Desde allí se contempla los lugares centrales del drama. Entre el Monte y la Ciudad, hay una depresión, el torrente Cedrón. Para salvarlo, construyeron una escalinata en tiempos de Jesús que están restaurando. Por la empinada cuesta, bajaban los que iban al Monte y por la misma, debían de subir a la vuelta. Jerusalén aparece en esa panorámica,  como un todo compacto. Allí se ve el Palacio de Anás, la Torre Antonia, el Templo y allí mismo, un repunte del terreno que llamaban Gólgota. Cada centro de poder a muy pocos metros del otro y el lugar de la crucifixión, allí mismo.
Los ritmos del tiempo en que se vive la Pasión, aunque tienen una preparación remota, quizá menos de tres años, explota en veinticuatro horas.
¿Qué tiene Jesús, el hijo del carpintero de Nazaret para atraer hacia él, todas las furias del espíritu humano?

Herodes, que era tetrarca de Galilea, quién mandó decapitar a Juan el Bautista, primo del Nazareno, residía en esas fechas de la Pascua en Jerusalén. También estaban los Sumos sacerdotes, los escribas, Pilato y sus fuerzas de choque, todos preocupados por el “problema” que se les venía encima. Había mucha gente durante la Pascua llegada de todo el mundo y la población de la ciudad que según Joachim Jeremías, no pasaba de veinte mil habitantes, se doblaba para la Fiesta.
Palestina era un foco de problemas que los romanos no sabían cómo manejar. Precisamente, Poncio Pilato era un gobernador, más militar que civil. Hacía poco sustituyó a la autoridad civil, dada la abundancia de motines, algaradas y movimiento de masas que seguían a un Mesías, “como estaba anunciado en las Escrituras”. “Habrá muchos falsos mesías que dirán “Yo soy, no los creais”, dijo el mismo Jesús..
En las luchas político-religiosas de la época, la gente más rica y descreída eran los sacerdotes. Su cargo era vitalicio y hereditario. Conllevaba la posesión de la tierra. Añadamos los fariseos, los “piadosos” que compartían con Jesús prácticamente todas sus creencias, y más aun, los estrictos esenios que practicaban el bautismo y vivían una vida de pureza más real que legal.
Los fariseos  eran los interlocutores de Jesús y las polémicas no eran dogmáticas sino más bien, morales. Jesús denunciaba la hipocresía y el mercadeo. Como los Profetas antiguos.
Jesús por otra parte, guarda mucha discreción, tanto en el carácter de su realeza como en su naturaleza de Hijo de Dios. Él elige los tiempos.
En los momentos clave, ante las autoridades admite ambas cosas. En otras ocasiones, pregunta: “¿quién, dicen, qué soy yo?” Pedro lo proclama, Hijo de Dios, en una pequeña reunión del grupo. Siempre insiste en que no lo difundan hasta que resucite, después de muerto.
Cierto que las masas iban tras él, no porque fuera un demagogo o tuviera ambiciones políticas. No quiso ser esa clase de rey que las masas esperaban. Le seguían porque hacía muchos milagros de gran calibre, evidentes y notorios. Tanto que el Sumo Sacerdote Caifás, dice con franqueza: “Este hombre hace muchos milagros”. Tan habituados a las revoluciones, concluye: “vendrán los romanos y destruirán el Templo, nuestra nación y el pueblo. Más vale que muera un solo hombre por la nación entera”
Esa motivación “política” escondía otra, que para los judíos era más importante: Si Jesús es el Mesías, el principio de autoridad religiosa se desplaza a Jesús, como Rey-Mesías. No pasa por la cabeza de mentes de tan estrechas miras, que Jesús quiere salvar con su muerte, al mundo entero de sus pecados.
Para esa función, la Ley de Moisés, ya establecía el sacrificio de   corderos cada día, ¿qué más hacía falta?
En realidad no hubo Pasión, pues, Jesús, humanamente, le repugnaba tal contingencia. Era un mandato de su Padre. “Padeció porque quiso”.
A  una visión imparcial, laica o atea, todo parece extraño y lo más raro es la personalidad de Jesús. Un hombre que fue crucificado el viernes, antes de la pascua, en la hora en punto que en el Templo se sacrificaban los corderos.
El análisis crítico lo ha tenido siempre muy difícil, porque el análisis al separar un hecho singular de todo el contexto lo priva de   significado.
Son muchas cosas que hay que explicar que no tienen que ver con la geopolítica y sus factores de espacio y tiempo. Es una estructura histórica que se remonta a la salida de Abraham de su patria, porque Dios le ha prometido, siendo su mujer estéril, que tendrá una descendencia innumerable.
Hay que explicar dos mil años de Cristianismo y por qué, hoy mismo, la carnicería de cristianos sale barata. Hay que explicar la legión de hombres y mujeres santos que han dado mucha luz y mucho bien al mundo por su fe en Jesús. Y de paso, también necesita explicación que hoy tengamos dos mil millones de personas, que mal que bien, creen que Jesucristo salva porque es Dios y quiere hacerlo.
¿Quién puede admitir, un Dios, tan bueno?


lunes, 23 de marzo de 2015

Podemos, integrado en el Sistema

 Artículo publicado en el periódico Ideal, 23 de marzo de 2015

A los veinticinco años de la caída del Muro de Berlín, e inmediato hundimiento de la Unión Soviética y su espacio vital en la Europa del Este, el marxismo de acción directa emerge en Europa.
Es paradójico aunque comprensible que los partidos de extrema derecha y extrema izquierda se den  la mano para acabar con un sistema que consideran corrupto y generador de pobreza y sufrimiento.
En España siguiendo la pauta de Grecia, nace Podemos con un programa similar al griego Syriza y con unos resultados positivos en las últimas elecciones europeas.
Una de las preguntas más inquietantes que cabe hacer al nuevo Partido,, es su abandono de la calle para integrarse en el sistema. ¿A qué se debe tal giro de 180º?
 Hay un precedente. La labor conjunta callada y consensuada, de los gobiernos socialista y popular, desde hace años, con el objetivo de llevar a ETA a una tregua definitiva. La inserción en el sistema, de los partidos abertzales les permite integrarse y ocupar alcaldías, concejalías, diputaciones y parlamentos nacionales y autonómicos.
Es una estrategia inteligente (o cínica) de resolver problemas por el método de incorporarlos en el Presupuesto del Estado y de las autonomías.
De modo semejante se hizo con el PCE de Carrillo y la AP de Fraga, en el momento crucial de la Transición.

Ahora aparece Podemos que recoge la herencia del 15M y de la indignación general, por la política de austeridad impuesta por la UE, a Zapatero y después a Rajoy. No nos damos cuenta que los estados nacionales van perdiendo poder político frente a las instituciones europeas y atlánticas y frente a las multinacionales.

También el PSOE de Largo Caballero se incorporó al Sistema, durante la Dictadura de Primo de Rivera, inspirándose en la orientación de Indalecio Prieto. Era un constructo artificial que salvaba las raíces históricas, añadiendo un plus de clientelismo. Un líder carismático cuyo éxito  se debió justo, a su integración en el sistema  político del liberalismo burgués.
Integrados en el mismo Sistema, izquierdas y derechas,  incorporados al Presupuesto, los batasunos y ahora el 15 M, dan la impresión de que la vía de la adhesión o de la indignación, son los sólidos pilares  sobre los que se sostienen las instituciones, la Monarquía, nuestra participación en la NATO y en todas las misiones militares que hiciera falta. En ese Sistema, que, como es propio de la humana naturaleza, la corrupción es un caso más de economía sumergida.
La indignación parecía una reacción inmediata y juvenil, de gente con cierta formación cultural: universitarios, intelectuales, artistas, contra la evidente expropiación del Presupuesto por los que lo tuvieron a mano.  Pero no. Quedaron seducidos por el Presupuesto.
 ¿Es esto el “marxismo inteligente”?
La idea base del marxismo clásico es la consideración de la humanidad como un todo, donde las personas son funcionarios del todo.
En la Revolución industrial, la explotación de los trabajadores hizo posible un crecimiento económico que sólo beneficiaba a los propietarios del capital. Lógicamente, la única manera de romper ese sistema bipolar, es la revolución puesto que los aparatos del poder son monopolio de los de arriba.
Las revoluciones sucesivas prolongaban la Revolución por antonomasia,   la Revolución francesa con su talante burgués, laicista y anticlerical. Así ocurrió en Francia, en Rusia, en México y en España.
Aproximemos la lente a nuestro actual momento.
Superada la posguerra, a finales de los cincuenta, el Sistema creció tanto que pasó desde una economía autárquica de subsistencia, a la estabilización y al desarrollo. La industria estatal se privatizó o desmanteló y entramos en la economía liberal de mercado. De una economía productiva, pasamos, luego,  a otra de servicios y consumo. Las rentas del capital acaban en las multinacionales y las rentas del trabajo se emplearon en deuda y consumo que resultaron ser lo mismo. El sistema se basaba en producir para consumir lo que se compraba de prestado. Una economía flotante convencida de que la burbuja,  como la expansión cósmica, sólo podía ir a más.
La crisis financiera global evidenció que no se puede prestar a todo el mundo durante todo el tiempo. Los inversores invertían en fondos que, a su vez, lo hacían en otros fondos con atractivos intereses y vuelta a empezar.

¡Pajaritas de papel!
 Remontar la crisis debe pasar por la vuelta a la producción de bienes reales y por el control de la economía financiera. La economía de consumo –permitió mejorar el nivel  y la calidad de vida de los trabajadores que pasaron de ser proletarios a ser profesionales de clase media. Las vacaciones a Tailandia y Punta Cana, estaban dentro de las posibilidades de una gran mayoría. Todos contentos. Casi medio siglo de “bienestar”. De pronto, no hay liquidez.
El marxismo revolucionario, en sus variantes coyunturales, se explica en un contexto de caos, de hambruna, de masificación y corrupción. Suele sumarse una guerra mundial o civil.  
No estamos en esas.
 La democracia directa, la gran novedad on-line, será siempre una democracia vigilada políticamente y dependiente económicamente. Saltarse el escalón de la representación, genera la unanimidad propia de la dictadura.
Meter el dedo en las llagas del sistema, sólo se entiende si es para curarlas, no para hacer un ejercicio de vampirismo que es la forma de populismo más extendida por el ancho mundo.

Abrir llagas, da mucho de sí.