domingo, 13 de noviembre de 2016

El subconsciente americano



 Artículo publicado por el periódico Ideal, el 11 de noviembre de 2016
En el último medio siglo, los acontecimientos nos han despertado del sueño ilustrado de que la Historia, se diseña, se planifica y se prevé según los ingenieros de la prospectiva.
Por el contrario, la  corriente histórica es un continuo,  salpicado de rupturas (o mutaciones imprevisibles) Cualquiera de ellas puede cambiar el rumbo de las cosas.
El “impresentable” Donald Trump ha ganado las elecciones americanas. No sólo era imprevisible sino que expertos, gurús y analistas habían dado por hecho lo contrario. Las encuestas, por supuesto, también.
¿Imprevisible del todo?
A la hora de prever el futuro, inclinación muy propia de la naturaleza humana desde la Prehistoria, hay que tener en cuenta   cultural, el medio socio-cultural de aquellos que analizan y prevén. Ese medio es el “políticamente correcto”. Por lo tanto, los analistas sólo se atreven a proponer  futuros agradables para sus mentores. Esto, no solamente por cautela o servilismo sino porque respirar el clima artificial de lo políticamente correcto, te lleva a creer, que es una verdad, la verdad absoluta puesto que en ella vives y existes.
Veamos algunos imprevistos: El derrumbe de la Unión soviética, el 11 S., la crisis económica, a partir del 2009, la actual migración masiva del Tercer Mundo hacia Europa, el “brexit” británico, y algunas otras rupturas de menos cuantía como la victoria de Zapatero.
El vuelco electoral de Trump, es un caso insólito en la memoria de las elecciones presidenciales norteamericanas y cabe aventurar algunas razones, bastante comprensibles.
En las “sociedades avanzadas” según el argot diseñado por los lingüistas de lo políticamente correcto, la sociedad se puede diseñar y dirigir “racionalmente”, al margen de la historia. Los ciudadanos son moldeados según las conveniencias del poder. No se cuenta con eso que se llamaba la naturaleza humana y que hoy podríamos denominar el subconsciente histórico de un pueblo, sus raíces.
Ese fondo profundo distingue entre hombres y mujeres, entre hombres y animales, entre hombres y máquinas, tiene una serie de claves importantes: familia, trabajo,  patria y la libertad.
Grandes palabras que nunca se realizan del todo pero que nunca, es posible olvidar del todo.
Ahí tenemos a Donald Trump, en su papel de “macho alfa”, comportándose como tal, apuntando al sustrato de lo femenino, por debajo de las exigencias de la buena educación. Ahí abajo, se gana el voto de las mujeres. Lo obvio es que las mujeres quieren ser tratadas como mujeres.
Es sorprendente. Si uno de nuestros políticos dijese que va a crear, por ejemplo, tres millones de empleos en un año, no lo creeríamos. Pero Trump, los va a crear, con fuertes inversiones en la industria automovilística, totalmente hundida en el “Middle West”, Detroit, Chicago. Resulta que la gente quiere trabajar, otra obviedad y no prolongar la miseria, con medidas socializadoras que yugulan la iniciativa creadora de empleo.
¿Y los Derechos civiles?. Todos daban por hecho que los afroaméricanos y los hispanos se arrojarían a favor de Clinton. Esta hipótesis desmentida por los hechos, olvida que esos sectores de población se dividen en dos estratos cada uno. Aquellos que tienen la nacionalidad americana y los que no la tienen. Los “afro” y los hispanos nacionalizados quieren estabilidad en la política de empleo. Más empleos y mucha movilidad. Los que no tienen papeles, no votan.
La crítica a la política de Obana-Clinton sobre la primavera árabe es de sentido común. ¿Cómo hacer entender a los americanos que exportar la democracia americana a países con una estructura tribal y feudal es la cuadratura del círculo?
Los dictadores en Oriente medio, no eran nada ilustrados y sensibles pero mantenían sistemas sociales y tolerancia religiosa. Cientos de miles de muertos, caos y el I.S. han sido las consecuencias.
La “barbaridad” propuesta por Trump de entenderse con Putin y hacer la pinza en Oriente Medio, demuestra que no se va por las ramas, no tiene prejuicios y sabe que Putin tiene experiencia de como frenar el islamismo en su propio país.
Mentalidad de frontera de “cow boy”, del americano de toda la vida. Probablemente con menos impuestos y por lo tanto con más estímulo  a la empresa.
 La defensa de la posesión de armas, está en la misma línea.
Es más fácil que haya menos guerras en el exterior, porque la tendencia es bastante aislacionista, lo que hace temblar a las bolsas europeas.
La Constitución norteamericana,  aguanta lo que le echen, porque tiene como fundamento el estímulo a la libertad y a la iniciativa. Si el control del Congreso está también en manos de los republicanos, el poder de Donald Trump puede ser muy grande.
Los populismos, otro término diseñado para camuflar el fascismo de unos y el comunismo de otros, es de dos clases: La derecha conservadora que domina hoy en casi toda Europa. El populismo de izquierdas cuya desembocadura natural es el comunismo que apenas sobrevive en algún país sudamericano y con muy difíciles perspectivas.

El populismo de Trump viene muy condicionado por las raíces del subconsciente americano, que además de valor y fortaleza, ha configurado una Constitución ejemplar que ha mantenido durante casi 250 años, la armonía entre libertad y seguridad.
Una restricción: Sólo vale para  ellos, para el “americano feo”.