Artículo publicado por el periódico Ideal, marzo de 2023
En muy pocos meses hemos evidenciado una catarata de Decretos-Leyes
que han cambiado, en muchos casos, la Constitución y el panorama jurídico
español.
No se respeta la Constitución cuando, cambiando las reglas del juego, se
introducen magistrados progresistas que virtualmente rechazarán todos los
recursos de inconstitucionalidad contrarios a la política del Gobierno.
Este conflicto entre la Judicatura y el Ejecutivo a lo que se suma la
paralización de la actividad judicial por la huelga de Letrados, nos lleva a una
situación de suma gravedad que unida al malestar social, precisamente
resultante de aquella legislación, virtualmente anticonstitucional, podría llevar al
Gobierno a declarar un estado de excepción y un posible aplazamiento de las
elecciones.
El contexto en el que nos movemos, prescindiendo de los aspectos
económicos y geopolíticos que, de suyo, son tan graves, puede enumerarse,
en estas instantáneas:
- La caída de la natalidad
- El aumento de abortos
- La propensión a sostener la Seguridad Social liquidando a los enfermos
- terminales
- La decidida política de suprimir discapacitados, mostrando los pocos
- supervivientes como modelos de cuidados y atención
- La sustitución de la familia por modelos convencionales
- Privilegiar la diferencia por encima de la familia, célula de la sociedad.
- La ausencia de una política natalista
- La indiferencia ante los cuidados paliativos
- El hecho de la desestructuración de una, de cada dos familias
- La promoción de una educación sexual sin el menor respeto a los niños y a su
- intimidad
- La sustitución de la moral por la política
- El freno a la patria potestad
- El mal ejemplo público de algunos políticos
- La magnificación de los abusos en la Iglesia y el silencio sobre abusos en otros
- colectivos
- La legislación para la parte, olvidando al todo
- El acoso a los principios generales del derecho
- La inversión de los derechos humanos.
Esta degradación de la vida política va en detrimento de la salud pública en el
sentido que daban los romanos a este término.
El hervidero de anomalías salta a la calle en forma de mala educación,
violencias, prostitución en las Instituciones de Protección de menores.
Arreglar este desbarajuste depende del sentido que una parte de la sociedad.
española tiene de la moral y de la vida, o sea del bien y la felicidad.
Es cierto que no se puede pedir a los políticos y a éstos en especial, que se
comporten como modelos de moralidad, pero hay ciertas formas de
comportamiento que no tiene que ver con la moral burguesa y su moralina sino
con aspectos elementales de la vida común a todos los países y culturas.
La idea de que la libertad consiste en hacer lo que a cualquiera se le ocurre
en cualquier momento, es incompatible con la convivencia y a veces, con la
higiene.
Si enseñamos en las escuelas los mil modos del juego sexual como si fuera
un entretenimiento, estamos minando en su fuente el valor personal de la
sexualidad que necesita para no ser destructivo, de un contexto de vínculos y
compromisos.
Si además los gobiernos hacen la vista gorda a los vicios propios y afinan la
lupa para los del bando opuesto, estamos muy lejos del Estado de Derecho.
Una revolución por la vida empieza por el sentido del pudor, de la vergüenza y
muy cerca de la corrupción sistémica e institucional.
Los talleres de educación sexual en donde las grandes teorías consisten en
educar la buena praxis en la masturbación, el empleo del preservativo y la
vaselina, llueven sobre mojado y cargan el presupuesto.
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