Artículo publicado por el periódico Ideal de Granada el 18 de diciembre de 2016
La dimisión de Renzi en Italia y la
polarización en Austria entre los dos partidos extremos, abre expectativas de
cambios profundos en la geopolítica europea.
El tablero geopolítico de
Europa y por extensión, del mundo entero está intentando sobreponerse a una
serie de cambios sustanciales. Hacen
pensar en un nuevo panorama lleno de incertidumbres
La información se define
en razón inversa a la incertidumbre, por lo que, al día de hoy, hay que aceptar
que estamos-globalmente- mal informados. No sucede que nos oculten información
sino que no existe. Nadie sabe lo que está pasando.
Es fácil hacer
análisis “a toro pasado”, lo duro es
capturar el problema cuando el toro se nos echa encima.
Todo empezó el 11 S,
fecha muy convencional porque atentados salvajes de cientos de muertos,
ocurrieron antes y por los mismos motivos. Si hasta entonces, los atentados se
habían contemplado como hechos puntuales que había que tratar puntualmente, a
partir de la caída de las Torres Gemelas y de la intrusión en el mismo
Pentágono, se tomó conciencia de que estamos ante un problema global que
precisaría respuestas globales.

Se apuesta por el
islamismo moderado y por la desaparición de los estados laicos. Caen los
dictadores y empieza el caos.
La “primavera árabe” se
lleva consigo la estabilidad en Oriente Medio y la envergadura y salvajismo de
la guerra, no sólo en Siria sino en Sudán, Nigeria y Somalia, promueve un flujo
de migraciones que invaden Europa.
Las migraciones,
considerando su existencia desde el Sudeste africano, hace miles de años, es una
propiedad sustancial al Homo sapiens. No son debidas a impulsos momentáneos
sino a situaciones límites que se apuntan en el Apocalipsis de San Juan: el
hambre, la peste, la guerra, la muerte y el atractivo lujo de los mercaderes.
Toda esta dinámica se da
en medio de una crisis económica en la que parece obvio que no se puede vivir
el bienestar a base de la deuda. Un bienestar de burbujas que, cuando se
“pincha”, incrementa el paro, las migraciones, las translocaciones. En Italia y
en Austria, cabe una revolución populista y euroescéptica. La economía está
estancada y los repuntes son posibles por una política laboral de submileuristas.
Ganar mil euros ya es un “pelotazo”.
Se pueden hacer muchas
lecturas. Quizás hemos caído del sueño utópico de la prosperidad sin límites, a
la realidad de la vida donde ganar para vivir cuesta un esfuerzo no pequeño.
España inmersa en ese
encierro sin vallas que asola Europa, sigue siendo diferente. Sorprende que
aquí el único populismo, sea de izquierdas en una forma muy española de anarco-comunismo.
Después de muchos años acusando al PP de
extrema derecha, la verdad parece más bien una derecha
floja y navegante. Rajoy,
caballero de la mano en el pecho a la gallega, podría ganar el Premio Nobel del
cuajo y de la supervivencia a todos los cordones sanitarios que le pusieron.
A todo esto Urkullu dice
que en un mundo globalizado “la independencia no tiene sentido”. Una expresión
de largo alcance.
Aquí la auténtica
ultraderecha, fascista o religiosa no consigue ni un diputado, a pesar de que
su alimento es el incumplimiento por el PP, de todo su programa. Como Tsipras en Grecia, los líderes se ven desbordados por el plato de lentejas. ¡Qué duro
es caer del plato de langostinos a las lentejas!
Si Trump y Putin se
entienden, Europa regresa a sus “esencias”, a las tradicionales raíces premodernas. La
previsible victoria de Dillon en las próximas presidenciales francesas es un
marcador de los nuevos tiempos. También lo fue cuando el Presidente Holland sin vergüenza y sin pudor, laico, socialista y
tal vez masón, da su pésame personalmente al Papa Francisco con motivo del
degüello del P. Jacques en Bretaña. Y lo mejor es su comentario: “Ningún
trabajador aguanta hasta los 84 años sin más exigencias”.

Me conformaría con que, como
dice la Constitución y las Naciones Unidas, los padres pudieran escoger el tipo
de educación que quieren para sus hijos
y que aflore la economía sumergida para salvar las cuentas del Estado.
Y si no es mucho pedir,
que se robe menos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario