Artículo publicado en el periódico Ideal junio 2021
domingo, 13 de junio de 2021
Información y control social
A medida que nuestra
sociedad encerrada se fue convirtiendo en “avanzada”, el flujo de noticias fue
decreciendo con celeridad, descendió la venta de periódicos y revistas,
empezamos a entrar en la era digital y llegó la masiva invasión de todo tipo de
información, a través de las redes sociales, sin garantía alguna de veracidad.
En realidad, la información,
se ha convertido en simple opinión, a la que hay que agregar la publicidad y
las falsas noticias.
La llegada de los móviles de
4ª y 5ª generación nos gratifica con la sensación de estar comunicados con el
mundo entero, a la vez que el mundo entero está perfectamente informado sobre
el color de nuestros calcetines. A no tardar recibiremos un spam de calcetines
del mismo color de los que llevamos puestos.
En muchos medios de
información orales, escritos y digitales se limitan a registrar una noticia
impactante, lo que ocurre en Gaza, visto por encima, a lo que sigue abundante
información sobre un degüello doméstico en Villadondiego.
La información sobre la
pandemia ha sido exhaustiva y siempre incierta, contradictoria e inquietante.
Ha funcionado admirablemente, como esas mantas con que se cubren los vecinos de
Carcagente y que tapan no sólo la boca sino las demás partes sensibles.
En resumen, la persona ávida
de información, insatisfecha con el consumo insulso diario, debe introducirse
en los recobecos de Internet, donde para hallar una verdadera información, es
como encontrar una aguja en un pajar.
La cantidad de información
está en razón inversa de su virtual interpretación y manejo selectivo.
En este asunto, el Gobierno
no nos lo pone fácil porque generalmente se limita a cacarear resoplidos opacos
y no admitir preguntas.
Si los gigantes digitales
están perfectamente informados sobre el color de mis calcetines, el Gobierno,
no lo está menos.
Se insiste mucho en la
libertad de expresión y manifestación y aunque los sindicatos están silenciosos,
en esta legislatura, se trata de derechos necesarios.
Poco se dice de la libertad
de información porque se da por supuesta. No deberíamos darla por supuesta.
La información parte de las
fuentes validadas como las Agencias nacionales e internacionales y son
filtradas, en la medida de lo posible por las fuentes de financiación.
Democracia sin libertad de
información y sin libertad de enseñanza, hurta a la opinión pública del
conocimiento de los hechos y le impide entender la legislación.
Las docenas de
decretos-leyes que han dado paso a normas que difícilmente serán asimiladas por
Bruselas, han sido documentos sin consenso y sin preguntas.
El Gobierno tiene miedo a lo
evidente y la manera de esconder el miedo es el ejercicio de descaro a que nos
tiene acostumbrados el Presidente y la mayoría de sus ministros.
La Diputación permanente de
las Cortes, lo va a probar todo, porque hay una mesa de negociaciones por medio,
en las que se trata de la independencia. Esa mesa durará lo que haga falta para
el final de la legislatura con “glamour” de diálogo y carestía de resultados. O
sea que la legislatura está garantizada.
Haría falta una Comisión de
Control de la información y de la libertad de información que no debiera ser un
organismo gubernamental- un “Ministerio de la Verdad”- sino social y cuya
función fuera la contraria de la censura de prensa: Garantizar que la
información verdadera fluya con toda libertad.
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