Artículo publicado en el periódico Ideal, agosto 2022
Interpretar lo que está pasando requiere saltar de lo inmediato y
particular, de lo provinciano y nacional al contexto mundial.
Son muchas las perspectivas y es conveniente distinguir las causas de
los efectos.
Los datos más relevantes nos remiten al 11 S, al Oriente Medio, a la
crisis financiera del 2008, a la pandemia, desembocando tal eslabonamiento de
sucesos en una muy probable recesión mundial con sus secuelas de paro,
inflación y guerra.
La lectura diaria de noticias no permite grandes vaticinios ni anticipar
soluciones desde nuestro modesto nivel. Tanto más cuando los Gobiernos de todo
el mundo vacilan en un mar de incertidumbres.
Uno puede estar preocupado ante un examen o un diagnóstico, pero la
incertidumbre global se parece mucho a un ataque de pánico en donde lo que se
teme no es nada concreto sino todo en general.
Las nuevas cepas ómicron, azotan China que con su drástica política de
tolerancia cero, ha confinado a macrociudades como Shanghái y Pekín con docenas
de millones de habitantes. Su economía, específicamente por esta causa, está
decreciendo de modo alarmante.
Algo muy parecido ocurre en Estados Unidos donde la inflación y el paro
son simultáneos a la crisis política interna.
Europa tiembla pensando en el frío que llega del Este y los países árabes
necesitan con ansiedad el gramo que les llegaría de Rusia y Ucrania.
Ante este panorama no querría tentar la salud mental del lector sino
subrayar algunos puntos que permitan encarar la situación con serenidad.
1. La globalización es un efecto directo del incremento vertiginoso de
las comunicaciones, al uso masivo de Internet, al aumento de las relaciones
comerciales y al turismo. Lo hemos querido así no fue inevitable, no es un
destino.
2. Ese contexto nos hace corresponsables, solidarios, en el sentido de
que, según el efecto mariposa, si alguien tose en Crimea o en la central
nuclear de Zaporiyia, nadie se va a librar de los efectos, tanto de los
negativos como de los positivos.
3.El dinero líquido está desapareciendo, una derivada de la existencia
de Internet, sujeto además a la devaluación, quedando pocos lugares de refugio
para el ahorro individual.
4. La característica común de estas situaciones es que aparecen como
imprevistos, e imprevisibles con lo que la política de los estados, va dando
palos de ciego.
¿Cómo Vds. y yo mismo podemos afrontar este estado global de
contradicciones?
En primer lugar, con humildad. No podemos hacer nada ni individual ni
institucionalmente. Cada célula social, la familia, los individuos deben cuidar
de su propio ámbito y tras asegurar lo propio, ayudar a los cercanos a hacer lo
mismo.
No es sensato preocuparse del mundo mundial y abandonar el mundo
familiar y cercano.
Como el Destino sólo existe para el que se lo cree, resulta más
funcional creer en la Providencia, porque el Destino es fuente de incertidumbre
y resignación y la Providencia fuente de esperanza y de alegría.
Apostemos con Pascal:
Si no tienes fe, obra y piensa como si creyeras y ganarás las ventajas
del creyente.
Entre ellas se cuenta la esperanza. Nosotros no podemos salir del hoyo
que nosotros mismos hemos construido. Dios, sin embargo, nos cuida como padre y
hermano. Siendo Omnipotente, no podemos tener miedo.
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