Artículo publicado en el peridódico ideal, marzo 2017
La tecnología no es más que ciencia aplicada. En este juego
entre la teoría (que algunos dicen que no sirve para nada) y la práctica (que
algunos confunden con el pragmatismo) se juega el futuro de los hombres de
carne y hueso. Ese futuro o destino puede formularse así: ¿van a ser los
programas informáticos y el jaguar que los acompaña, los sustitutos de lo que
los antiguos llamaban “ alma?.
El alma es un término de origen religioso pero también
filosófico. Todas las religiones tanto orientales como occidentales, piensan
que en el hombre hay algo más que las apariencias visibles o que las entrañas
también visibles con las técnicas de neuroimagen. El alma, en cambio, es
invisible para cualquier dispositivo, como lo son los números y las ecuaciones.
La religión de los antepasados, los padres, está plenamente
vigente en la mayor parte de los países orientales lo que conlleva un respeto
por los ancianos. Los pueblos africanos de tipo animista también la practican
con resultados positivos en el orden social.
Fundamentar la vida humana en los ancestros sólo tiene
sentido si se considera que los antepasados siguen vivos en otro mundo. Esto
nos lleva a pensar que tras la muerte,
hay un nacimiento a nueva vida de otras características distintas de las
nuestras. El esquema es simple claro y orientador.
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El trans humanismo empieza a tomar cuerpo, como la ideología
propia de nuestro tiempo. Toda ideología trata de legitimar las obras, los
productos de una civilización. El fabricar una ideología siempre tiende a
justificar la por sí misma sin ninguna referencia a una instancia moral. En el
mejor de los casos en la ideología de la técnica, la ciber ideología podríamos extraer
consecuencias éticas, es decir, un sistema de referencias para la organización
social en la que está vigente.
Uno de los rasgos de la ideología es descansar en el
presente, proyectarlo hacia el futuro. Presente y futuro, forman un todo, un
pack, que no precisa de ulterior legitimación. Es el fin de la historia.
El futuro al que tiende la cyberideología, es una acumulación
de progresos técnicos que prolongan nuestro presente feliz hacía un presente
más feliz.
La ciencia y su tecnología, son un milagro y una lluvia de
beneficios para la humanidad. Siempre supone un doble filo que viene exigido
por la libertad. Con una impresora en 3D se puede hacer de todo, bueno y malo.
Nos quedamos con lo bueno y tratamos de evitar lo malo. Lo que es bueno y lo
que es malo ya no nos lo dice la tecnología.
No pretende la bondad si no la utilidad, se conforma con mejorar la vida humana
hasta su término aparente.
La cyberideología intenta fundamentar la autosuficiencia del
homo técnico. Como tal ideología no aportó ningún progreso añadido a la
tecnología. Suma, eso sí, un abanico de errores, siendo el fundamental la
eliminación de toda instancia moral superior al progreso tecnológico.
En el mercado libre del siglo XXI la demanda se prefabricada
mediante estrategias de publicidad social. Y la oferta que emplea esas
estrategias, consigue que el mercado se transforme en un régimen de monopolio: Se
crea en el consumidor virtual el deseo
adictivo de lo que le voy a ofrecer.
Eso ya no tiene nada que ver con la tecnología sino con su
ideología que trata de hacer creer que
el bienestar social es autosuficiente para dar sentido a la vida. La historia
queda reducida entonces a progreso tecnológico cerrado sobre sí mismo.
El hombre es un simple consumidor y la humanidad ya no es un
orden de personas sino una masa anónima e impersonal, una demanda global
manipulada.
¿Cómo abrir la concha sin estropear la perla? ¿Cómo conseguir que la formación de los seres humanos se base en
la libertad y no en el condicionamiento psicosocial?.
La reducción de lo bueno a producto útil ser cena la esencia
misma de lo bueno.
Insertar la utilidad en el marco más amplio de la bondad,
es, en el terreno de la significación, el objetivo que nos permitiría impedir
confundirnos con los robots que utilizamos y convencernos que el mundo virtual
es más bello que el real.
Esto significa que la utilidad debe subordinarse a la
gratuidad como explico Benedicto XVI en su primera encíclica “Cáritas est amor”
La codicia no se puede impedir por qué es una posibilidad
inserta en el ser humano como uno de sus motores de doble filo. Se puede
dignificar mediante una organización del trabajo que reparta el bienestar
social como el precio justo del trabajo que lo crea.
El método clientelar, de alimentar un país de parados
subsidiados, no es una ganancia social sino la creación de un ejército de
reserva. A fin de cuentas, vivir del presupuesto que se nutre delos impuestos de los trabajadores.
Es un nuevo modelo de lucha de clases, la dominante, los subsidiados,,
la dominada, los trabajadores.
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