Artículo publicado en junio de 2020 el periódico Ideal
Constitucionalidad es, a Constitución, lo que amistad es
a amigo. No es lo mismo hablar de la amistad que de mi amigo.
Van emergiendo nuevas formas de constitucionalidad por la
vía de la interpretación política que, además, tiene como titular un grupo de minorías
coaligadas. De ellas una parte sustancial son inconstitucionales por vocación y
sentencia judicial.
Entre las minorías “más constitucionales” que forman el
Gobierno, la más inconstitucional es
republicana y comunista lo que hace prever que su hermenéutica va a ser, la que
ya es.
Han pasado más de cuarenta años de la vigencia de nuestra
Constitución, uno de los períodos más largos de las constituciones españolas y
parece que algunos políticos tratan segar la yerba bajo los pies de las paredes
maestras de nuestra Ley de Leyes.
Cualquier reformador inteligente sabe que tiene más
probabilidades de vender su reforma si con la misma ley en la mano, la
interpretación la decolora hasta el punto de hacerla irreconocible.
Todo cambia, la realidad social cambia y sus valores
también pero lo que no cambia es la ambición de reformar el poder desde el
poder. Es la forma más cómoda.
El Decreto de Alarma esta previsto por la Constitución
como lo están tantas cosas pero las leyes son un guante que toma la forma de
las manos que lo tocan.
Al amparo de tal excepcionalidad y con toda la población
embozada y amedrentada, se toman disposiciones de gran alcance que se prevé difícil
redireccionar.
Denunciando al Rey emérito se apunta al desprestigio de
una monarquía que ha sido esencial para el tránsito pacífico desde la dictadura
a la democracia. El sesgo interpretativo consiste en anotar que se cobraron
comisiones en un país donde todo el mundo de todos los colores cobra
comisiones.
El talante moral del Gobierno que promueve la eutanasia,
se ha evidenciado, cuando desde el Mando Único, se abandonan los ancianos con el pretexto de que
las competencias sobre las Residencias, están reservadas a las Comunidades
Autónomas.
Asustados por el comienzo caótico de la gestión de la
pandemia, se toman ahora medidas drásticas cuando menos falta hacen, si
atendemos a las medidas que se toman en los países del entorno.
La gestión económica de la crisis dejará probablemente
pequeño al caos sanitario inicial. Las medidas que se están tomando han
comprometido ya al turismo de este año con lo que el desplome del empleo viene
tras el desplome del 14 % del PIB.
Los ciudadanos se
esfuerzan en confiar en aquellos responsables económicos que, al parecer, no
obedecen a las voces profundas que hablan desde la eternidad del destino de la
historia.
¿Qué se salva, entonces?
Por de pronto el salvador, pues tener un gobierno en
estos momentos es un punto de estabilidad. Se salvan muchas Comunidades
Autónomas que entienden de sentido común. Se salvan, los médicos y sanitarios
que--¡cuidado!- se contagiaron uno de cada cuatro-llevando mascarillas. Se salva
Margarita Robles que no habla a dos lenguas. Se salva la Guardia Civil incapaz
de hacer a la vez de “p. y de Ramoneta”. Se salva la filosofía que nunca llegó tan
alto en el manejo de comodines.
¿Cuántas fortunas se están haciendo en nombre de la
justicia y la igualdad?. ¿Cuántas leyes esenciales como la de Educación nos van
a pasar con mascarilla, o sea ante las narices sumisas y obedientes?
Los pronunciamientos militares al estilo de Pavía, Primo
de Rivera o Tejero, tienen poco recorrido.
Ahora se subvencionan algunos medios, se coloca a los
disidentes próximos, en Consejos de Administración de alta remuneración y todo en nombre de la
igualdad.
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