Artículo publicado en el periódico Ideal, marzo 2022
La geografía y el clima forman las coordenadas, la corporalidad, de
un país y el marco de su historia. Con la excepción de Portugal volcada a
las costas de África y Asia, España mirando a las Américas, mantiene su
continuidad histórica.
El Estrecho de Gibraltar nos hace tierra de paso mientras que los
Pirineos forman frontera, aunque hoy mucho menos.
Carlomagno llegó a Barcelona, pero tuvo que volver sobre sus
pasos, lo mismo que Napoleón y mucho antes los normando, picotearon
nuestras costas sin conseguir afirmar una cabeza de puente.
En Hendaya, Hitler quedó convencido de que nosotros seríamos
más una carga que un aliado, dada nuestra inmediata guerra civil. Los
alemanes escaparon de la península hacia su tumba en Ucrania.
Marruecos nunca ha sido un paraíso y aparte de los muchos
muertos que dejamos en sus tierras en los dos últimos siglos, siempre
nos trajo problemas desde muchos siglos atrás.
Es curioso como el modelo ruso de invasión híbrida sea imitado
meticulosamente en Ceuta y Melilla, tras dejarnos una bomba de efecto
retardado en el Sahara Occidental.
De todo lo cual se infiere que la personalidad geopolítica de España
sigue estando donde siempre estuvo y las fuerzas centrifugas del interior
amainan ante los graves problemas del exterior.
La ideología ha pesado siempre sobre nuestra economía.
Antaño por los valores cristianos y ahora por los valores europeos
que suman libertad y sexo.
Entre estos valores está el miedo a lo nuclear que contamina, aunque,
bien pensado, más contamina el hambre, las vacas y el transporte de
tierra, mar y aire.
No importa porque compramos la energía nuclear de Francia y el
gas de Argelia.
Afortunadamente tenemos un Presidente, maestro en equilibrismo
que sabe resucitar desde la nada, apoyarse en las mujeres, quitarse de en
medio a los considerados ministros clave y a los cerebros en la sombra.
Prometer el oro a los independentistas y darles y quitarles el
diálogo cuando le parece.
En la próxima cumbre de la Nato, en Madrid, tendrá ocasión de
hacerse todas las fotos de todos los perfiles.
Una situación nada envidiable porque los acontecimientos le
obligan a tomar una decisión muy difícil, incluso, para su carácter
versátil: tomar el camino de la verdad o sea de la realidad.
Nuestro socio y amigo, los Estados Unidos, quieren hacer de
Marruecos una plaza fuerte, una barrera frente al islamismo que aprieta
desde el Sáhara y permite a su socio preferente jugar todas las bazas.
No había otro camino que desdecirse de todos los presuntos
valores del mayo del 68 (“hacer el amor y no la guerra”)
Sólo así podemos entrar en dirección a la guerra de la NATO cuyo principal
valedor, los Estados Unidos, se han convencido de que organizar guerras para
perderlas es muy fuerte.
Esa guerra ya declarada contra Europa por el impasible Putin y que podría
tener como confortable país neutral a China.
Occidente, el Louvre, los Medici y el Código Napoleón quedarán hechos pasta
fina bajo botas y tanques.
Los países europeos se configuran frente a Rusia, como lo hizo Francia en
1940 frente a Alemania. Ahora es Alemania la que se rearma, ahora le dejarán
armarse. Entre Alemania y Rusia sigue habiendo Polonia y ya se ve que las
cosas no han cambiado.
Nosotros podemos aportar sol y playa y allí arriba los astures junto con los
vascones y cántabros, hace más de un milenio que nos sacaron las castañas
del fuego.
De Albacete vienen las navajas que tanto sirven para reyertas entre bandas
latinas como para las guerrillas de Ucrania.
¡Y la luz sigue subiendo!
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