martes, 30 de julio de 2024

Móviles y fuerza creativa

 Artículo publicado en el periódico Ideal, julio 2024


Es difícil poner puertas al campo y límites a los móviles. El llamado

progresismo intenta resolver todos los problemas, especialmente los

educativos, con cataratas legislativas que lavan la imagen de quienes

están convencidos de que “hecha la ley hecha la trampa”.

El móvil es una ventana al mundo o, mejor dicho, a casi todos los

mundos, salvo uno, el de la creatividad. Es tanto y tan atractivo lo que

nos ofrece en todos los temas, tanta la velocidad de comunicación que

nos facilita, que hace falta tener muy claro lo que uno espera de la vida

para no sumergirse en los mundos que han creado otros con el fin de

atraernos y consumirnos como usuarios. Algo así, hace la araña con el

insecto en su tela.



Manejar el móvil como manejar un avión requiere, salvando las

distancias, mucha práctica, y cualidades morales de serenidad, equilibrio

y cautela que es más propio de los pilotos que de lo adolecentes y menos

de los niños.

La tecnología digital, desde una sencilla Tablet a los superordenadores

de la IA, presupone para su uso feliz, el ejercicio de la libertad.

Aunque parezca extraño decirlo, la IA es un resultado de la libertad

creativa de millones de colaboradores, o de un escaneo por todas las

bibliotecas del mundo y una sabia combinación ordenada, pues para eso

están los ordenadores: de una materia prima que no serviría de nada si

pareciera un gazpacho.

Todas las bibliotecas, todas las películas, toda la música, los videos y

sin otra pausa, que la que le des, pinchando la tecla correspondiente.

Una maravilla.

Olvidándose del “prohibido prohibir”, la progresía, en ese caso, en

consenso con la tradición, se ha propuesto poner difícil el acceso al

móvil, para permitir que los chicos tengan tiempo para estudiar lo que

toca.

Es fácil construir aplicaciones que filtren contenidos y por módico

precio, facilitar a los padres o, a la comisaría del distrito, información

sobre lo que ven sus hijos o si están en clase o haciendo pipí. También

vale para evitar que los niños entren en chat GPT para contestar sus

exámenes.

La ley es un sucedáneo de la virtud como la metadona de la heroína.


La democracia, tal como la pensó Spinoza, tiene como fundamento

mantener el orden social a falta de la virtud de los ciudadanos. Se

sospecha que el ciudadano en general es un delincuente y por eso

existen leyes.

Partiendo del principio de que donde no hay libertad, no hay

humanidad, mi opinión es que el mayor objetivo de la educación no es

acumular datos sino formar personas. Las máquinas hacen muy bien su

función de acumular.

La libertad, sin embargo, está en la interpretación.

Estimular la creatividad en nombre de la libertad, ese debiera ser el

objetivo.

Formar personas es crear hábitos, pues la repetición inteligente de

actividades como el mismo deporte, la música o los idiomas, hace buenos

músicos, deportistas y profesionales.

Los métodos educativos han evolucionado para bien en muchos

aspectos: el trabajo en equipo, la participación, el anti-dogmatismo y

hasta la supresión de la tarima.

En ese espacio de libertad de estos métodos, hay algunas fisuras

graves: el desprecio de la memoria que permite orientarse en el mundo, la

ausencia de modelos ejemplares, haciendo del profesor, un burócrata. A

eso, hay que añadir el mundo digital que favorece el aprendizaje

subrogado casi tanto, como lo estorba.

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