domingo, 22 de septiembre de 2024

La cabeza del corazón

 Artículo publicado en el periódico Ideal, septiembre 2024


La migración no cesa. Como un manantial de vida, como un manantial

de muerte. Los espectadores contemplan el espectáculo desde un asiento

preferente: el mirador acaramelado de la sociedad del bienestar.

Lo positivo está en que todos queremos una solución urgente, que

resuelva el problema en su raíz.



A la hora de decidir, el corazón de aquellos que todavía lo tienen,

piensan en la apertura de fronteras, en el acogimiento y en la solidaridad.

Los que temen una invasión de razas y culturas distintas con costumbres

desconocidas, sienten pánico y optan por la expulsión pura y simple.

Estamos ante gente que prefieren morir en el Océano que vivir en la

miseria, las epidemias, las guerras, o sea el apocalipsis perfecto, sólo una

salida: Europa.

Las migraciones masivas que han hecho historia y que han variado su

curso sin posible vuelta atrás, se pueden consultar en cualquier atlas

histórico: romanos, bárbaros, normandos, musulmanes, sin contar

aquella originaria migración del Homo sapiens desde el Sur de África

hasta Asia, pasando por Palestina. Los mongoles, los turcos. Todos han

sido invadidos y todos han sido invasores.


(Fuente: wikipedia, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Migraci%C3%B3n_humana_fuera_de_%C3%81frica_mapa_ADN_gen%C3%A9tico.png)

Hubo momentos felices en que una reacción decidida consiguió

detener las mareas humanas, los griegos detuvieron a los persas.

Bizancio resistió mal que bien más de mil años a bárbaros y musulmanes.

Esta capacidad de resistir el vendaval migratorio, es fruto de una síntesis

de espíritu y táctica porque en general los persas eran una masa

aplastante y los griegos una minoría. Lo mismo los bizantinos frente a los

turcos.

Sabemos lo que podemos hacer por las bravas: nos lo muestra la

actitud exterminadora de Israel en Gaza y Cisjordania. Una solución final

del problema por la vía de la aniquilación.

Un cristiano no puede decir o pensar lo que Trump: “Dejar a Netanyahu

acabar su trabajo”.

¿Qué cabe hacer ahora?

Las devoluciones masivas no sirven porque los que vinieron volverán

indefectiblemente. Nadie espera que expulsando narcotraficantes se

resuelva el problema de la droga.

Los planes de una estrategia circular que ha tenido éxito en la campaña

de la fresa o de los trabajadores marroquíes que tras su trabajo en Europa

regresan cada temporada a su país, tampoco es solución por la diferencia

esencial entre Marruecos y los países del Sahel en guerra permanente

contra el yihadismo.

La gente de Mali, Níger, Senegal viven en la nada y desean no sólo

salvarse en Europa sino ser europeos, encontrar un hueco de

supervivencia.

Europa está encaminándose hacia una política de expulsión sino a algo

peor: resolver la migración por el hambre. Nosotros somos incapaces de

tomar estos caminos que generarán odio, venganza y un estado

permanente de desasosiego. Tenemos el ejemplo en Israel con la lenta,

pero eficaz instalación de los judíos que han creado un estado

permanente de odio contra los árabes. Una situación única en la historia

pues los judíos, en otros tiempos, han colaborado con los árabes, en

España, el Magreb y en Oriente Medio.

Hay que evitar el bucle creado de migración, expulsión y vuelta a llegar

a nuestras costas.


Hay que racionalizar el corazón mediante planes inteligentes de

integración, acogida y educación. Las personas que nos llegan no son la

gente más pobre sino aquellos que sus familias pueden pagar su viaje.

En muchos casos gente universitaria y cualificada.

Es necesario sacar partido de este destino inexorable y visualizarlo

como Providencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario