Artículo publicado en el periódico Ideal en Noviembre de 2017
La naturaleza de los conflictos bélicos presenta algunos
factores invariantes y unas cuantas variables. Parece que, a primera vista, una
guerra es una ecuación. Se repiten unas constantes y siempre encontramos alguna
novedad.
Este planteamiento analítico de la guerra como ecuación,
puede facilitar su comprensión e interpretación
Hay actualmente en el mundo en torno a cincuenta guerras
civiles, dentro del propio país o entre países o alianzas de varios
estados. La mayoría de estas contiendas
se dan en países pobres y se concentran casi todas en África.
También por efecto de
la globalización, ha surgido en las últimas décadas, un tipo de guerra a
semejanza de la tradicional guerrilla pero con rasgos específicos: el
terrorismo y su estructura policéntrica y global que han empleado los islamistas radicales.
En Asia, el islamismo
se hace notar en la provincia nororiental de Sinkiang en China. En Birmania, el
islamismo es machacado por el gobierno budista.

Las guerras ideológicas o de tipo étnico o religioso, son
las más duras para la población porque el enemigo es considerado como la encarnación
del Mal mientras que el Bien es el emblema de los agresores o a la inversa.
Esta proyección de las razones de la contienda a esas
entidades absolutas permite las guerras de exterminio, las depuraciones y
exilios masivos.
Los intereses económicos son una invariante. Los
territorios, hoy se disputan el gas o el petróleo. También hay motivos
estratégicos y geopolíticos como el control del Mar Rojo y del Cuerno de Oro,
Hitler esgrimía la teoría de la expansión vital, la necesidad de espacio.
Los individuos responsables de los conflictos, a veces son
personas concretas, cuya intervención los impulsa. Pensemos en el káiser
Guillermo II y en Hitler.
Los Estados Unidos han sido protagonistas de varias guerras
en el siglo XX y XXI. Dada la estructura democrática del pais, donde la
separación de poderes es muy estricta, los protagonismos no se derivan del
carácter de un individuo sino de los intereses
de las instituciones en bloque. El Presidente no puede iniciar un
conflicto sin contar con la aprobación del Congreso que debe financiarlo.
.
En todas las guerras se usa siempre una cobertura ideológica
cargada de sentimiento y emocionalidad sin las que sería difícil motivar a las
tropas. Si este factor decae, como en la Guerra del Vietnam, la guerra toca a
su fin.
En el ámbito moral, las conciencias se polarizan entre el
deber de defender a la patria y la objeción de conciencia de quienes consideran
la guerra como un crimen. Entre los primeros cristianos se dieron las dos
tendencias de opinión.
¿Existen guerras justas? En la Edad Media, se elaboró una
teoría de sobre qué caracteres tiene que tener una guerra para considerarla
justa. Es un tema difícil sobre todo si contamos con la cantidad inmensa de
muertes militares y civiles y todos los abusos que se dan en ellas. La teoría
se remonta a San Agustín y ha tenido ilustres defensores.
Las guerras modernas, son exterminadoras por el impacto de
la tecnología que en su límite, como en el caso de una guerra nuclear, es por
sí misma el mayor mal.
Sólo pensar en que una cierta arma puede disparar cien balas
por minuto, se imagina uno, cómo estamos: en un progreso que lo carga el
diablo.
Gandhi y su doctrina de la no-violencia, derrotaron al
Imperio británico, el pacifismo se ha
extendido en todas partes. Va ligado casi siempre, al prohibido prohibir, a la
ideología de género. En ocasiones puede ser instrumentalizado por los estados
para debilitar a sus adversarios.
La guerra es el peor de los males-se suele decir- pero no se
piensa en su causa, el pensamiento belicista que se emplea a fondo en aquel
principio repulsivo “el fin justifica los medios”.
Tampoco el pacifismo
puede llegar a impedir el ejercicio de la fuerza para el cumplimiento de las
leyes justas decretadas por la autoridad legítima. La permanente burla y
desprecio del principio de autoridad en los últimos cuarenta años, el no
ejercer la fuerza para hacer cumplir las leyes, supone un espíritu corrosivo
que convierte los estados en la víctima de poderes más altos como las
multinacionales.
La guerra es, en muchos aspectos, una regresión al estado de
naturaleza donde rige la ley del más fuerte. Es un fracaso de la civilización y
de la Ilustración que propugnaba la paz perpetua.
Son precisamente, los países más civilizados e ilustrados
los que han protagonizado las mayores guerras o bien se da el caso poco dudoso
que los grandes países propician un conflicto entre sí mediante países que
figuran de testaferros. Es el caso de Siria en donde la guerra más compleja de
este siglo, se acaba cuando las dos potencias han empleado eficazmente toda su
fuerza.
Guerras justas no hay ninguna, legítimas algunas, homicidas,
todas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario