Artículo publicado en diciembre de 2020, periódico Ideal
Las false news,
los bulos que al parecer invaden las redes, no es fácil que hagan subir la Bolsa
o que consigan invertir la tendencia del cambio climático. O sea que la
magnitud de su eficacia es discutible.
Los Gobiernos,
sin embargo, o mejor sus gabinetes de marketing, saben que son más útiles las palabras falsas,
las words/ swords, lo que podemos interpretar como palabras de doble filo semántico.
Tienden a emplear los términos en un
sentido convincente para el oyente pero ocultando el sentido malicioso.
Veamos algunas de
ellas.
En la Ley Celáa
se habla de la “integración” de los alumnos de educación especial en la
enseñanza normal. En nombre de la igualdad que se quiere entender como
justicia, los deficientes, síndrome de Down, paralíticos cerebrales, etc. van a
propiciar una revolución en la enseñanza, revolución que como todas las revoluciones será progresista
y que como todo lo progresista será el sumum de la felicidad.
Podemos observar
que hemos empleado varias palabras entrelazadas que tienen todas ellas doble
sentido y que en el paradigma del progresismo global, se sobreentiende que son
todas benéficas y deseables y que quien no lo crea así, es un negacionista
despreciable.
De la integración- todo se puede integrar con
todo- pasamos a la igualdad que todos sabemos que es ápice de la justicia como
se demuestra en el valor que alcanzan los títulos obtenidos con suspensos si
los comparamos con aquellos que llevan detrás mucho estudio y esfuerzo.
Palabras tan
nobles aplicadas a los alumnos deficientes, ignoran el alto nivel alcanzado por
la educación especial que en los últimos cincuenta años, ha conseguido con
profesionales especializados, instrumental adecuado, grandes adelantos,
haciendo hablar a los mudos y hacer andar a los cojos.
Lo que no se ha
conseguido en el ancho mundo es hacer iguales a los diferentes.
Muestran un gran
corazón los que quieren igualar a los tetrapléjicos con la normalidad estándar.
Como lo mejor es que los deficientes sean normales, lo obvio es introducir en
cada aula de niños o jóvenes sin problemas junto a aquellos otros cargados de
problemas.
Ya dijo el Sabio
que lo mejor es en muchas ocasiones, enemigo de lo bueno y esto es ciertamente
a lo que vamos.
El lado oculto de la palabra integrar es el
significado “ahorrar”. Si de un plumazo se elimina la educación especial y la
pedagogía terapéutica que tantos años de investigación y experiencia han
costado en España, conseguiremos equilibrar el presupuesto y disminuir el déficit.
Es otro asunto pero lo mismo cabe decir de la “muerte feliz” mero
marketig con vistas al presupuesto.
No sólo la
motivación económica anda en este doble juego de los términos sino también el
proyecto global de uniformar al personal en el marco de los ideales más nobles.
Tampoco se
atiende a lo que opinan los padres de las criaturas, aunque sabemos lo que
opinan sin que nadie se lo pregunte.
También es
colosal el daño que se hace a la enseñanza en general al “integrar”, por mor de
la justicia los que no pueden ser integrados. Los deficientes o “simplemente
“diferentes”, se frustrarán en un aula de alumnos “no diferentes”, a la vez que
estos alumnos “normales” retrasarán su avance en el programa.
Esa igualación se
vende como bondad y justicia y es un daño positivo para los iguales y los menos
iguales.
Hay expresiones
que ocultan lo que manifiestan y en tanto lo manifiestan. Así como la
investigación de los bulos ocultan la censura.
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