Artículo publicado en el periódico Ideal en julio 2022
Las ideologías nacieron con el Homo sapiens, constituyen una
especie de mitología que se inventa el Poder para edulcorar y lubrificar
los engranajes de su dominación.
Los ilustrados franceses fueron los primeros en emplear el término,
aplicándolo al largo período histórico que Voltaire llamaba “gótico”.
Lo “gótico” como lo “bárbaro” suponía lo inculto, lo rudo mientras
que lo moderno-el siglo de Luis XIV- representaba lo refinado, la
exaltación del “esprit”, una noción que no llegaba más allá de la
coquetería de los salones.
A la vez que el término se empleaba contra el “Antiguo Régimen”, la
ideología creó un descomunal aparato de propaganda que fue la
Enciclopedia. Suministró energía intelectual a las clases burguesas
para forzar la Revolución.
En los últimos tres llamados años, la Coalición ha preparado una
larga serie de decretos leyes que serán sin duda convalidados en el
Congreso a no tardar.
Esas leyes responden a una ideología que se denomina a sí misma
progresista y que no tiene que ver ni con el progresismo de la Primera
República ni con el de la Segunda sino con la mitología de reciente
factura de la que se sirve la Coalición para legitimarse como el
proyecto político mejor de los posibles.
Tal es el dogmatismo y la intención totalitaria de ese Proyecto que
Sánchez con ocasión de los últimos incendios, llegó a decir que los
“negacionistas” eran peores que los incendiarios.
Con la misma energía se dicta que la infancia decida su sexo
tempranamente, que las matemáticas se deben explicar con
perspectiva de género, que la energía nuclear no es verde, que no se
“puede” opinar de los últimos ochenta años de nuestra historia, que la
pederastia es una cosa de los curas y que la protección de menores en
ciertas regiones son modelos de ejemplaridad.
El cambio climático es una evidencia, lo que no veo tan claro que
sea generado por el sistema productivo. Hay que recordar los miles de
cambios climáticos perfectamente documentados por geólogos y
paleontólogos: glaciares, calentamientos cuando no había humanos.
La realidad es irresistible pues ella y la naturaleza tienen una
libertad de la que no gozamos nosotros.
Surge de pronto la excepción que es, “la regla de la regla” y el Sr.
Putin que no cree en la mitología de Bruselas en todas sus ramas y
secciones, pone toda la ropa a ventilar.
No existe el menor rubor –aun estando a 43º de temperatura- de
volver al carbón, a las nucleares porque al parecer, no sabíamos que
Rusia y Ucrania tenían la llave de nuestra energía y de nuestra alimentación.
La sociedad del bienestar, verduras y vegano, la protección del lobo
mejor que la del cordero, saltan por los aires ante realidades tan
objetivas como que hace calor y que nos hace falta gas y petróleo.
Cuando USA, Rusia y China son los países más contaminantes y no
están por la labor climática, surge la pregunta de ¿quién se está
equivocando?
Lo más grande, no es que se equivoquen, sino que amenacen con
el entredicho y la coacción a quienes, por conciencia, defendemos la
libertad de expresión, de pensamiento, de educación, de religión, etc.
Pedro Sánchez ha demostrado ser tan flexible como haga falta. Ser
flexible es un rasgo de sentido común. Se ha visto en el asunto de
Marruecos.
Toda la ideología del tercermundismo, se cambia en media hora a la
menor presión de quien puede hacerla.
A la larga, la libertad -en última instancia- la posee por el momento,
“la fuerza irresistible de la Naturaleza”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario