viernes, 3 de mayo de 2024

¿Puede la IA predecir la guerra mundial?

 Artículo publicado por el periódico Ideal el 23-4-24


Todos los pueblos y culturas han querido anticiparse a los

acontecimientos. Los adivinos y profetas han estado siempre en la

nómina de reyes y dictadores. Su capacidad procede no de los dioses

sino de la naturaleza humana, que, dotada de memoria, tiende por su

propia estructura a recordar y a anticipar el futuro.

Hanna Arendt, pensadora judía no sionista, cerraba la Edad Moderna en

el momento de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki. En

esos bombardeos, la humanidad se demostró a sí misma que era capaz

de autodestruirse.



La Ilustración predicó la paz perpetua y fraguó la revolución

permanente que, a través de la revolución industrial, fabricó todo lo que

quiso convirtiendo a sus productos en condiciones de sí mismos, hasta el

extremo de que sus productos se convirtieron en sus productores.

El liberalismo se abocó a crear un mundo alternativo, al natural y ese

mundo inhumano y antihumano es tan poderoso que los automatismos

llevan al sometimiento del hombre a la máquina.

Vivimos momentos de emergencia en donde las máquinas, la IA y la

guerra son los personajes de un escenario que se presenta atroz.

Ningún ser humano, hoy ni nunca, ha controlado todos los

acontecimientos ni naturales ni humanos.

Los Servicios de Inteligencia almacenan información significativa y

esto se ha hecho siempre. Ahora tanto la cantidad de información como

su interpretación, ha tomado un tamaño desmesurado.

Por extrapolación, es fácil imaginar lo que podremos anticipar y

prever cuando la información, venga dotada de tecnología capaz de

almacenar toda la información, interpretarla y servirla con la salsa o

sesgo de los “chef” que dirigen el cotarro.

Pues en los bordes del infierno terrestre, ya tenemos en marcha la IA,

los superordenadores cuánticos y el lenguaje digital.

Hanna Arend advertía allá por los 60, que un rasgo de la muerte del

hombre era la desaparición del discurso que sería sustituido por el

lenguaje digital. Todo esto ya está sucediendo.

También el trabajo que perfecciona al hombre y a la vez lo condiciona,

va progresivamente desplazando al individuo humano.

No creamos que la tecnología es tan inmisericorde que deja a los

hombres desamparados. Necesita que estén entretenidos, por todo lo

alto. La máquina abandona a la humanidad, a las tetas de sus placeres,


altamente sofisticados. Sin el sudor del trabajo, sin la “pesantez” de la

familia, al hombre sólo le queda gozar mientras su “hardware” aguante.

La droga, cada vez más mortal, por más sofisticada que sea, el sexo o

el alcohol, las drogas de siempre, los viajes de turismo sexual a Tailandia,

las navegaciones a la estratosfera.

Por la misma época Marcuse abundaba en el vínculo del eros con la

muerte y Foucault trocaba la lucha de clases por la lucha de sexos.

Entretenimientos para los que están cansados de este mundo, quieren

sustituir el cielo por el firmamento. Pues éste se toca, pero el cielo de

verdad, se piensa.

Cuántos predicen, cuántos adivinan y cuántos actúan por impulsos,

antes de pensar.

La IA como recurso tecnológico para evitar la guerra, pero ¿Es posible

que una súper máquina que trabaja por estadística y a grandes

velocidades de computación pueda prever y evitar la guerra?

La guerra es un fenómeno muy simple que apareció en el Paleolítico

superior: La guerra, en esencia, es acogotar al prójimo con garrotes,

hachas y en tiempos succionarle la médula. En puridad, la guerra es un

“quitar de en medio al prójimo”.

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