Artículo publicado en l periódico Ideal, junio 2024
La inercia, la atracción y repulsión y la acción-reacción, son leyes de la
mecánica de Newton que, salvando el principio del libre albedrío, a veces,
parecen atravesar los acontecimientos.
Existen sociólogos como Luhman que dicen sentir al analizar un
conflicto bélico que están ante un complejo de reacciones químicas. El
libre albedrío personal no está en juego, pero en ciertas situaciones los
individuos ven como los acontecimientos les desbordan. No hace falta
irse a las guerras sino en el contexto económico, la oferta y la demanda
escapan del control del individuo medio e incluso del Estado
Es frecuente que cuando el mercado salta de sus límites, un sector
quiere intervenir el mercado y esto en direcciones contrapuestas, pero
con un denominador común.
Unos quieren suprimir el mercado, otros regularlo, intervenirlo. No sólo
por razones ideológicas, a modo de prejuicio sino porque si no hay oferta
de un producto, los precios suben. También suben si hay exceso de
demanda.
El individuo en su pequeño mundo puede evitar, aunque no siempre,
los efectos perversos de estos cambios mediante el ahorro, el control de
gastos e inversiones, etc.
La macroeconomía no la controlan ni los individuos ni el Estado. Hoy
en día, los Estados tienen en las multinacionales, la medida de su zapato.
¿Cómo nacen y se desarrollan la extrema derecha y la extrema
izquierda?
Ambos polos, positivo y negativo. Ambos se repelen porque lo esencial
de su configuración no es el par derecha-izquierda sino el denominador
común, extremosidad.
Los extremos nacen, en mi opinión, del colapso del Estado. Esta
situación desencadena la aparición de blancos, rojos o azules.
El vacío de poder y la impotencia del Estado, da lugar al estado fallido,
cuyo espacio lo ocupan las bandas de pandilleros o de mafias. También
se puede decir que al vacío de poder le sucede irremisiblemente el caos.
El caos político-social es invivible y los individuos sólo pueden
defenderse a sí mismos o agruparse con otras familias afines, con la
intención de restaurar el orden.
Ejemplos de estos movimientos los tenemos en Sudamérica y África,
desgraciadamente. Haití, un caso “de libro”.
En estas situaciones, la negociación o el pacto son muy difíciles y los
restauradores del orden tienen prisa. No creen que quepa otra solución
que la acción directa, sin mediaciones
La acción directa es otro rasgo común a los polos extremos.
Pero ¿Por qué los polos son dos y no múltiples y por qué si son
múltiples suele acabar el enfrentamiento, entre dos polos, difícilmente
reconciliables?
Los extremos se demonizan mutuamente o algo igualmente peligroso,
monopolizan la verdad absoluta de su causa y demonizan al otro sin
restricciones.
De un modo análogo a lo que ocurre en las pandillas, el individuo
queda preso en el espacio que le asignan estas leyes. Acaba en defensa
propia o de su familia, a adaptarse o entrar en la “resistencia”.
¿Cómo evitar la polarización?
Aparentemente los individuos como tales no son responsables y sólo
padecen los hechos de gran alcance histórico, social, económico.
Pueden, sin embargo, calibrar que la vida es buena y la muerte, mala.
En esto no cabe duda y evitar en lo posible las causas de la polarización.
El estado es un valor que protege la vida y es peor su vacío.
Promover la vida en todas sus dimensiones, repudiar la guerra, vetar la
acción directa, saltándose las formalidades constitucionales que son el
colchón que aleja la polarización.
Desconfiar de las ideologías que tienden a pensar que la fuerza
resuelve lo que la inteligencia no pudo resolver.
Y arreglar lo próximo, antes que lo lejano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario