lunes, 6 de abril de 2020

La pregunta por la verdad

 Artículo publicado por el periódico Ideal, 3 de marzo 2020

Hay un momento fontanal en el interior del hombre que le permite entrar
en contacto íntimo con la verdad. Es aquel lugar del tiempo en el que uno se
encuentra sólo consigo mismo. Siendo en el cuerpo, la víscera cardiaca, el
órgano más íntimo físicamente y siendo sus latidos lo más delicado, la soledad
de uno consigo mismo es más íntima todavía.
Es así porque en ese interior sólo y vacío, el hombre se encuentra pobre
y desnudo. No lleva joyas, ni maquillaje ni le sirve para nada la tarjeta de
crédito. No tiene nada, salvo a sí mismo.
Muchos, ante esta pobreza interior, se asustan y se lanzan velozmente a
los grandes viajes, en hoteles confortables del Tercer Mundo. Tal vez si salen a
los barrios de la periferia se sienten por un momento, sumergidos en la
falsedad. ¿Qué hago yo aquí? Tantos sufren y mueren injustamente, andan
desnudos o están presos en sus infiernos. ¿Qué hago yo aquí, un miserable
como yo en un lugar como éste?
En ese ecosistema que es nuestro interior no hay nada que pretender,
nada que poseer, nada que intrigar ni manipular Sólo conmigo, nada me limita.
Estamos disponibles para beber del manantial que no cesa, de dar gota a gota,
el sabor de lo verdadero.
Sería un error creer que esa descripción responde a la de un callejón sin
salida. El callejón sin salida donde nos metemos no es otra cosa que la
sensación de vacío cuando volvemos de una expedición hacia la felicidad de
los “Wall Street”, los salvajes moteros de Putin o los grandes cruceros a pagar
en doce meses sin interés.
Si se ha puesto el corazón en esas cosas, se ha engarzado el
diamante del alma en el cuello de un mentiroso.
Al final se vuelve siempre, porque el llamado mundo real está muy a la
intemperie, no hay por donde cogerlo y si le das fe, te sepulta en su irrespirable
zulo.
En la pobreza de tu interior que se sabe, realmente pobre y sin muebles,
habita la verdad. Esa experiencia interior es una verdad descomunal y por lo
tanto es una unidad de medida que permite discernir el bien mal del mal, lo
permanente, de lo fugaz.
No oirá el corazón, “la ovación sonrojarte de la muchedumbre”. Sentirá
cómo los altos directivos de la banca no le hagan ni caso. Su nombre ha sido
raspado de las piedras públicas como hacían los faraones con los nombres de
aquellos a quienes depusieron. Es duro, pero es verdadero.
Desde el corazón de la verdad ya se puede, cada día, salir al exterior y
apreciar el peso de lo que vale y de lo que no vale.
¿Es tan fácil, entonces, “decir lo que se siente”, en vez de “sentir lo que
se dice”?, Así leemos en el inmortal Quevedo.
En el corazón sin fronteras, uno tiene a la mano el poder decir lo que
siente. Los que podrían torcer esa verdad, no pueden entrar en ese recinto. Nohay dinero, ni premios, ni reconocimiento que puedan evitar un juicio
verdadero, salido del corazón.
La pregunta por la verdad no se responde desde la calle sino desde el
interior. Una vez encontrada, torna a la calle o a las redes. Es una semilla,
piedra de contradicción. En ella, tropiezan, unos para caer, otros para
levantarse.

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