domingo, 3 de noviembre de 2019

Cómo las minorías dominan a las mayorías

Artículo publicado en el periódico Ideal en agosto 2019

En cualquier organización social e independientemente de toda valoración moral las minorías dominan o por lo menos dirigen y gobiernan a las mayorías.
Los anarquistas creen o lo dicen que con el método asambleario se consigue el círculo cuadrado de que la totalidad se autogobierne sin especial distinción entre dirigentes y dirigidos.
En el Contrato Social, Rousseau, da el argumento: Cada ciudadano cuando vota actúa como soberano solidario con los demás y cuando obedece a la ley actúa como súbdito. Cada uno alcanza el ideal de la democracia: el autogobierno y la autonomía moral
Engels, empresario y fabricante decía que “la prueba del pudding está en comérselo”.
Mientras veíamos estos días el tira y afloja entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias que por su mismo nombre parece predestinado, recordaba los últimos tiempos de la democracia en Rusia, en 1917. El enfrentamiento se daba entonces entre la mayoría socialista, los llamados mencheviques que tenían como líder y jefe de Gobierno a Kerensky y a Lenin uno de los jefes de la minoría bolchevique.
Lenin llegó a Rusia empaquetado por los alemanes que tenían la esperanza fundada de que, tras la revolución, firmaría la paz y dejaría el frente ruso sin problemas.
Kerensky mantenía la alianza con los franceses y anglosajones, prosiguiendo el conflicto.
¿De qué sirve tener la mayoría, incluso absoluta, si una minoría insignificante con ideas claras y una organización paramilitar, es capaz de dar un vuelco haciendo que los gobernantes sean dominados?
Más aún: La minoría socialista, dada la fragmentación del Parlamento resulta en la práctica no sólo una minoría sino bordeada por dos minorías, los nacionalistas y los de Podemos que tienen dos claves para dominar: saber lo que quieren y una estructura de partida cohesionada.
La minoría si sabe lo que quiere, tiene una clara ventaja, un proyecto unificado: comunismo o independentismo o ambas cosas a la vez
Esa claridad en el proyecto político que resulta incluso infantil en su diseño soñador y sentimental, no admite en el fondo tratos, regateos y acuerdos. Cuando se quiere todo no hay mucho que hablar.
Esta situación no sólo se refiere a la actual relación de fuerzas sino es válido incluso cuando Rajoy tenía la mayoría absoluta.
La única idea clara de Rajoy, era evitar la intervención y el rescate de Bruselas pero respecto de los demás temas no tenía un objetivo concreto.
Sin ese objetivo que unifica la acción y sin un partido articulado y cohesionado al servicio del objetivo, lo mejor que se puede hacer es marcharse como hizo Rajoy.

Sánchez pretendió algo más difícil, dirigir la Nación desde una minoría que no tiene otra idea que conquistar el poder, pero sin un programa de ningún signo.
Aunque algo tarde, Pedro Sánchez se ha convencido que Iglesias no estaba dispuesto a ser un tonto útil, una decoración en un escenario de una revolución ni siquiera pensada.
Hemos perdido el tiempo. Lo más sorprendente es que este leninista minúsculo haya creído alguna vez que Sánchez tragaría el anzuelo. Ha demostrado tener una ingenuidad absoluta y no percibir que Sánchez no tiene ideas ni programa y que por ello, puede adherirse a cualquiera siempre que sea él, el que controle realmente la situación.
Casi podría decirse que Sánchez se ha comportado como un Kerensky inteligente.
Ahora mismo no queda otra alternativa que las elecciones aunque la izquierda está obligada a pensar que Sánchez todavía puede estar tentado a caer en el cepo.
Creo que se equivocan. Los independentistas no tienen un Plan B: o la independencia o volver a la autonomía que la entenderán siempre como un período de transición.
Cuando no hay ideas propias todo queda al albur de la agilidad imaginativa, del tacticismo que desconcierta al adversario saltando de ficha en ficha. No hay ideas. En este sentido, la anécdota de la tesis doctoral no es una fruslería. Algo tan importante como el desarrollo de una idea sobre el papel se convierte en un simple item de Curriculum.
Si pasamos al otro lado de la bancada, la derecha de Rajoy desdibujó su caudal ideológico hecho de libertades y valores, desencantando a la mayor parte de electorado que sigue creyendo en ellos.
El que “las tres derechas” tengan una virtual capacidad electoral no es lo decisivo. La tienen en la medida que su ideología liberal, humanista, conservadora no quede difuminada por razones tácticas meramente instrumentales.
Una derecha con un programa claro y decidido, con contenidos transparentes que mantenga una estructura articulada en torno a su líder, puede llegar al poder.
Los próximos tanteos van a ser más de lo mismo y Sánchez tratará vender su relato pero no formará gobierno.
Situados en Septiembre con la sentencia del “Procés”  que no puede hacer otra cosa que confirmar los dictámenes de la Fiscalía, vamos a mantener unos cuantos diputados en la cárcel y otros, en el exilio, tal vez quince años.

Sánchez pide ayuda a la derecha pero sólo como único camino posible.
Ciudadanos perdió su protagonismo en Cataluña que era su gran logro. Sus valores de fondo no son positivos sino antinacionalistas y eso es poca cosa sino se consigue el Poder.
En la medida en que Pablo Casado acentué los valores del PP y sea coherente con ellos, será capaz de absorber a los decepcionados de Ciudadanos que son muchos y los voluntariosos de Vox que tampoco tienen soluciones mágicas.

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