miércoles, 4 de enero de 2017

El signo: paradoja cristiana

Artículo publicado en el periódico Ideal de Granada el 4 de enero de 2017

El lenguaje gestual, es sin duda el más antiguo entre los humanos y el único posible entre los animales superiores junto con el gutural y sonoro. Hay otros,  basados en el olfato y en el tacto.
El gesto, -y la palabra es un refinamiento de aquel-  no se limitan a transmitir información sino intención que es el alma de la información, su sentido.

En la Escritura hebrea especialmente en los libros más antiguos, prevalece lo que se hace sobre lo que se dice. Las palabras acompañan a los gestos, a las profecías y a las parábolas, sin confundirse con ellos. Toda esa dinámica está en función de la verdad. El “Amén” es una expresión que condensa el sentido hebreo del mensaje. “Amén”, es lo mismo que “Es verdad”, “Así es”. Nuestra liturgia es sobre todo una secuencia de gestos que vienen a ser el cumplimiento factual de las palabras.
Esta entrada nos permite entender muchas cosas de las que se dicen en el Evangelio de la Infancia de Jesús.
El ángel habla a los pastores, pero lo que les dice va precedido de un contexto: Es una noticia de gran alegría para el pueblo. El pueblo, lo que el materialismo denominó “masa” desde el siglo XIX, son la gente con menos responsabilidades en la sociedad. No pobres o miserables sino los “cualquiera”. Si además la alegre noticia se comunica a “pastores”, ya sabemos que eran gente al margen del protocolo estricto de nomas legales que cumplían los piadosos, los “justos”. Hoy diríamos “los que  van a Misa”.
Independientemente del contenido del mensaje, el anuncio va del cielo a la tierra, a los simples y sencillos que no saben leer y que son gente peligrosa para los acomodados.
El mensaje, en donde la luz del ángel penetra  la tiniebla  nocturna, se oye: “En Belén de Judá os ha nacido un Redentor, el Mesías, el Señor”.
Se transmite, pues, un mensaje cifrado que para Herodes, es una información valiosa. Para los pastores es sobre todo una orientación, un sentido. Se anuncia la llegada del Ungido de Dios, Rey y Profeta, el Señor. 
Aquí, “pobre” y “rico” tienen otro sentido del habitual. Así, Jesús les dice al sector crítico de los discípulos: ¡A los pobres, los tendréis siempre con vosotros pero a mí no me tendréis siempre”.  Los pobres de solemnidad, los mendigos son un grupo social al que no pertenecen ni Jesús ni los discípulos que  son pobres de “espiritu”  Judas guarda la bolsa con la que se da limosna a los pobres. De ella, echa mano el Iscariote, enseñándonos que los escándalos financieros en la cúpula, no son cosa moderna.
Lo más importante, para esta reflexión es lo que el ángel, el corresponsal celeste, dice a continuación: Este es el signo·.
El signo es un indicador, no una simple señal de tráfico sino del sentido de la vida. Un signo en la Escritura hebrea es sobre todo una paradoja, imposible para los sabios, milagrosa para los sencillos.
El profeta Elíseo le pide a su Maestro Elías que le de una parte de su espíritu. Este ruego se materializa, recibiendo una pieza de su manto.
Cuando se anuncia un signo, la atención del que escucha es máxima porque no se trata de una simple información, sino de algo extraordinario, inimaginable, imposible.
“Veréis a un niño envuelto en pañales, en un pesebre donde comen los animales. Id a adorarlo”
El poder  del dinero y de la información que le acompañan, entra en el vértigo de la perplejidad. ¿Desde cuando, un niño, el Mesías guerrero, lo vamos a encontrar en una cuadra y en un pesebre? No tiene lógica.
Como aquella otra profecía de Isaías: “La virgen está encinta” ¿De qué estamos hablando?
El gesto le toma la delantera a la palabra. El escándalo del pesebre, anticipa al escándalo de la Cruz.
Este tipo de “argumentos” no van a convencer a nadie, sobre todo a los estudiosos, a los Doctores de la Ley. No digamos a los políticos que suelen ver en esas milagrerías fantasiosas, la gramática parda de la religión para embaucar al pueblo y adormecerlo.
Cosas parecidas ocurren aquí y alla, en poblaciones diminutas donde habitan gente ignorante y en donde las abuelas cuentan cosas de apariciones, de luces y de profecías. Son “hechos aislados que deben tener que ver con las oscuridades del inconsciente”.
Sin embargo, los signos y el contexto en los que se dan, forman es este caso, un constructo que va desde la Creación del Mundo hasta nuestros días donde en Granada se aspira a montar un gran acelerador de partículas elementales.
Cualquier virgen aparece en cualquier parte y se acabó. Jesús de Nazaret, como Él mismo anunció divide a la Humanidad a su favor y en su contra, dos mil años después. La gente muere en todo el mundo por ser cristiano como si esta connotación de su identidad fuera la cosa más terrible, y peligrosa del mundo.
Esta es la estela que dejan las profecías auténticas, signos, hechos escandalosos que transforman la faz de la tierra. Una transformación, no sólo “mística” sino total.
La Historia es completamente distinta, desde ya. No lo explica ni el azar ni un plan estratégico de los “chamanes”.
Y si no, prueben a repetirlo, siguiendo las instrucciones del manual.