domingo, 30 de julio de 2023

La homogeneidad de la izquierda

Artículo publicado den el periódico Ideal , en julio de 2023

El mapa y los resultados que lo iluminan, permiten una reflexión, no

simplemente coyuntural sino esencial.

Si examinamos con atención las siglas de los pequeños partidos que

pueden sumarse a una investidura de Pedro Sánchez, nos encontramos

con un mosaico alegre y confiado.

Los animalistas, los ecologistas, los republicanos, los feministas y un

largo etc.



A las señoras de su casa y a los deportistas amateur que entrenan todos

los días, les puede parecer, si no me equivoco, un abanico feliz de

opciones muy diversas que enriquecen con sus diferencias la unidad de

la diversidad que garantiza un partido histórico como el P.S.O.E. que les

proporciona una disciplina y una habilidad que ellos, emocionales y

apasionados, no encontrarían en sí mismos.

¿Qué denominador común puede haber entre feminismo, animalismo y

“Caminemos juntos”?

A primera vista no muchas y parece un conglomerado de grupos

marginales que de por sí necesitan la sustancia que les dé el Partido

socialista.

El esfuerzo que hay que reconocer al socialismo para remover a sus

militantes y simpatizantes durmientes, ha tenido un éxito notable. En

cierta manera comparable a la gran crecida del PP en el mapa de España,

teñido de azul, menos en tres puntos, el País Vasco, Cataluña y

Extremadura.



Estas elecciones han vuelto a levantar los dos bloques históricos de cuyo

juego se ha nutrido la historia de España desde Felipe V, el primer

Borbón. Eso muestra como las heridas de tantos combates entre los

mismos de hoy y de siempre, carecen de toda capacidad del olvido y

según el momento, se hunden en el oleaje o se levantan a su superficie, a

la menor oportunidad.


Si con espíritu amplio comparamos los resultados de las elecciones de

1934 o de 1936, observaremos, en primer lugar, que salvo algún matiz de

siglas, están representados todos y cada uno de los partidos que pueden

dar la investidura a Sánchez. Socialistas, comunistas, anarquistas,

republicanos y convergente (Junts pel si)

En la Derecha hay dos partidos que se corresponden a mi entender con

los radical-azañistas y con los partidos de extrema derecha del que el

representante más notorio fue Calvo Sotelo.

Los partidos marginales son sólo la guarnición que enriquece el peso del

menú.

Todos los partidos de la actual izquierda desde socialistas a la extrema

izquierda tienen un denominador común que poco tiene que ver, en

ocasiones con sus siglas: los recuerdos de la guerra civil que pudo ser la


cuarta guerra carlista, los oscuro manejos de ilustrados y reaccionarios

en el Motín de Esquilache y suma y sigue.

Sánchez ha centrado su remontada en este punto, mostrando la pugna

entre Sánchez y Feijóo como la lucha entre la Ilustración y la Reacción.

En el siglo XXI este planteamiento no debiera ser de recibo porque la

sociedad es más limpia e higiénica y las aguas menores no se arrojan por

las ventanas. Apenas hay analfabetos y desde los púlpitos (que no

funcionan) no empujan a las gentes contra Esquilache.

Este es otro mundo y el reclamo hacia el pasado para construir un futuro

en el que las pymes, los funcionarios y los tecnólogos, los antiguos

obreros, que acudían a las clases nocturnas de alfabetización y

adoctrinamiento ideológico.

Ahora más bien están con la Ebau, el MIR, las discotecas y paseándose

por Europa.

Los jóvenes siempre hemos querido cambio, pero no un cambio a lo

mismo, al principio newtoniano de acción y reacción.

miércoles, 26 de julio de 2023

Blas Pascal: Genio del Cristianismo

 Artículo publicado en le periódico Ideal, junio 2023

En el IV Centenario del nacimiento de Pascal, el Papa Francisco ha

publicado una hermosa Carta Apostólica, empapada de la sensibilidad y

la ternura que le son propias.



Este escrito tiene mayor relevancia puesto que se trata de un jesuita que

elogia a un ardiente crítico de los jesuitas de su tiempo, siempre en el

centro de atención de la sociedad y la política.

Pascal era una especie de Mozart del pensamiento porque desde los tres

años mostró un talento especial para las matemáticas y a los diez

construyó una calculadora mecánica, precedente de las nuestras,

anteriores a las electrónicas.

Trabajó el llamado “Triángulo de Pascal” que inspiró a Leibniz el cálculo

infinitesimal y estudió el cálculo de probabilidades.

Desde esta intensa investigación matemática y física fue el primero de

describir por completo la hidrostática.

Más célebre fue su prueba de la existencia de Dios que no es una prueba

sino una apuesta; “Si no hay Dios, no se pierde nada con la fe y se evita

la perdición y si hay Dios, se gana la vida eterna”. Así se anticipó a la

teoría matemática de juegos.



Francisco elogia sin restricciones a Pascal pues en realidad, el ataque a la

Compañía, no lo era a la Institución sino a la moral laxista de Luis de

Molina que frente al rigorismo de San Agustín trataba de poner las cosas

más fáciles a los fieles

Pascal era un cristiano fervoroso en medio de la vorágine de la

Modernidad que asistía en Westfalia al fin de las guerras de religión, al

triunfo de la ciencia.

Conservó su fe mientras iba haciendo sus propios descubrimientos y

demostrando sus teoremas.

En Francia se estaba gestando de lejos lo que llevaría a la Revolución de

1789. París y toda Francia era un hervidero en que pululaban los

jansenistas, los escépticos, los “philosophes”, los galicanos y los

jesuitas que se apoyaban en el favor del Rey y del Papa.

En esas pugnas en donde la religión era sólo un aspecto, se preparaba el

auge del estado llano: comerciantes, juristas, artesanos, filósofos.

Pascal, aunque su padre era noble y también conocido matemático, se

movía más bien en cuatro mundos distintos según los períodos de su

vida: el mundo de las ciencias, el frívolo de los salones de las madames,

el mundo de la devoción y el mundo de la polémica.

Francisco trata de salvar la intención en el complicado tema del

jansenismo y tan politizado que Luis XIV entró a caballo en el Monasterio

de Port-Royal y ordenó destruirlo sin que quedase piedra sobre piedra. El

mismo monasterio en el que había profesado Jacqueline, la hermana de

Pascal.

El dirigente de los jansenistas, un importante especialista en lógica, fue

expulsado de la Sorbona por la influencia de los jesuitas y las “Cartas

Provinciales” de Pascal, modelo de ironía y crítica fueron puestas,

temporalmente, en el Índice en 1660.

Arnauld argumentó que las proposiciones jansenistas condenadas,

también las condenaba, pero negaba que esas proposiciones estuvieran

en el libro de Jansenio, un recurso que suele emplearse distinguiendo

entre el papa mal informado y el bien informado. La treta no funcionó y

los papas confirmaron su condena de los aspectos más fuertes del

jansenismo.

Francisco pasa por alto los “picos” de la vidriosa polémica y declarará

que, a partir de su conversión, no a la fe sino a la vida ascética, en su

última fase, Pascal fue un auténtico católico.

Tras un accidente casi mortal, Pascal “vio a Dios” como aquel fuego cuya

voz decía “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob”.

Escribió estas palabras en el “Memorial”, un fragmento de papel cosido

en su abrigo hasta el día de su muerte.

La vocación de todos

 Artículo publicado en el periódico Ideal, julio 2023

La mayoría de los humanos nos creemos especiales, o sea únicos,

de modo que la especie humana es un conjunto de individuos que se

creen, únicos y especiales. En relación con otras especies animales, si

echamos la mirada a rebaños, ovejas, hormigas, caballos, los vemos

como repetición de un molde, lo que proporciona uniformidad sin

diferencias esenciales.



Si los seres humanos nos consideramos únicos, es por muchas

razones: la primera porque somos capaces de domesticar a las demás

especies y también porque tendemos a sobresalir por encima de los

demás individuos de la propia especie. He ahí la selectividad natural.

Se empieza intentando sobrevivir y cuando uno adquiere una vida

estable, en muchos casos se quiere tener mejor vida. No es perfecto,

pero es normal.

Hemos nacido sin nuestra intervención. Biológicamente somos un

producto de un proceso de cooperación entre los dos sexos, en el que

cada uno sin el otro es incapaz de producir los que llamamos hijo.

En cuanto el niño levanta la cabeza y se vale sólo un poco ya quiere

destacar en los juegos o en las amistades.



Cuando la placenta social nos acoge en su seno comienza una

carrera por llegar antes, no importa dónde.

El ojo de Dios, es un observador inercial que mide todas las cosas y

que éstas se configuran según su punto de vista.

Todas las carreras y competiciones le parecen de corto alcance,

pero no lo expresa siempre con claridad porque los hijos, de su alma,

se deprimirían lo que supone un indeseable bajón vital.

Algunos, que llamamos santos, han recibido un “soplo” al oído, un

susurro que les clarifica la situación del mundo ante Dios.

Las pequeñas carreras profesionales, en la están metidos todos los

humanos antes de jubilarse, tienen dos puntos de inflexión, el retiro

forzoso y el retiro vital.

Los hijos cuando inician una carrera quieren llegar y los padres

quieren los mejor para sus hijos. Ni unos ni otros siempre lo

consiguen y cuando llegan a la meta que han escogido, les sabe a

poco porque quieren más.

No es por ambición u orgullo, sentirse defraudado por no llegar a lo

más alto, sino que, desde arriba, se ven las situaciones con otra

perspectiva, se relativizan.

Por otra parte, la humanidad ha sido creada para vivir siempre, vivir

mejor y vivir más. Cuando se alcanzan los sueños, uno querría tener

otra vida para volver a empezar.

Dios lo sabe y quiere que ese deseo de vida que pone en los

corazones de los hombres se cumpla porque para algo lo ha puesto Él,

allí.

Dios quiere a todos los hombres no sólo por un igual, sino a cada


uno como si fuera el único, ha llamado a todos ellos a vivir la única

vida que es vida por definición.

Esta vida, sentimos, que no es vida. La vida es justamente aquella

que se desea perfecta y ningún deseo natural existe sin que Él, que lo

ha creado, lo defraude.




La vida perfecta, la vida feliz sobre la que escribieron Cicerón,

Séneca y Al-Farabí, es una vida a la que todos estamos llamados y que

los orientales llaman divinización y los occidentales, santidad.

Esta fue la misión de S. Josemaría Escrivá: llamar a la inmensa

mayoría a la santidad. Esa mayoría se compone de los que han oído el

mensaje y lo han hecho suyo.

Nada nuevo porque la llamada al Bautismo es ya, una llamada

universal a la perfección en cualquier entorno.