martes, 12 de septiembre de 2023

Una guerra sin futuro

 Artículo publicado en el periódico Ideal, septiembre 2023


La información sesgada por la propaganda permite, a pesar de todo,

establecer algunas conjeturas.

Los rusos mantienen sustancialmente sus primeras conquistas en Donetsk

y Lugansk. Su propósito de apoderarse de todo el territorio parece limitado

por los ucranianos.





Las sanciones económicas de medio mundo contra las importaciones de

gas y petróleo han tenido dos efectos desfavorables para Rusia: la

reactivación de la conciencia europea, la entrada en la NATO de países

más bien neutrales y el perfil bajo de China, en declinante situación

económica.

Las sanciones habrán molestado al Kremlin, pero no parecen ser

decisivas pues la directiva de las sanciones tiene varios “coladeros”. Se

compra gas y petróleo a Rusia por intermediarios.

El estancamiento de los frentes después de año y medio de enormes

bajas por ambas partes y de pérdidas de abundante material, crean una

imagen de Rusia muy distinta de la que creíamos.

Los cambios en la cúpula militar, las acusaciones de corrupción y la poca

moral de los jóvenes que, en ambas partes, tratan de eludir la guerra, nos

permite una valoración negativa de quienes planificaron el conflicto como

una “operación especial”, necesariamente corta y relampagueante.

En el mismo contexto, el Grupo Wagner que parece ser un ejército

paralelo con muchas ramificaciones, y que Putin no ha sabido manejar,

supone un fondo de apoyo en la población rusa sin la cual no se hubiera

llegado cerca de Moscú sin resistencia.

También es de notar el problema de la exportación de grano a Oriente

Medio y el Magreb, que Turquía encauzó pero que se ha interrumpido o

desviado en parte, a través de Rumanía.

Por su lado Ucrania ataca los barcos rusos, el puente que une Crimea y

Rusia y desembarca puntualmente en la misma Crimea, aunque fuera un

ejercicio meramente táctico.



La liquidación de Prygozhin sigue los procedimientos habituales de la

KGB. Con todo Putin queda como el más moderado y mediador entre los

halcones y las palomas del Kremlin.

Las promesas continuadas de apoyo en carros y aviones, no estarán

operativos hasta la próxima primavera.

Entre tanto el grupo Wagner está desestabilizando el área del Sahel de

influencia francesa. Son países con estados fallidos y que representan,

como todo el continente africano, una frontera de confrontación entre el

islamismo y las antiguas colonias de cultura, hasta cierto punto europea y

cristiana.



El interés de Rusia por entrar en ese juego, significa una ampliación de su

espacio frente a las turbulencias islamistas. Rusia, a su manera, está

ocupando el vacío de Occidente tanto en el Sahel como en el Norte de

Siria y en las fronteras de Uganda y Etiopía.

Franceses y americanos han dejado el campo libre a los rusos que, a la

vez que los chinos, aspiran a explotar las materias primas- Gabón tiene

petróleo- y de paso, consolidar los estados que al sur de Marruecos

frenarían el empuje islamista.

Este cuadro de intercambio de influencias, empobrece las posibilidades

de la NATO de apoyar efectivamente a Ucrania. La iniciativa de países

emergentes como China y Rusia muestran que el abandono de Occidente

que tiene en Ucrania forma de rémora, puede reservarnos sorpresas a

corto plazo.

Si este invierno, los ucranianos no mejoran su situación de forma

importante, esta guerra, dejará un país destruido y con dudoso futuro.