miércoles, 8 de marzo de 2017

Cyberideología y fin de la historia


Artículo publicado en el peridódico ideal, marzo 2017

La tecnología no es más que ciencia aplicada. En este juego entre la teoría (que algunos dicen que no sirve para nada) y la práctica (que algunos confunden con el pragmatismo) se juega el futuro de los hombres de carne y hueso. Ese futuro o destino puede formularse así: ¿van a ser los programas informáticos y el jaguar que los acompaña, los sustitutos de lo que los antiguos llamaban “ alma?.

El alma es un término de origen religioso pero también filosófico. Todas las religiones tanto orientales como occidentales, piensan que en el hombre hay algo más que las apariencias visibles o que las entrañas también visibles con las técnicas de neuroimagen. El alma, en cambio, es invisible para cualquier dispositivo, como lo son los números y las ecuaciones.
La religión de los antepasados, los padres, está plenamente vigente en la mayor parte de los países orientales lo que conlleva un respeto por los ancianos. Los pueblos africanos de tipo animista también la practican con resultados positivos en el orden social.

Fundamentar la vida humana en los ancestros sólo tiene sentido si se considera que los antepasados siguen vivos en otro mundo. Esto nos lleva a pensar que tras  la muerte, hay un nacimiento a nueva vida de otras características distintas de las nuestras. El esquema es simple claro y orientador.

Es simple porque los más incultos lo entienden, es claro porque aclara el pasado y el porvenir y es orientador por qué presupone que los actos de esta vida temporal no se agotan en sí mismos, sino que es una historia sin término, con sentido. Los padres cuidan de los hijos y luego los hijos cuidan de los padres puesto que serán venerados cuando mueran: entrarán en el recinto de lo Santo.

El trans humanismo empieza a tomar cuerpo, como la ideología propia de nuestro tiempo. Toda ideología trata de legitimar las obras, los productos de una civilización. El fabricar una ideología siempre tiende a justificar la por sí misma sin ninguna referencia a una instancia moral. En el mejor de los casos en la ideología de la técnica, la ciber ideología podríamos extraer consecuencias éticas, es decir, un sistema de referencias para la organización social en la que está vigente.

Uno de los rasgos de la ideología es descansar en el presente, proyectarlo hacia el futuro. Presente y futuro, forman un todo, un pack, que no precisa de ulterior legitimación. Es el fin de la historia.
  El futuro al que  tiende la cyberideología, es una acumulación de progresos técnicos que prolongan nuestro presente feliz hacía un presente más feliz.

La ciencia y su tecnología, son un milagro y una lluvia de beneficios para la humanidad. Siempre supone un doble filo que viene exigido por la libertad. Con una impresora en 3D se puede hacer de todo, bueno y malo. Nos quedamos con lo bueno y tratamos de evitar lo malo. Lo que es bueno y lo que es malo ya no nos lo dice  la tecnología. No pretende la bondad si no la utilidad, se conforma con mejorar la vida humana hasta su término aparente.

La cyberideología intenta fundamentar la autosuficiencia del homo técnico. Como tal ideología no aportó ningún progreso añadido a la tecnología. Suma, eso sí, un abanico de errores, siendo el fundamental la eliminación de toda instancia moral superior al progreso tecnológico.

En el mercado libre del siglo XXI la demanda se prefabricada mediante estrategias de publicidad social. Y la oferta que emplea esas estrategias, consigue que el mercado se transforme en un régimen de monopolio: Se crea  en el consumidor virtual el deseo adictivo de lo que le voy a ofrecer.

Eso ya no tiene nada que ver con la tecnología sino con su ideología que  trata de hacer creer que el bienestar social es autosuficiente para dar sentido a la vida. La historia queda reducida entonces a progreso tecnológico cerrado sobre sí mismo.
El hombre es un simple consumidor y la humanidad ya no es un orden de personas sino una masa anónima e impersonal, una demanda global manipulada.

¿Cómo abrir la concha sin estropear la perla?  ¿Cómo conseguir que  la formación de los seres humanos se base en la libertad y no en el condicionamiento psicosocial?.

La reducción de lo bueno a producto útil ser cena la esencia misma de lo bueno.  
Insertar la utilidad en el marco más amplio de la bondad, es, en el terreno de la significación, el objetivo que nos permitiría impedir confundirnos con los robots que utilizamos y convencernos que el mundo virtual es más bello que el real.


Esto significa que la utilidad debe subordinarse a la gratuidad como explico Benedicto XVI en su primera encíclica “Cáritas est amor”

La codicia no se puede impedir por qué es una posibilidad inserta en el ser humano como uno de sus motores de doble filo. Se puede dignificar mediante una organización del trabajo que reparta el bienestar social como el precio justo del trabajo que lo crea.
El método clientelar, de alimentar un país de parados subsidiados, no es una ganancia social sino la creación de un ejército de reserva. A fin de cuentas, vivir del presupuesto que  se nutre delos impuestos de los trabajadores.
Es un nuevo modelo de lucha de clases, la dominante, los subsidiados,, la dominada, los trabajadores.

   

El conflicto entre el género y la especie.


                                                                                        Artículo publicado en el periódico Ideal, marzo 2017

La política de las palabras es la más importante porque sin ella, no es posible la democracia. Las palabras tienen su propio marco legal que se encuentra en la gramática y sobre todo en la ciencia que estudia el sentido de las palabras: la semántica.

Como la política, también se desenvuelve en gestos y guiños que tratan de mejorar las palabras, dándoles un sentido al gusto del vendedor, puede darse y será de hecho, el que en virtud de las intenciones previas y de los guiños correspondientes ciertos términos con el paso del tiempo y el cambio de las intenciones y de los significados, acaben diciendo, exactamente, lo contrario de lo que querían decir, 30 años atrás.

Lo sorprendente es que cuando se cambia el sentido del término por necesidades ideológicas, lo que antes era simplemente verdad aceptada por todos se convierte, de pronto, en banderín de enganche de una verdad absoluta que es defendida como el Santo Grial de los templarios.

El término “género” por imperativo de la revolución cultural y sus derivaciones, se convirtió en tema de debate científico en las universidades norteamericanas. El género, ya no era una categoría gramatical que reflejaba el sexo de una palabra sino algo mucho más complejo y filosófico: la opción libre de una persona sobre el sentido de ese término concreto.

En nuestra infancia, decíamos que había un género masculino, otro femenino, otro el neutro y aún otro llamado epiceno. “Buho”, pertenece indistintamente, a los dos géneros.

Había términos ambivalentes que por la presión de la rutina  que te han en el cerebro toda la vida: así decía el libro, “el puente y la puente, el color y la color, y algunos otros.

No se nos había ocurrido, todavía. a dónde podía llevar estas inocentes variables.

En tiempos no tan remotos, sabíamos que, en gramática, y en lógica, el género conjuntaba un número indeterminado de especies. De modo que las especies de un género, no podían pasar a ser especies de otro. Por ejemplo todas las especies del género animal, son animales y ni por amistad, se podía admitir que la especie de los pulpos que determina el género animal, pasase a ser una especie del género “motores de explosión interna”.. Y otros términos como el de igualdad, que tiene raíces históricas profundas, especialmente a partir de la Revolución francesa.

La libertad y la igualdad tienen un nivel distinto en nuestra jerarquía de valores. Siempre se ha considerado que la libertad, el poder de elegir o no elegir, de elegir esto o lo otro, es más deseable que la igualdad. A no ser que, rizando el rizo, postulemos que todos los iguales deben ser libres.

Desde la revolución norteamericana y su Constitución todos somos iguales, tenemos los mismos derechos y esto nos parece de sentido común. Si insertamos el concepto religioso de libertad, la igualdad de todos ante Dios, estamos de acuerdo en ello, aunque, al mismo tiempo, resulta que  estamos más convencidos todavía de que en la práctica, y de hecho,  somos desiguales y que esto, es un gran misterio.

Afirmamos rotundamente lo que decimos, pensamos y no practicamos, porque, iguales, iguales, sólo lo son los números de la tarjeta de Seguridad Social.

Hay una derivada de estos cambios que se le había ocurrido a muy poca gente: decir que el género no es genérico y que cada uno tiene el género que le venga en gana.  De modo que no hay dos géneros iguales y como ocurre también en la teología de Los Ángeles cada individuo, por su opción libre, se constituye en un género único: un género sin especies y que por tanto no admite determinación lógica.

La lógica y la semántica se les antoja algunos como materia prima que se puede manejar  caprichosamente y no pasa nada.


Afortunadamente, el ADN consigue que todo el mundo esté conforme con todo el mundo.  

Un concepto liberal del derecho consigue lo que no se le había ocurrido al fundador del homo sapiens: que la especie biológica se reproduzca  sin sexo ni género y no por un tipo de partenogénesis sino por procedimientos de laboratorio. Es curioso que el feminismo consiga que haya madres  sin  macho o macho sin madre y que una persona pueda tener varias madres y, aún más frecuente varios padres.

Sólo el ADN aclara las cosas y gracias a él, podemos saber quién fue mi progenitor que no es lo mismo que mi padre porque muchos progenitores no hacen un padre ni muchos padres consiguen hacer necesariamente una madre.

Sobre el papel, estas cosas no hacen daño pero en la realidad fáctica genera una inseguridad e incertidumbre que dura toda la vida de la víctima y que dicen los economistas que es malo para los negocios.

Como efecto de la costumbre y de  la adopción de un sentido de la libertad como real gana del instinto, sentimos la imperiosa necesidad, de hacer que los círculos sean cuadrados y que los animales domésticos como cualquier hijo de vecino, tengan sus derechos civiles puesto que son criaturas de Dios y gozan de una igualdad, a la que tienen derecho