martes, 26 de julio de 2022

Libertad e ideología

 Artículo publicado en el periódico Ideal en julio 2022


Las ideologías nacieron con el Homo sapiens, constituyen una

especie de mitología que se inventa el Poder para edulcorar y lubrificar

los engranajes de su dominación.

Los ilustrados franceses fueron los primeros en emplear el término,

aplicándolo al largo período histórico que Voltaire llamaba “gótico”.

Lo “gótico” como lo “bárbaro” suponía lo inculto, lo rudo mientras

que lo moderno-el siglo de Luis XIV- representaba lo refinado, la

exaltación del “esprit”, una noción que no llegaba más allá de la

coquetería de los salones.



A la vez que el término se empleaba contra el “Antiguo Régimen”, la

ideología creó un descomunal aparato de propaganda que fue la

Enciclopedia. Suministró energía intelectual a las clases burguesas

para forzar la Revolución.

En los últimos tres llamados años, la Coalición ha preparado una

larga serie de decretos leyes que serán sin duda convalidados en el

Congreso a no tardar.

Esas leyes responden a una ideología que se denomina a sí misma

progresista y que no tiene que ver ni con el progresismo de la Primera

República ni con el de la Segunda sino con la mitología de reciente

factura de la que se sirve la Coalición para legitimarse como el

proyecto político mejor de los posibles.

Tal es el dogmatismo y la intención totalitaria de ese Proyecto que

Sánchez con ocasión de los últimos incendios, llegó a decir que los

“negacionistas” eran peores que los incendiarios.



Con la misma energía se dicta que la infancia decida su sexo

tempranamente, que las matemáticas se deben explicar con

perspectiva de género, que la energía nuclear no es verde, que no se

“puede” opinar de los últimos ochenta años de nuestra historia, que la

pederastia es una cosa de los curas y que la protección de menores en

ciertas regiones son modelos de ejemplaridad.

El cambio climático es una evidencia, lo que no veo tan claro que

sea generado por el sistema productivo. Hay que recordar los miles de

cambios climáticos perfectamente documentados por geólogos y

paleontólogos: glaciares, calentamientos cuando no había humanos.

La realidad es irresistible pues ella y la naturaleza tienen una

libertad de la que no gozamos nosotros.

Surge de pronto la excepción que es, “la regla de la regla” y el Sr.

Putin que no cree en la mitología de Bruselas en todas sus ramas y

secciones, pone toda la ropa a ventilar.

No existe el menor rubor –aun estando a 43º de temperatura- de

volver al carbón, a las nucleares porque al parecer, no sabíamos que

Rusia y Ucrania tenían la llave de nuestra energía y de nuestra alimentación.

La sociedad del bienestar, verduras y vegano, la protección del lobo

mejor que la del cordero, saltan por los aires ante realidades tan

objetivas como que hace calor y que nos hace falta gas y petróleo.

Cuando USA, Rusia y China son los países más contaminantes y no

están por la labor climática, surge la pregunta de ¿quién se está

equivocando?

Lo más grande, no es que se equivoquen, sino que amenacen con

el entredicho y la coacción a quienes, por conciencia, defendemos la

libertad de expresión, de pensamiento, de educación, de religión, etc.

Pedro Sánchez ha demostrado ser tan flexible como haga falta. Ser

flexible es un rasgo de sentido común. Se ha visto en el asunto de

Marruecos.

Toda la ideología del tercermundismo, se cambia en media hora a la

menor presión de quien puede hacerla.

A la larga, la libertad -en última instancia- la posee por el momento,

“la fuerza irresistible de la Naturaleza”.

domingo, 24 de julio de 2022

Los cielos hablan de la gloria de Dios

 Artículo publicado en le periódico Ideal, julio 2022


El telescopio James Webb acaba de transmitir unas imágenes

prodigiosas de espacios siderales, profundos, nunca antes

observados gracias a una tecnología no empleada anteriormente.

Hay, además de las imágenes, una novedad radical cuya

reproducción ha sido posible gracias a otra novedad radical. Entre el

instrumento y el firmamento que ha sido puesto visualmente a nuestro

alcance, estamos nosotros los espectadores, empezando por los

ingenieros de la NASA y sumándose a ellos, todos los hombres y

mujeres del mundo mundial.



El hecho es impactante y nos permite reflexionar sin grandes

especulaciones.

Por de pronto, desde la más remota antigüedad, los humanos

tuvieron a su alcance el cielo que aun llamamos firmamento porque se

creía, entonces que las estrellas del fondo eran fijas.

La astronomía y la astrología, son un intento de interpretar los

sucesos humanos, apoyándose en las conjunciones de las

constelaciones y su valor simbólico, tal como vemos en el zodiaco.

Son tan antiguas como el mismo hombre.

Lo que ahora tenemos son unas fotos ampliadas que nos permiten

ver lo que ya habíamos visto a escala minimalista y lo que, por la

potencia del telescopio, ahora vemos lo que nunca habíamos visto.

La potencia de la imagen y su resolución, nos hacen llegar registros

que muestran el estado del cielo hace millones de años luz, en la

búsqueda del momento inicial del Universo en el Big Bang.




Al filósofo de la ciencia se le ocurre pensar que esas estrellas, esos

planetas y exoplanetas, esas nebulosas y esos gigantescos huracanes

que debe producir la traslación de esas masas en sus respectivas

órbitas, siguen un reglamento preciso. Tienen un “reglamento”

preciso. Todo lo que existe vivo o muerto sigue unas normas. Cuando

no las conocemos o los elementos son innumerables, decimos que se

mueven por azar.

Sabemos que el cielo está ahí fuera de nosotros y que nuestros

telescopios son unas gafas de aumento con dispositivos de fotografía

y luz que saben utilizar los ingenieros, pero también es cierto que los

astrofísicos y demás espectadores somos personas de verdad como

también son de verdad las estrellas y los telescopios.

Nadie va a dudar de todo esto.

Einstein parece que le dijo a su hermana cuando le hicieron un

homenaje multitudinario en Japón: “Me siento como un estafador al

que la policía va a detener pronto”.

Ese sentimiento honrado revela que el gran físico sabía distinguir


entre las leyes que él descubrió y su propia mente.

Las leyes funcionan desde el Big Ban pero Einstein no las

reconoció, hasta 1905.

Todo funcionaba admirablemente según ecuaciones que dirigen

las estrellas, pero qué éstas ignoran. Sus masas enormes, sus

velocidades vertiginosas, raramente colapsan y, en general, no se dan

atascos.

El astrofísico o el mismo lector puede admitir que las cosas no son

personas y las ecuaciones tampoco pero que no se “fabrican”

ecuaciones sin personas.

Las ecuaciones según las cuales se mueven las estrellas y nosotros

mismos, sólo puede haberlas pensado una Mente prodigiosa.

Al final de su “Crítica de la razón práctica” Kant exclama: “Hay dos

cosas que me estremecen: el cielo estrellado encima de mí y la ley

moral dentro de mí”. Era un honesto ilustrado que dio el salto desde el

mundo de los fenómenos al yo transcendental que los hace posibles.

No es un yo experimental sino la condición de todo experimento.

Un estilo de vida sostenible

 Artículo publicado en el periódico ideal, julio 2022

La ONU ha recomendado la práctica del yoga para conseguir un

“estilo de vida sostenible.”

Las Naciones Unidas fueron creadas para conseguir la paz en el

Mundo sobre las bases del diálogo, el consenso y la democracia.

Ahora añade como complemento, el yoga.




La idea de que una técnica puede ayudar a sostener el mundo tiene

milenios de antigüedad y va ligada a religiones orientales como el

hinduísmo y el budismo.

La práctica del yoga en estas religiones y sus variantes que han

influido mucho en Occidente, también se ha secularizado de modo que

incluso se puede ser ateo y practicar yoga.

En determinada postura se inspira profundamente, concentrando la

mirada del alma en un punto en el centro de la frente y se pronuncia la

palabra “OM” que viene a ser una llamada al Espíritu del Mundo que se

funde íntimamente con el nuestro, mientras expiramos el aire. Y así

una y otra vez.

Las Naciones Unidas nacieron ecuménicas mucho antes del

Vaticano II, en el siglo XVII cuando se buscaba una religión natural y

racional que supliese la agresividad de las religiones de la época.

Para que el yoga “haga efecto” lo primero que necesitamos es que

nos lo creamos como ocurre, aunque no se reconoce, con todas las

cosas de este mundo y del otro.

La fe, en modo voluntarista del que quiere creer como si

pronunciando una fórmula se abriera el cielo, cansa pronto.

La naturaleza humana es más resistente que las fórmulas y las

técnicas; las gentes vuelven a sus guerras que son algo más “natural”

que el yoga.

La guerra es el estado de aquellos pueblos que piensan que lo

natural es la ley del más “fuerte”. Cómo es lógico, la prueba de la

autenticidad de tal ley, es que lo pesado vence la resistencia del aire y

se va al centro de la tierra.



El yoga tiene un valor añadido. El aspirante a fundirse con el gran

OM, comienza quitándose de en medio, porque el dios no quiere saber

nada de este mundo y promete un estado de bienestar que anima a

conseguir un estilo de vida sostenible.

La meditación transcendental, ese abstraerse para quedar

insensible al dolor y al placer consiguiendo la imperturbabilidad sin

psicotrópicos, nos protege contra el estrés y sobre todo nos protege

contra el trabajo.


¿Qué tiene de malo el trabajo?

Es posible que los funcionarios de la ONU quieran para los demás,

lo que ellos ya poseen con facilidad. Los humanos en general

necesitamos trabajar no sólo para poder pagar los impuestos sino para

mejorar este mundo tan necesitado de transformaciones.

Meditar es una gran cosa, díganselo a los benedictinos que

inventaron el “ora et labora”, no sólo ora sino también labora.

Los cristianos debiéramos orar más y mejor, pero como quien habla

con un amigo de todas las cosas que pasan por este mundo, de las

enfermedades, guerras y pestes que siempre lo asolaron desde que

existe.

Oramos, pero no nos quitamos de en medio.

Decía Clausewicz o Suzuki o ambos a la vez que la “paz es el

intervalo entre dos guerras”, expresión más bien pesimista que refleja

la extendida conciencia de que el origen de la especie fue el

canibalismo.

La civilización no civilizó la guerra que en la Edad Media era

bastante más sostenible que en los dos últimos siglos, guerras de

exterminio sistemático.

Por una vez tan sólo, pudieran las Naciones Unidas recordar que el

Cristianismo practica la oración a todas horas y si la paz no llega al

mundo, no será por eso.

Hay tandas de Ejercicios Espirituales (o Cursos de Retiro) Podrían,

por una vez, recomendarlos.

Raza solo hay una

 Artículo publicado en el periódico Ideal, julio 2022


El problema del racismo se ha puesto incandescente en los últimos

años. En la medida en que los países desarrollados descienden su

natalidad, los del Tercer Mundo la aumentan. Después de la II Guerra

Mundial, la población del planeta se ha multiplicado por cuatro.

Este dato se apunta, no como alarma para planificar la población

que es una medida corta de alcances.



Si disminuye la población, hay menos inteligencias que es el

verdadero capital y aumenta la paranoia ante las migraciones que

mueve el hambre, la guerra y las enfermedades. Después vienen las

mafias a sacar partido de esas carencias desesperantes. La gente no

se lanza a la muerte por culpa de las mafias que sólo son los

especuladores del hambre.

Desde el punto de vista de la ciencia no hay más que una raza. La

gramática generativa de Chomsky hace años demostró que en el

cerebro humano-y sólo en el humano- hay una matriz generadora del

lenguaje que permita a los niños de cualquier raza, aprender cualquier

idioma de los miles existentes.




Juan Pablo II, atribuía su facilidad de hablar idiomas a su estudio a

través de esa gramática que nos hace a la vez que parlantes,

racionales e iguales a los demás.

Una vez sentados los principios, los hechos se complican

escabrosamente.

Los Estados hacen de las migraciones un arma política. Un

pequeño país como Lituania sufre la invasión de miles de migrantes

presionados por Bielorrusia o sea por Rusia. La imprudente y abrupta

retirada de USA de Afganistán ha invadido Europa de afganos y en

Ceuta y Melilla hay miles de subsaharianos en espera permanente para

intentar “colarse” a través de las vallas fronterizas.

Y peor que todo esto es la avalancha de hispanos a los Estados

Unidos a través de Méjico.

En España propiamente racistas no somos ni hemos sido si

atendemos a las Leyes de Indias y a los teólogos, es decir, en el

terreno de los principios. En la práctica hubo de todo hasta el siglo

XIX, en Cuba y Filipinas.

Es posible que el Gobierno español se esté comportando

correctamente con los migrantes desde el punto de vista humano, en

lo que alcanza mi conocimiento, pero la cuestión del territorio y de sus

habitantes le obliga a medidas políticas que indirectamente

disminuyen la presión en las fronteras.

Utilizar las poblaciones hambrientas o perseguidas como

instrumento político hace de los estados que realizan esas prácticas,

mafias, ellos mismos.




A mí y a muchas personas como yo, nos encanta ayudar a

subsaharianos o sudamericanos. No es una cuestión de raza sino de

conflicto de supervivencia entre las masas hambrientas de fuera y las

que empiezan a serlo en el interior.

Los marroquíes, no se integran nunca aun siendo buenos

trabajadores, por razones culturales. Su Gobierno ha empleado desde

1975, la población como avanzadilla de la conquista.

Es un “marrón” difícil que los gobiernos mantenían en la cuerda

floja hasta que Sánchez, rompió la cuerda y “remedió” el tremendo

abandono del Sáhara.

¿Van las Naciones Unidas a hacer cumplir sus disposiciones y

hacer posible un referéndum limpio en el Sáhara que fue provincia

española como Ceuta y Melilla?

Me temo que no.

La política de las grandes potencias la llevan las grandes potencias

y la ONU es sólo una reliquia de la Sociedad de Naciones.