sábado, 31 de octubre de 2020

La audiencia inevitable

 Artículo publicado por el periódico Ideal, octubre 2020



En una situación global grave, dentro de la que España va a la cabeza, Pedro Sánchez  ha celebrado un encuentro con el Papa.

Cualquier observador inteligente. se da cuenta de que la audiencia viene precedida de un cruce recíproco de guiños entre ambas personalidades: La actitud comprensiva del Papa en cuestiones como las exhumaciones, la futura remodelación del Valle de los Caídos, la reciente entrevista de Francisco en que aconseja a los homosexuales una especie de contrato civil.

Por otra parte Pedro Sánchez, dentro de la marca izquierdosa de su logotipo, no ha generado todavía, conflictos puntuales con la Iglesia que tanto contribuyó a la transición desde los tiempos de Pablo VI y el Cardenal Tarancón.

Hay una buena agenda de proyectos de ley sobre eutanasia, educación, ideología de género, capellanías castrenses y asistencia religiosa en hospitales  y otros temas previsibles que están en su programa y que es de suponer que serán  materia de negociación.

Sánchez, sin duda, está al tanto de la situación religiosa en España. Ha tenido oportunidad de conocerla en directo en su paso por la Universidad de los agustinos del Escorial, su Curso en el IESE y el trato con los asesores y ministros que han sido educados en la Universidad jesuítica de Deusto.

Esta experiencia y el talante versátil de su política, su sensibilidad por la oportunidad y el corto plazo, su capacidad de aliarse con cualquiera por feos que sean sus antecedentes, hacen pensar que hubo una entrevista cordial en el Vaticano, pues el actual Papa es propicio a toda conciliación.

No hace falta ser un gran especialista en nuestra historia para  tener en cuenta que desde hace trece siglos, no se ha hecho en este país nada sin la referencia al catolicismo. Esta referencia en casos puntuales ha sido anticatólica con los resultados que todos sabemos.

El único argumento que esgrimía Franco para distinguirse del Eje alemán en la Segunda Guerra Mundial era en catolicismo y el anticomunismo. Gracias a esta vertiente de aquel Régimen, se superó el bloqueo internacional y los intentos de invasión de los “macquisard” hasta 1951.

Por otra parte, es bien cierto que la política anticlerical de la Segunda República a partir del bienio azañista, no le proporcionó ningún beneficio.

El clima  religioso en la actualidad carece del fariseísmo de otras épocas, en consecuencia la disminución de la práctica religiosa, especialmente en materia matrimonial, no es peor que en largos períodos progresistas del siglo XIX. Entonces se confiscaron todos los bienes de la Iglesia, se suprimieron las Órdenes Religiosas, se incendiaron templos y se mataron frailes. Poco después se firmó el Concordato de 1851. Y no hubo nada.



Una visión pragmática de la cuestión religiosa en nuestro país en donde en plena secularización, hay por lo menos un millón de asistentes a misa diaria, muestra no la presencia de un ghetto o de una secta sino de raíces milenarias que están perfectamente vivas y no embalsamadas.

El Gobierno de Pedro Sánchez no sólo es una coalición de imposibilidades sino víctima de sus propios errores, de su falta de credibilidad y de su incapacidad para afrontar un cataclismo como el que se nos ha venido encima.

En estas circunstancias, viajar al Vaticano o si se quiere a Lourdes, sólo puede ser entendido como una medida de prudencia.

Las guerras ideológicas

 Artículo publicado en el periódico Ideal, octubre 2020


En cualquier época en que nos situemos, en toda guerra hay un elemento de conciencia, de legitimación. Es esencial que el cristiano sepa distinguir lo importante, lo necesario, de lo menos importante y secundario, ordenando lo segundo en relación con lo primero.

El Cristianismo es de raíz  un proyecto de expansión de la fe y de la esperanza mediante el método principal de la caridad. Los aspectos humanos, el talento, la cultura, los grandes análisis e interpretaciones, el consejo de los científicos, todo eso es importante pero debe emplearse en función de lo principal.

Lo principal  consiste en que el destino del hombre en la tierra no está en quedarse en ella sino en entrar en la posesión de un reino perfecto que no es de este mundo.

Ese destino no es simplemente individual sino que es el destino solidario de toda la humanidad, la vida cristiana es apostólica por la caridad de Dios, que quiere que todos los hombres sean felices, que se salven.

Por la fe sabemos que la vida cristiana sólo es posible en el ejercicio de la libertad. Nadie se salva si no quiere, nadie salva a nadie a empujones, nadie adquiere las virtudes sin un trabajo libre, ayudado por la gracia.

Siempre se ha pensado en la necesidad de estrategias inteligentes para conseguir estos objetivos. Así en la Edad Media y parte de la Moderna, la guerra y la cruzada fueron en general preferidas a la negociación y a la paciencia. La consecuencia ha sido un tira y afloja entre unos y otros con el denominador común de que ambos bandos, cristianos y anticristianos creían firmemente en que la guerra y la confrontación, la persecución y la discriminación son las estrategias “razonables” para eliminar los conflictos mediante la eliminación del contrario.

En la actualidad, siglo XXI hay tres guerras ideológicas en las que la idea de liquidar al contrario por exterminio o por conversión se mantienen irreductibles:

 

1)   La guerra del poder temporal del laicismo contra el Cristianismo

2)   La guerra de la ciencia  que quiere ser absoluta contra la fe

3)   La guerra latente o manifiesta del Islam contra la fe cristiana.

 


Estas tres guerras  guardan entre sí un orden de importancia. La más importante es la propuesta transhumanista en sus diversas formas que incluyen el ecologismo profundo, la cyberideología, la inteligencia artificial, el posthumanismo y la posverdad que forman el nudo de la cuestión: la decisión del hombre sobre su naturaleza, tal como se expresa en la ideología de género.

En segundo lugar y legitimado por esa misma ideología, el poder temporal que prescinde totalmente del espíritu y que tiene como fin último conseguir la sociedad del bienestar sin Dios.

De una manera más descarada e históricamente permanente, el Islam radical y expansivo hace la guerra allí donde puede y le conviene, enfrentando la fe contra la fe. Se corresponde con la estructura medieval de su área cultural de origen.

Los cristianos, aunque estadísticamente, un tercio de la población mundial, en su mayoría-como ha ocurrido en todo tiempo-están sumidos en la modorra y la inercia absolutamente cegados hoy, por el espejismo de la sociedad del bienestar.

Para un cristiano, la sociedad del bienestar en sus justos límites,  forma parte del progreso en general, del bien temporal por el que se debe luchar para alcanzar una sociedad más feliz según la voluntad de Dios, expresada en:

El Decálogo en primer lugar donde aparece como elementos centrales, el culto a Dios, el amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Y sigue: la familia, el respeto al cuerpo, la propiedad, la verdad.

El Evangelio  que propone virtudes cristianas que imitan a Jesucristo: el saberse pobre ante Dios, la mansedumbre, el hambre de santidad, la misericordia, la rectitud de intención y ausencia de doblez, el trabajar por la paz y la aceptación de la persecución por causa de la justicia, es decir de la santidad.

lunes, 12 de octubre de 2020

Del suicidio asistido a la muerte libre

 Artículo publicado por el periódico Ideal, octubre 2010


La eutanasia, como el aborto, la guerra  y como la misma pena de muerte, plantean el siguiente problema de fondo: ¿Puede el hombre individualmente o por la representación de sus instituciones asumir una decisión libre sobre la vida y la muerte?



En las Declaraciones históricas que enuncian y proclaman los Derechos del Hombre, se determinan libertades y posibilidades pero no se entra a definir el contenido semántico de esos derechos.

Se habla del derecho a la vida, a la propiedad o a la libertad e igualdad pero no se concreta su contenido: ¿Qué debemos entender por vida, familia, propiedad e igualdad?

A los padres Fundadores de la Constitución de los Estados Unidos no se les ocurrió la necesidad de definir esos conceptos porque actuaban según el más elemental sentido común.



El “desarrollo progresivo” de la civilización ha llevado a ir más allá de la libre decisión sobre los nombres, hasta la libre decisión sobre los significados de esos nombres.

Cualquier definición de cualquier diccionario puede ser puesta en cuestión.

¿Qué es vivir o qué es morir? ¡Vaya problema!

Si queremos tener seguridad jurídica sobre esos temas no hay más que un camino “¡Decidámoslo!”. Ya es hora de que la Humanidad se libere de tópicos e inercias y tome en su mano las riendas del propio destino.

Podemos tomar esa decisión metafísica de trocar las definiciones de los diccionarios en sus contrarios, el verdadero problema es si debemos.

Recordemos de paso, que a principios del siglo XX, André Bretón entendía el surrealismo como una revolución liberadora y años más tarde, el teatro del absurdo con Samuel Becket e Ionesco, hacían del absurdo un método demoledor, que era una manifestación de su anarquismo intelectual.

Pero veamos el destino a dónde nos lleva la libertad absoluta de decisión sobre estas cuestiones.

Si la vida es lo que la madre decide por vida, si la propiedad es lo que el okupa decide por propiedad, si el sexo es de libre decisión, si la justicia es lo que decida la política, si la sanidad es para los más útiles y carece de sentido para los ancianos, si la igualdad y la identidad depende de la libre decisión de cada uno y no de la aritmética, la conclusión no es cómo pudiera parecer, “un  casi absolutismo”, sino el absolutismo de la dictadura.

Porque la arbitrariedad es el caldo de cultivo de la dictadura.



El feto, el enfermo terminal, el anciano, el enfermo mental serán redefinidos por el estado o por el aparato de propaganda que convenza a cada uno de ellos sobre lo que son.

Esta ruta, que la sonrisa orwelliana del Gobierno, está recorriendo  y con gran rapidez, es una  máquina demoledora del Estado de Derecho, en donde los derechos se reconocen, no se deciden.

Todas aquellas paredes maestras del sistema: la Judicatura, las Cortes, el poder moderador de la Monarquía se encuentra a merced del arbitrio de una sola persona.

El Rey que es el poder moderador del Estado de Derecho, se encuentra sin poderes que moderar, siendo él mismo, moderado.

Lo que sea vida o muerte, lo que sea propiedad o libertad, lo decide, según Hegel, uno que en los antiguos Imperios asiáticos era el Emperador.

Porque los emperadores, tenían una alta idea de la libertad, la más alta: la que sólo ellos ejercen.

domingo, 4 de octubre de 2020

Mayoría social, minoría política

 Artículo publicado en el periódico Ideal, octubre 2020



La votación negativa que hubo de asumir el Gobierno con motivo de su pretendido propósito de confiscar los superávit de los Ayuntamientos, no es una cuestión baladí ni puede reducirse  al área municipal.

Los 193 diputados votaron contra el Real Decreto ya en vigor frente a 153 diputados de la Coalición.

Este insólito resultado permite un diagnóstico en profundidad de nuestra realidad socioeconómica.

En primer lugar, se nota que las cuestiones evidentemente esenciales, pasan por encima de las ideologías.

La pandemia,  pone a nuestra salud en la cuerda floja y hasta los más reacios, pueden llegar a reclamar la ayuda de los rastreadores de la UME.

Le sigue en importancia el dinero que hoy por hoy, sea en efectivo o en plástico, viene bien a todos los bolsillos sean de derechas o de izquierdas.

También es sabido y es comprensible que Podemos apoyó la convalidación del Decreto para no romper la Coalición, ya malherida.

El diagnóstico que cabe hacer en el marco sociológico y económico es que la estructura de España es conservadora, liberal y de derechas.

El espejismo de los grandes eventos secesionistas, único apoyo de Sánchez, pasan a un segundo término cuando aparecen dos factores simples: la salud y el dinero.

El PNV y los herederos de Convergencia son partidos conservadores y liberales. Tanto Esquerra como sus antípodas, Ciudadanos pertenecen a la pequeña burguesía y clase media baja.



Este trasfondo sociológico se corresponde en grandes líneas con los de la Derecha clásica, más o menos centrada.

Si recordamos la base histórica que apoya al independentismo, eso explica muchas cosas: los antecedentes directos del PNV es el carlismo histórico y su defensa de los Fueros desde las alteraciones de Aragón en tiempos de Felipe II y de su secretario, Antonio Pérez.

Cataluña, por otra parte, fue un área atravesada por el carlismo  durante el siglo XIX.

Este linaje histórico permite entender la pertinacia de estos independentismos.

El paso del carlismo vasco navarro al nacionalismo demócrata-cristiano del PNV, se desarrolla en el siglo XX, o antes, en torno a la Segunda República.

Los Fueros catalanes, bandera del carlismo, conservan de él, la defensa de su personalidad histórica, el conservadurismo social y económico que es la traducción moderna de los ideales del Antiguo Régimen.

Ciudadanos cometió un error histórico al dejar Barcelona por Madrid, se corresponde con una clase social de pequeños empresarios, comerciantes y autónomos que no fueron “reeducados” por la inmersión lingüística de Pujol.

Añadamos que gran parte del clero vasco y catalán es, de toda la vida, nacionalista y ello permite entender por qué en Cataluña y en el País Vasco la escuela concertada, está más valorada que en otros territorios

Según este sencillo esquema y en la inmediata carrera para aprobar los Presupuestos, la Coalición lo tiene más bien “crudo”.



Por encima de soflamas y banderines, la salud y el dinero, marcan la ruta.

España no va estar fuera del contexto europeo como lo estuvo desde 1947 a 1953. Dependemos, afortunadamente, de Europa que no va a andarse con palabras huecas y “postureo”.

Europa  es conservadora en Francia y Alemania y ultraconservadora en Vicegrado y en Rusia.

Nada va a cambiar. Todo va  seguir como está. Sánchez no podrá programar un socialismo duro, salvo en cuestiones de género, eutanasia, laicismo. Por eso necesita a Franco y paradójicamente a Pablo Iglesias porque Franco es su “padre” e Iglesias, su “progenitor.

Unos caídos, otros caerán.