Artículo publicado en el periódico Ideal de Granada, 1 de julio de 2014
En la discusión candente sobre la forma monárquica en España,
tenemos una de las constantes que definen
el flujo de nuestra historia. Desde las Cortes de Cádiz, venimos discutiendo o imponiendo,
formas monárquicas y dictaduras. Parece que no nos quedamos tranquilos con
ninguna. La razón de fondo es que en España el motín de Esquilache,
trazó una línea entre la tradición y el progreso que permanece más o menos
desdibujada. Aquí como en otros lugares de Europa, el progreso, o algo llamado
así, se abre paso de mano de los partidos considerados liberal-conservadores.
Es el caso de Alemania cuya primera legislación social la consiguió el
Canciller Bismarck y en España, el Instituto Nacional de Previsión, viene de la
mano de Largo Caballero con el permiso de Primo de Rivera. La Historia es la
que es y no se puede elegir como tampoco podemos elegir padres ni código
genético.
¿Por qué se da ese fenómeno? Porque las izquierdas, especialmente en el área latina,
tienen una fe casi religiosa en sus ideales y
la conciencia de tener toda la razón de su parte, toda la verdad, consideran
que las derechas, son irracionales, egoístas y retrógradas. Esa convicción
lleva a negar al adversario, el pan y el agua. El Congreso de Suresnes representó un punto de inflexión que
aproximó al socialismo español desde la mentalidad revolucionaria a la propia
de la socialdemocracia europea. Felipe González, hombre inteligente y de gran
sentido común, fue el gestor del giro, quedando para independentistas, comunistas
y anarquistas, el banderín de la izquierda radical. Así se entró en la NATO,
así fuimos aceptados en Europa. Desde muy atrás en Estados Unidos y Europa, desde el 68, la
izquierda radical tiene su Vaticano II, en los Foros de Pekin, Río y en
movimientos de masa, más bien violentos, en Seattle y Barcelona. No nos
olvidemos. El giro consistió en asimilar el ecologismo, la ideología de
género, el espíritu asambleario, la paridad, etc. Con este Magisterio, vinieron los freekys y pare de contar.
En este panorama coloreado por una crisis financiera
mundial, el Rey Juan Carlos abdica, desplazando de los titulares a Pablo
Iglesias, al derecho a decidir y a la crisis del PSOE. Esto se adereza con una
música de fondo que es la lenta pero progresiva, mejora de la economía que es
lo que parece nos interesa a todos. El órdago del Rey ha dejado descolocados a todos y ha sido
en mi opinión, el último (o penúltimo) servicio de Juan Carlos a éste país. No importa que, en realidad, “ya le tocase”, por edad, salud
y por la difusión de sus líos y de los de su entorno. El hecho es que el
momento elegido y la rapidez con que se desarrolla el proceso sucesorio, están medidos
y bien medidos. Rubalcaba, más heredero de Felipe que de Zapatero, ha tenido
el cuajo de mantener el pacto constitucional, dejando atrás, los cordones
sanitarios, los tocados palestinos y las “maldades” propias de su índole.
Lo que no tiene sentido es empezar un debate ideológico
sobre la Monarquía. Ese debate se prolongaría indefinidamente y quedaría en tablas,
superado por el vertiginoso paso de los hechos. La política de alto o bajo nivel, trabaja con la realidad
social y vive de ella. Las ideas que se manejan, si no fueran ideologías (propias
de religiones laicas) debieran estar en la línea de “otro mundo es factible” y
no de “otro mundo es posible”. Porque como dicen los físicos, de los infinitos
mundos, matemáticamente posibles, alguien eligió éste en que vivimos. No es
mejor ni peor que los otros, pero tiene a su favor que es el que hay, el real. Como si aquí, no hubiera pasado nada, desde 1914 a nuestro 2014, algunos pocos
quisieran borrar la Historia y fabricar un mundo ideal, que como los dulces,
nos gustaría a todos.

Es asombroso como los problemas históricos de España son
casi los mismos de hace dos mil años: vascones y carolingios, los islamistas y
el Turco, Monarquía o República, “comecuras”
y “meapilas”, el patio de Monipodio, los tempranillos y las corridas de toros. Hay dos nuevas realidades que son los factores más
determinantes del porvenir: La existencia de la Unión Europea y el futbol, cuya
función político-ideológica la inventó Franco.
En el mosaico de los grandes y pequeños estados europeos, no
se mueve una pieza sin que Bruselas y la Sra. Merkel, lo autoricen. Dicen que Europa no se compromete. No lo hace cuando sabe
que pierde, pero, de hecho, está rodeando a Rusia de tropas y escudos
antimisiles. Obama ya no está de guardaespaldas de la economía de mercado sino
que se ha puesto delante, apoyando a Ucrania, incondicionalmente. Su posición
está ya en la delantera.

La Unión Europea se amplía por el Este y tras la
reordenación de territorios después de la caída del bloque soviético, sólo se precisa
de estabilidad dentro de los límites de la U.E. y de apertura a nuevos mercados
y fuentes de energía. Nos queda a los españoles, poco margen de maniobra. La pregunta clave que deberíamos hacernos es: “En el actual
momento de la vida de la gente corriente, en el contexto de la difícil salida
de la crisis ¿A quién le interesa un cambio radical que ponga el país "patas
arriba”? Como en 1975, en 1981, ahora en 2014, la Corona sigue siendo
determinante.
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