domingo, 27 de marzo de 2022

España, en tiempos de amor y de guerra

 Artículo publicado en el periódico Ideal, marzo 2022


La geografía y el clima forman las coordenadas, la corporalidad, de

un país y el marco de su historia. Con la excepción de Portugal volcada a

las costas de África y Asia, España mirando a las Américas, mantiene su

continuidad histórica.





El Estrecho de Gibraltar nos hace tierra de paso mientras que los

Pirineos forman frontera, aunque hoy mucho menos.

Carlomagno llegó a Barcelona, pero tuvo que volver sobre sus

pasos, lo mismo que Napoleón y mucho antes los normando, picotearon

nuestras costas sin conseguir afirmar una cabeza de puente.

En Hendaya, Hitler quedó convencido de que nosotros seríamos

más una carga que un aliado, dada nuestra inmediata guerra civil. Los

alemanes escaparon de la península hacia su tumba en Ucrania.

Marruecos nunca ha sido un paraíso y aparte de los muchos

muertos que dejamos en sus tierras en los dos últimos siglos, siempre

nos trajo problemas desde muchos siglos atrás.

Es curioso como el modelo ruso de invasión híbrida sea imitado

meticulosamente en Ceuta y Melilla, tras dejarnos una bomba de efecto

retardado en el Sahara Occidental.



De todo lo cual se infiere que la personalidad geopolítica de España

sigue estando donde siempre estuvo y las fuerzas centrifugas del interior

amainan ante los graves problemas del exterior.

La ideología ha pesado siempre sobre nuestra economía.

Antaño por los valores cristianos y ahora por los valores europeos

que suman libertad y sexo.

Entre estos valores está el miedo a lo nuclear que contamina, aunque,

bien pensado, más contamina el hambre, las vacas y el transporte de

tierra, mar y aire.

No importa porque compramos la energía nuclear de Francia y el

gas de Argelia.

Afortunadamente tenemos un Presidente, maestro en equilibrismo

que sabe resucitar desde la nada, apoyarse en las mujeres, quitarse de en

medio a los considerados ministros clave y a los cerebros en la sombra.

Prometer el oro a los independentistas y darles y quitarles el

diálogo cuando le parece.

En la próxima cumbre de la Nato, en Madrid, tendrá ocasión de

hacerse todas las fotos de todos los perfiles.

Una situación nada envidiable porque los acontecimientos le

obligan a tomar una decisión muy difícil, incluso, para su carácter

versátil: tomar el camino de la verdad o sea de la realidad.

Nuestro socio y amigo, los Estados Unidos, quieren hacer de

Marruecos una plaza fuerte, una barrera frente al islamismo que aprieta

desde el Sáhara y permite a su socio preferente jugar todas las bazas.

No había otro camino que desdecirse de todos los presuntos

valores del mayo del 68 (“hacer el amor y no la guerra”)

Sólo así podemos entrar en dirección a la guerra de la NATO cuyo principal

valedor, los Estados Unidos, se han convencido de que organizar guerras para

perderlas es muy fuerte.

Esa guerra ya declarada contra Europa por el impasible Putin y que podría

tener como confortable país neutral a China.



Occidente, el Louvre, los Medici y el Código Napoleón quedarán hechos pasta

fina bajo botas y tanques.

Los países europeos se configuran frente a Rusia, como lo hizo Francia en

1940 frente a Alemania. Ahora es Alemania la que se rearma, ahora le dejarán

armarse. Entre Alemania y Rusia sigue habiendo Polonia y ya se ve que las

cosas no han cambiado.

Nosotros podemos aportar sol y playa y allí arriba los astures junto con los

vascones y cántabros, hace más de un milenio que nos sacaron las castañas

del fuego.

De Albacete vienen las navajas que tanto sirven para reyertas entre bandas

latinas como para las guerrillas de Ucrania.


¡Y la luz sigue subiendo!

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