domingo, 4 de junio de 2023

Coordinación y bien común

 Artículo publicado en el periódico Ideal, junio 2023


El hecho de que los políticos se acuerden de los problemas del

ciudadano, días antes de las elecciones, subraya el olvido de sus

programas y la convicción de que los ciudadanos padecen de una

amnesia profunda.

No ocurre siempre así. Cuando un alcalde es honrado y cumplidor, suele

ser reelegido periódicamente.





En un ayuntamiento y en una Comunidad el fin de los candidatos es la

búsqueda del bien común. En la medida que quiero el bien de mi pueblo,

tengo que pactar con mi vecino.

Las Comunidades si quieren el bien común de la suya, tienen que pactar

con las vecinas.

La cuestión del agua, por ejemplo, es un agudo problema mundial. Como

ocurre con los alimentos que sobran y se desperdician, por falta de visión

y organización política.

En España hay mucha agua a repartir, pero se devuelve al mar sin

conciencia. Lo mismo ocurre con la vivienda en donde el actual estado de

cosas propicia que no se construyan viviendas públicas y pocas

privadas, haciendo que el acceso a la propiedad y el acceso al alquiler

cada vez estén más lejos de las posibilidades de jóvenes y no tan

jóvenes. Así se explica el descenso de la natalidad.



                                                    Natalidad-mortalidad en Granada

Cabe responsabilizar de muchas de estas frustraciones a la actual

estructura del estado autonómico donde las instituciones autonómicas

culpan a las centrales y éstas devuelven la pelota a aquellas.

Con la actual estructura cabría acuerdos si hubiera coordinación y buena

fe. El bien común puede ser incompatible con la política de partidos.

En este país los partidos políticos tienen votantes fijos que votan a los

suyos como si se tratase de religiones. A esto se debe el recurso a la

memoria histórica de la que pocos se acuerdan y de que la mayoría no

quiere acordarse.

Si hay un problema, se desentierra un muerto. Si vienen mal dadas, se

recuerdan las tapias del cementerio donde cayeron tantos inocentes. Se

olvida que hay muchas tapias en este territorio.

Hay pactos ideológicos que no tienen que ver con el bien común sino con

la confrontación y el “guerra civilismo”. No son justos porque dan el

poder a coaliciones que no han sido votadas sino formadas a posteriori.

Se alude también a la profesionalidad de los políticos, pues muchos

incapaces, presumen de que cualquiera puede ser ministro o secretario

de Estado.

Sería deseable que los políticos en vez de licenciarse en cabildeos de

partido, tuvieran algunos años de trayectoria profesional, aunque fuera de

albañiles o de autónomos porque a veces se comportan con la falta de

seriedad de quien no sabe lo que es trabajar.

Con la globalización, ocurre que los asuntos más cercanos y simples

vienen condicionados por la Unión Europea, por el G 7 o el Foro de Davos




o por las multinacionales. Esto explica que se vacíen las zonas rurales,

los granjeros sacrifiquen sus vacas o los agricultores conviertan las

cosechas en biocombustible sin olvidar que las energías renovables y el

abandono de combustibles fósiles vienen determinados por Bruselas.

En esta línea, nuestros municipios debieran pensar en estrategias de

cooperación entre sí para facilitar la atención a los mayores en materia de

sanidad, de acceso a la banca y de servicios compartidos.

En muchas de las necesidades locales se ve la exigencia de coordinación

y de voluntad de ejecutar los fondos europeos sin prejuicios de partido.

El bien común es el conjunto de derechos y de deberes que hay que

coordinar, respetando los derechos fundamentales y los deberes

correlativos sin lo cual la democracia se desliza hacia la demagogia,

nombre griego de la anarquía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario