viernes, 28 de agosto de 2015

Asalto al paraíso

“Los gases llenan los vacíos”


En Geopolítica, el principio se aplica al poder. Cuando en un territorio hay “vacío” de poder, no tarda en aparecer un pretendiente a cubrirlo. En esto como en todo, hay grados y excepciones. Hay también modalidades como la negligencia, la dejación de funciones para no complicarse la vida. Siempre el espacio político encontrará un dueño.
Es una concepción mecánica de la política que se repite en otras áreas: la economía,  el magisterio intelectual, las fuerzas de seguridad, etc. Si no haces lo que debes, otros harán lo que no deben y serás desplazado.
Un sociólogo, Luhmann, se siente sorprendido, como al analizar zonas en conflicto, le parece estar asistiendo a una cadena de reacciones químicas.
Este punto de vista es incompleto e insuficiente para explicar las acciones humanas pero tiene su parte de verdad.
La rotación de la tierra sobre su eje es una verdad necesaria, lo que no significa que bloquee nuestra libertad sino que le ofrece el terreno de juego, su plataforma de lanzamiento.
Estamos en una guerra global no declarada, en Oriente Medio y África.
La electrónica, hace posible que el espacio se haya reducido a un punto inextenso porque gracias a los móviles y de más medios, todos estamos virtualmente interactuando, “a la vez” o sea, al mismo tiempo.
Una ojeada al planeta, nos indica que hemos llegado a un punto de desmadre, sin vías visibles  de solución.
La emigración y la huída de refugiados golpean las fronteras de la “Europa sin fronteras”. Así se hacen visibles las contradicciones de Occidente, empapelados de Derechos Humanos y  amurallados en su torre de Babel.
Dentro del paraíso del orden, hay millones de seres humanos en permanente angustia, sin tener un suelo donde apoyar el pié. Sus familias destrozadas o ya muertas. Una situación donde se aspira sólo a sobrevivir.
Entre tanto, hacemos jerseys de punto para nuestras mascotas.    
Ha llegado el momento de que el terremoto de los conflictos en Oriente Medio y África,  rompa aguas en nuestras costas.
En su interior seguimos tomando el té con pastas o nos doramos en las limpias playas del Mediterráneo justo allí, a pocos metros donde se amontonan miles de muertos en un chorro diario. Sólo países de raíz cristiana como Italia y España obran con misericordia.
Este mundo del 2015 es un polvorín, pero lo de menos-con ser brutal, es lo que pasa en las zonas de guerra  abierta: Siria, Irak, el Sinaí, Somalia, Eritrea, Yemen, Nigeria, etc.  El rebote de esos conflictos amenaza a Europa y una situación semejante o peor, se ofrece en la frontera sur de Estados Unidos.
Este panorama nos  alerta y permite cambiar el enfoque de la cuestión.
Si nos centramos en el análisis minucioso de las zonas de guerra, nos perdemos la globalidad del problema que está más bien, necesitada de síntesis.
Sólo hay un problema: la enorme desigualdad entre los seres humanos, que mediante los medios de comunicación la gente evidencia que hay países con buena vida y la mayoría de mala muerte. Se impone el trasiego de unos a otros. Esto es todo
No estamos ante un problema coyuntural sino estructural. Los medios se han convertido en un arma revolucionaria. Su eficacia, consiste en despertar a las 4/5 del mundo que, otros como yo, vive muy bien, mientras yo, estoy  cotidianamente, al borde del hambre, de la malaria, sin alimentos, agua potable o medicinas.
Hace veinte años, diríamos que estamos escribiendo un panfleto de Amnistía Internacional. Hay que confesar que nadie, medianamente informado, ya puede pensar así.
En otros tiempos, este problema se resolvía mediante la institución de la esclavitud, bastante bien regulada en Grecia y Roma. La desigualdad quedaba interiorizada, -“Arriba/ Abajo”- y el esclavo, en general, sabía que tenía la olla asegurada por el propio interés del señor.
Ahora hay formas más descarnadas de esclavitud que carecen del paternalismo antiguo y que sólo tratan de exprimir al hombre y a la mujer como un limón hasta que lo recambiamos por otro válido.
A simple vista nos queda la beneficencia y la asistencia social. La envergadura del problema es tal que esos medios que nos quedan son como poner tiritas a un enfermo terminal.
Los problemas llevan consigo la solución.
Cuando sólo tenemos un problema y sólo uno, la solución debe ser global y unificada. Debe darse, además, una respuesta inmediata porque el asalto al paraíso, también lo es.
La especie humana ha crecido siempre por fenómenos migratorios, muchas veces ligados al cambio climático. No es pues, un apocalipsis propio de la posmodernidad. No estamos ante una situación insólita.En esas migraciones, el grado de sociabilidad y de organización, han sido las llaves de la supervivencia.
El Cristianismo ha creado civilizaciones y culturas porque ha sabido integrar a todos los seres humanos, en un camino común.  
El vacío de poder no se refiere aquí, a fuerza militar o económica. Es un vacío cultural, moral, de identidad. No sabemos lo que somos. No queremos “escudriñar las esencias”. Es más confortable, quedarse en casa y verlas venir.
El vacío de organización social y política en medio mundo tiene sus responsables y es muy probable que las grandes avalanchas, al fin, no encuentren murallas suficientemente altas.
Si no hay solidaridad (ya no digo, Caridad) dice el Papa Francisco: “os lo quitarán todo”




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