miércoles, 14 de octubre de 2015

Del eros al amor: un largo camino

Artículo publicado en el periódico Ideal de Granada, 14 de septiembre de 2015

La sociedad occidental y especialmente la española, está altamente sexualizada. No debe ser este hecho muy positivo cuando va unido a la falta de natalidad. Mucho sexo y poca natalidad, parece indicar que el sexo se usa en la medida en que no genera responsabilidad (meterse en líos).

Como este fenómeno ocurre en los países desarrollados y en las sociedades “avanzadas”, las encuestas señalarán que una gran mayoría de ciudadanos, considera normal jugar con el sexo por puro placer sin contextos institucionales represivos.

La verdad de lo que ocurre es, ahora mismo un reblandecimiento de las conductas, una enorme dificultad para renunciar o sufrir. Por supuesto que casarse, tener hijos, es un “incordio”, para la propia autonomía, el desarrollo profesional de los miembros de la pareja, etc.

Este escenario no es nuevo ni mucho menos. Basta leer las historietas de Herodoto o los novelones de Plutarco y de Petronio, para cerciorarse de que en todo tiempo, la especie humana prefiere lo fácil a lo difícil. No hay que ir muy lejos para comprobar las consecuencias de estas conductas generalizadas.

Cuando un grupo humano no quiere tener hijos, se queda más solo que la una, tiende a desaparecer y otros seres humanos que no tienen miedo al matrimonio y a los hijos, ocupa su lugar...
Todo hace referencia al sexo, implícito o explícito. El culto al sexo conduce al deseo insatisfecho, pues, el puro sexo sin amor y sin hijos, infringe los más elementales principios de las ciencias biológicas, la genética, la psicología evolutiva, la psiquiatría.  

Se leen novelas que equiparan el mensaje cristiano al “juego del amor” entendido en el sentido de sexo estricto. En los países latinos, algunos entienden por Democracia, el intercambio de parejas porque todos tenemos derecho a cualquier opción, cabe sospechar lo que va a quedar de la Escritura cuando entre uno de estos  elefantes, en la tienda de las porcelanas.

La Biblia, es el texto antiguo más estudiado por todas las disciplinas y es el testimonio más rotundo
de la historicidad de Jesús. Su interpretación especialmente en los tres últimos siglos ha progresado incesantemente tanto en el ámbito católico como en el protestante.. Hoy mismo, la arqueología nos sitúa muy bien en el escenario de los hechos, no de las elucubraciones.

Hay que respetar los contextos. No se pueden extrapolar los criterios actuales, según los cuales da igual y es tan  normal aparearse con una cigüeña o con un caballo. Biológica y económicamente hablando, no da lo mismo.

Con preservativo o sin preservativo, con píldora o sin píldora, el resultado es que la gente sustituye la familia por la empresa: no hay hijos ni nietos: es el fin de la historia. Eso sí, sólo en los países más “avanzados”.

Cogen el Evangelio y ponen en él, todo el sexo que llevan dentro. Surgen películas y enredos eróticos en los que el Colegio Apostólico se da en versión de comuna hippy.
Seamos un poco serios.

El enemigo mayor que tuvo el  Cristianismo primitivo fue el judaísmo. Este conflicto se agravó con el tiempo. Los rabinos pensaron algunas estrategias. La más frecuente, el silencio. No se habla de lo que no existió nunca y no existió porque no se habla de ello (en la sinagoga, no en el resto del ancho mundo)  

El Talmud es una recopilación de discusiones entre rabinos, en torno a la Toráh. En la versión española ocupan cuarenta volúmenes. Cuando se habla tanto afloran desde los silencios, los dicterios. Y Jesús aparece nada honrosamente, pero aparece.

En ningún caso sale el sexo. Los judíos en esto son muy estrictos. Lo “lógico” hubiera sido desvelar las aberraciones sexuales de la secta de los cristianos. Nada de eso. Se habla de impostura, de robo del cadáver, de mentira, pero no de sexo. Sólo la ignorancia contemporánea puede encontrar sexo en la palabra de Dios.

El eros platónico, tiene un sentido filosófico muy por encima del sexo, tal como entendieron los Padres de la Iglesia. Un conocido traductor de “El Banquetee”, Emilio Lledó,  que va a ser galardonado con el Premio Princesa de Asturias  me indicó, en su momento, que la temática aparentemente homosexual de algunos Diálogos, era un truco pedagógico de Platón para mantener la atención de sus alumnos adolescentes. En otra de sus obras “Las Leyes”, dejó bien claro lo que pensaba sobre el asunto.

El amor se distingue del eros como un bebé de un adulto. El primero no se busca a sí mismo y su placer, sino el bien del otro.  En términos de renuncia y sacrificio como saben hacer las madres.

Los Padres equiparaban la virginidad y la castidad con el martirio.: el testimonio de su fe en Cristo. Los paganos admiraban a los cristianos, al ver como se amaban unos a otros. Sólo un lector del siglo XXI puede interpretar este amor en clave de cuento erótico.

A Jesús y a sus discípulos, se les llamó estúpidos e imbéciles, enemigos de la raza humana, porque eran castos en vistas a conseguir la resurrección de sus cuerpos. No son acusados de violadores o proxenetas. Los textos, cantan.

La tolerancia y el respeto a las personas cualquiera que sea su orientación sexual, no quita que se remedien aquellas ignorancias.


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