Artículo publicado en el periódico Ideal, junio 2025
La incertidumbre es la situación contrapuesta a la
información. Se presenta transversalmente desde fenómenos sociales como la
política, la física cuántica, la informática, la medicina, la psiquiatría y la
Bolsa.
Decimos que “todo está patas arriba” como si la
incertidumbre fuera un fenómeno extraterrestre, pero es más bien el condimento
que acompaña a la vida humana.
Si fuéramos realmente “objetivos”, la suma de
todas las incertidumbres nos anonadaría. Por eso se inventó la familia, en
primer lugar, porque el padre y la madre protegen a la prole con un cariño que
despeja toda ansiedad virtual.
Aquí se comprueba el lazo entre desamor y
ansiedad.
Cuando, quien era nuestro guardián “se quita de en
medio”, los niños sufren lo que sus padres se esmeran en ocultar.
Las grandes familias con muchos hijos e hijas,
primos y primas que han creado un modo de habitat, a la vez, independiente y
común, consiguen más salud mental de la que postula la O.M.S.
La escuela después de unos días de lágrimas por no
conocer con que monitores, maestros y amigos se va el niño a encontrar, va
gradualmente cobrando confianza con la “seño” y luego el profesor. La escuela
es un mundo distinto de la familia y una de sus finalidades es la de ir
informando, años tras año de cómo es el mundo y el hombre que lo habita, cómo
es su país, su geografía y su historia.
En la medida que el niño aprende, adquiere fuentes
de información y consigue ser diestro en la realidad virtual, la información
disuelve la incertidumbre.
La ansiedad alcanza su pico, en la “Selectividad”
pero pasa rápida y da lugar a la aventura universitaria.
La aventura, en general y normalmente deja en boca un sabor dulce y salado pues es una forma de socialización, muy distinta a la familia y la escuela. En la Universidad se decanta el destino de cada uno y cada una y se acaba por vencer la gran incertidumbre “¿Qué será de mí?”
En las universidades se han engendrado todas las
revoluciones políticas y culturales de los dos últimos siglos y, aunque en
otros contextos, en todas las universidades se alzan movimientos desde que
existen.
Los dos primeros cursos son cruciales, porque la
juventud y las hormonas no permiten ver siempre el objetivo final de una
carrera que es un servicio a los demás por medio de la profesión.
En esa franja de edad y estudios, los chicos y las
chicas se sienten cómodos con la incertidumbre y los más inquietos ensayan el
liderazgo.
La familia protectora va retirándose y cuando la
persona encuentra trabajo, aparece otra modulación de familia en que aquellos
que fueron protegidos pasan a protectores y las incertidumbres pasan a los
hijos.
Sin duda que un esquema tan simple, corresponde
más bien a la sociedad de hace cincuenta años y en un país del Sur.
La diferencia con la actualidad es que ahora las
incertidumbres se multiplican por cien: la identidad, el puesto de trabajo, la
vivienda y la facilidad por escapar del compromiso y de la estabilidad.
Esa ruptura con las instituciones, aspirando a una
libertad sin compromiso es siempre una huida hacia adelante. No hay sociedad
que sobreviva a la ausencia de compromiso.
Hay personajes con el mayor poder del mundo que
representan el califato de la incertidumbre porque disfrutan, a ojos vista, con
derrumbar todos los valores -entre ellos las universidades- sin admitir
límites. Su falta de formación y moral les permite querer vender a la vieja
Europa, una burra ciega, cosa que hacían mejor, los mercaderes de antaño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario