domingo, 19 de noviembre de 2017

¿Qué es la guerra?

Artículo publicado en el periódico Ideal en Noviembre de 2017

La naturaleza de los conflictos bélicos presenta algunos factores invariantes y unas cuantas variables. Parece que, a primera vista, una guerra es una ecuación. Se repiten unas constantes y siempre encontramos alguna novedad.
Este planteamiento analítico de la guerra como ecuación, puede facilitar su comprensión e interpretación
Hay actualmente en el mundo en torno a cincuenta guerras civiles, dentro del propio país o entre países o alianzas de varios estados.   La mayoría de estas contiendas se dan en países pobres y se concentran casi todas en África.
También  por efecto de la globalización, ha surgido en las últimas décadas, un tipo de guerra a semejanza de la tradicional guerrilla pero con rasgos específicos: el terrorismo y su estructura policéntrica y global que  han empleado los islamistas radicales.
En  Asia, el islamismo se hace notar en la provincia nororiental de Sinkiang en China. En Birmania, el islamismo es machacado por el gobierno budista.
Las grandes guerras suelen tener en común, la convicción por parte de los que las desencadenan, de que acabarán en días o meses. Lo cierto es que una guerra se sabe como empieza pero no cuándo y cómo termina. Algunas no terminan nunca, se hacen endémicas como las de Sudán del Sur, Somalia, Corea donde no se ha firmado un tratado de paz.

Las guerras ideológicas o de tipo étnico o religioso, son las más duras para la población porque el enemigo es considerado como la encarnación del Mal mientras que el Bien es el emblema de los agresores o a la inversa.
Esta proyección de las razones de la contienda a esas entidades absolutas permite las guerras de exterminio, las depuraciones y exilios masivos. 
Los intereses económicos son una invariante. Los territorios, hoy se disputan el gas o el petróleo. También hay motivos estratégicos y geopolíticos como el control del Mar Rojo y del Cuerno de Oro, Hitler esgrimía la teoría de la expansión vital, la necesidad de espacio.
Los individuos responsables de los conflictos, a veces son personas concretas, cuya intervención los impulsa. Pensemos en el káiser Guillermo II y en Hitler.
Los Estados Unidos han sido protagonistas de varias guerras en el siglo XX y XXI. Dada la estructura democrática del pais, donde la separación de poderes es muy estricta, los protagonismos no se derivan del carácter de un individuo sino de los intereses  de las instituciones en bloque. El Presidente no puede iniciar un conflicto sin contar con la aprobación del Congreso que debe financiarlo.
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En todas las guerras se usa siempre una cobertura ideológica cargada de sentimiento y emocionalidad sin las que sería difícil motivar a las tropas. Si este factor decae, como en la Guerra del Vietnam, la guerra toca a su fin.
En el ámbito moral, las conciencias se polarizan entre el deber de defender a la patria y la objeción de conciencia de quienes consideran la guerra como un crimen. Entre los primeros cristianos se dieron las dos tendencias de opinión.
¿Existen guerras justas? En la Edad Media, se elaboró una teoría de sobre qué caracteres tiene que tener una guerra para considerarla justa. Es un tema difícil sobre todo si contamos con la cantidad inmensa de muertes militares y civiles y todos los abusos que se dan en ellas. La teoría se remonta a San Agustín y ha tenido ilustres defensores.
Las guerras modernas, son exterminadoras por el impacto de la tecnología que en su límite, como en el caso de una guerra nuclear, es por sí misma el mayor mal.
Sólo pensar en que una cierta arma puede disparar cien balas por minuto, se imagina uno, cómo estamos: en un progreso que lo carga el diablo.
Gandhi y su doctrina de la no-violencia, derrotaron al Imperio británico, el pacifismo se  ha extendido en todas partes. Va ligado casi siempre, al prohibido prohibir, a la ideología de género. En ocasiones puede ser instrumentalizado por los estados para debilitar a sus adversarios.
La guerra es el peor de los males-se suele decir- pero no se piensa en su causa, el pensamiento belicista que se emplea a fondo en aquel principio repulsivo “el fin justifica los medios”.
 Tampoco el pacifismo puede llegar a impedir el ejercicio de la fuerza para el cumplimiento de las leyes justas decretadas por la autoridad legítima. La permanente burla y desprecio del principio de autoridad en los últimos cuarenta años, el no ejercer la fuerza para hacer cumplir las leyes, supone un espíritu corrosivo que convierte los estados en la víctima de poderes más altos como las multinacionales.
La guerra es, en muchos aspectos, una regresión al estado de naturaleza donde rige la ley del más fuerte. Es un fracaso de la civilización y de la Ilustración que propugnaba la paz perpetua.
Son precisamente, los países más civilizados e ilustrados los que han protagonizado las mayores guerras o bien se da el caso poco dudoso que los grandes países propician un conflicto entre sí mediante países que figuran de testaferros. Es el caso de Siria en donde la guerra más compleja de este siglo, se acaba cuando las dos potencias han empleado eficazmente toda su fuerza.
Guerras justas no hay ninguna, legítimas algunas, homicidas, todas.

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