domingo, 24 de julio de 2022

Un estilo de vida sostenible

 Artículo publicado en el periódico ideal, julio 2022

La ONU ha recomendado la práctica del yoga para conseguir un

“estilo de vida sostenible.”

Las Naciones Unidas fueron creadas para conseguir la paz en el

Mundo sobre las bases del diálogo, el consenso y la democracia.

Ahora añade como complemento, el yoga.




La idea de que una técnica puede ayudar a sostener el mundo tiene

milenios de antigüedad y va ligada a religiones orientales como el

hinduísmo y el budismo.

La práctica del yoga en estas religiones y sus variantes que han

influido mucho en Occidente, también se ha secularizado de modo que

incluso se puede ser ateo y practicar yoga.

En determinada postura se inspira profundamente, concentrando la

mirada del alma en un punto en el centro de la frente y se pronuncia la

palabra “OM” que viene a ser una llamada al Espíritu del Mundo que se

funde íntimamente con el nuestro, mientras expiramos el aire. Y así

una y otra vez.

Las Naciones Unidas nacieron ecuménicas mucho antes del

Vaticano II, en el siglo XVII cuando se buscaba una religión natural y

racional que supliese la agresividad de las religiones de la época.

Para que el yoga “haga efecto” lo primero que necesitamos es que

nos lo creamos como ocurre, aunque no se reconoce, con todas las

cosas de este mundo y del otro.

La fe, en modo voluntarista del que quiere creer como si

pronunciando una fórmula se abriera el cielo, cansa pronto.

La naturaleza humana es más resistente que las fórmulas y las

técnicas; las gentes vuelven a sus guerras que son algo más “natural”

que el yoga.

La guerra es el estado de aquellos pueblos que piensan que lo

natural es la ley del más “fuerte”. Cómo es lógico, la prueba de la

autenticidad de tal ley, es que lo pesado vence la resistencia del aire y

se va al centro de la tierra.



El yoga tiene un valor añadido. El aspirante a fundirse con el gran

OM, comienza quitándose de en medio, porque el dios no quiere saber

nada de este mundo y promete un estado de bienestar que anima a

conseguir un estilo de vida sostenible.

La meditación transcendental, ese abstraerse para quedar

insensible al dolor y al placer consiguiendo la imperturbabilidad sin

psicotrópicos, nos protege contra el estrés y sobre todo nos protege

contra el trabajo.


¿Qué tiene de malo el trabajo?

Es posible que los funcionarios de la ONU quieran para los demás,

lo que ellos ya poseen con facilidad. Los humanos en general

necesitamos trabajar no sólo para poder pagar los impuestos sino para

mejorar este mundo tan necesitado de transformaciones.

Meditar es una gran cosa, díganselo a los benedictinos que

inventaron el “ora et labora”, no sólo ora sino también labora.

Los cristianos debiéramos orar más y mejor, pero como quien habla

con un amigo de todas las cosas que pasan por este mundo, de las

enfermedades, guerras y pestes que siempre lo asolaron desde que

existe.

Oramos, pero no nos quitamos de en medio.

Decía Clausewicz o Suzuki o ambos a la vez que la “paz es el

intervalo entre dos guerras”, expresión más bien pesimista que refleja

la extendida conciencia de que el origen de la especie fue el

canibalismo.

La civilización no civilizó la guerra que en la Edad Media era

bastante más sostenible que en los dos últimos siglos, guerras de

exterminio sistemático.

Por una vez tan sólo, pudieran las Naciones Unidas recordar que el

Cristianismo practica la oración a todas horas y si la paz no llega al

mundo, no será por eso.

Hay tandas de Ejercicios Espirituales (o Cursos de Retiro) Podrían,

por una vez, recomendarlos.

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