domingo, 19 de febrero de 2023

Populismo sin representación

 Artículo publicado en el periódico Ideal, 13 de enero de 2023


Entiendo por populismo aquel modo de estar en política en donde los

representantes legítimos del pueblo, según la Constitución vigente,

fundamentan su legitimidad, no en el poder de su representación sino en una

vaga referencia al “pueblo” en general o a conceptos vagos como el de

“mayoría social”, “pueblo”, u otras semejantes.

Se da entonces la circunstancia que los representantes no representan a la

nación española como dice la Constitución ni siquiera a quienes los eligieron

sino a “un fantasma” que no está en ninguna ley o en la misma Constitución.

Esta entidad, “la mayoría social”, o la menos empleada, hoy, la de “pueblo”, es

invisible porque no forma parte de los mecanismos constitucionales.

Puede ocurrir, además, que una minoría cuyo rasgo esencial es su

constitucionalidad, se suma a otra minoría inconstitucional para alcanzar así

una mayoría gobernante.

En este caso la voluntad de los electores queda defraudada por sus

representantes pues éstos fueron elegidos sí y sólo sí, mantenían su

constitucionalidad y no la ponían en peligro de desaparición.

Se crea la ficción de que los partidos independentistas se comportan como

pragmáticamente constitucionales mientras que sus fines específicos son

totalmente inconstitucionales.

La minoría gobernante se suma a estos partidos y a otros aún más

inconstitucionales para formar una mayoría cuya naturaleza misma es sólida e

inexpugnable.

Es inexpugnable porque la Coalición de incompatibles se mantienen unidos

porque su unidad permite a la minoría gobernante seguir gobernando siempre

que su legislación sea no la de su propio programa sino la del programa de los

inconstitucionales, sean de cualquier color.

Se da pues un fraude de la voluntad popular, en términos constitucionales,

tanto en la forma, puesto que un partido que gobierna con partidos minoritarios

evidentemente inconstitucionales, y que determinan una legislación

inconstitucional, es a su vez, inconstitucional.

Además, se quebranta en el fondo la Constitución misma con unas leyes

elaboradas según el criterio de los no constitucionales.

La moción de censura que abrió la puerta a este fraude, debía y podía haber

sido recurrida ante el TC. Precisamente por ello, el Ejecutivo, cambia las reglas

de la mayoría y cambia a los magistrados para que puedan garantizar en lo

futuro esa “olla de gitanos”.

Si pasamos a ejemplificar cómo el populismo pugna por transformar la

democracia en demagogia, tenemos dos casos de presunto fraude electoral en

Estados Unidos y Brasil.

En el caso del asalto al Capitolio, el presunto fraude legitima a los asaltantes a

intentar un golpe que devuelva la democracia a su estado original.

Se pasa por encima de elecciones y del Congreso para restablecer por la

violencia el orden constitucional.

En el caso de Brasil, el argumento es el mismo.


Cabe la posibilidad de que aquella Coalición se perpetúe en el Poder pues las

circunstancias pueden repetirse.

La minoría socialista aun perdiendo las elecciones seguiría en el Gobierno

pues el tira y afloja de los integrantes de la Coalición es muy cómodo: Yo

legislo lo que tú quieras con tal de que me des tu apoyo en el Parlamento. Los

anticonstitucionales mantendrán su reflexión ¿Qué otro Gobierno nos será más

favorable que éste?

Esa alianza de hierro tendría dos fisuras por el lado anarco-comunista y por el

lado de Junts x Sí.

Ambas fisuras son improbables porque el aplazamiento escatológico del

referéndum, permite mantener izada la bandera, esperando mejor ocasión.

En cuanto a Podemos saben que sin Sánchez no son nada y con él, son

instrumentos, la cobertura roja del comodín rosa.

De esta suerte se da la genial invención como, de dos Nada, suman un

Gobierno.

La esencia del populismo es eludir el consenso y la esencia del consenso no

burlar la Constitución.


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