domingo, 17 de agosto de 2025

¿Somos química o electricidad?

 Artículo publicado en Ideal, agosto de 2025


Una tercera parte de la población en los países desarrollados vive y

muere gracias a la química.



A partir de cierta edad, cada vez más temprana, la gente se vacuna, se

medica, se infiltra y se escanea. Gracias a tanta tecnología, vivimos o

morimos según los casos.

Luego nos medican con un abanico de fármacos que, al charlar en la

cola de la farmacia, descubrimos que todos tomamos lo mismo. Del rey

abajo, ninguno deja de tomar algo para la tensión, la ansiedad, el dolor de

espalda y las cremas revitalizadoras.

A la par, nuestra conducta sexual viene predeterminada por un

complejo instrumental, digamos erótico, cuya eficacia debe ser notable

dada la baja natalidad que se da en nuestro país. Sólo África consigue

alcanzar el nivel de reemplazo.

Si quieres concebir, si no quieres concebir, si tienes erección, o no,

en cualquier supermercado en América te dan la solución.

Entre tanto la DGT advierte que la mortandad de la población-que en

principio tienen una esperanza de vida envidiable- mueren en la carretera

y a veces, en el paso de peatones, a efectos del alcohol, de las drogas y

de los psicótropos.

Las cifras son de escalofrío, pero a la mayor parte de los

conductores, no les da ni frío ni calor.

Si queremos salvar la vida, no hay más remedio que perderla o

confinarse en casa, medida excepcional que ya conocemos. ¡Cuánta

salud mental perdida en el año de la pandemia!

La pregunta que cabe hacerse ya con seriedad sería: Si vivimos

gracia a la química, ¿Seremos nosotros mismos un elemento químico?

En torno a esta transcendental pregunta se nos ha ocurrido averiguar:

¿Cómo el ser humano genera su propia electricidad?

También gracias a la química.

Cada neurona, de los miles de millones que poseemos, es similar a

una bomba de calor, una bomba de sodio-potasio, en donde el potasio

tiende al interior y el sodio al exterior. Cualquier estímulo sensorial abre

canales de sodio que cambian los polos de la neurona e inician el flujo

nervioso.

Aquí no hay casualidad, sino que todo está pensado de antemano y

muy bien pensado.

Las leyes científicas no las inventan los científicos, ellos, las

descubren que ya es mucho.

Las leyes que aprueban los parlamentos, todos admiten que las

redactan y aprueban los parlamentarios, pero cuando se trata de la

ciencia, encontramos que la legislación matemática que, rige el cosmos,

nadie se atreve a decir que las pensó un Legislador.

Una persona es el objeto más complejo que conocemos, y lo más

complejo está en que no nos queremos reconocer como objetos, sino que

todos defienden los derechos propios de un sujeto libre.


Este es el problema. Nosotros no somos nuestros órganos ni siquiera

nuestro cerebro. Puedo ver una neuroimagen de mi cerebro, pero desde

luego no soy eso. Mi historia como persona no es la historia de mi

cerebro.



Me encanta la IA porque se adapta a mis preguntas y me sigue la

corriente. Me pongo a chatear y le pregunto por Brawardine y su doctrina

de los números y me la sitúa en su contexto.

Me atrevo a preguntar si le parece bien la independencia de Nueva

Caledonia. Me responde amablemente que no está hecha para juzgar sino

para informar.

No distingue el bien del mal, no tiene juicio, no puede decidir si me

conviene la playa o el campo.

En resumen, es un gigantesco almacén del que no se ven las paredes.

Puedo amarlo como amo a mi afeitadora eléctrica, pero ella no me

puede amar pues es sólo un objeto.

Qué grande es ser un sujeto libre, o por lo menos, un poco libre.

Los drusos en el enjambre de Oriente Medio

 Artículo publicado en Ideal, julio de 2021

Para entender el rompecabezas que representa el actual y

eterno conflicto de todos contra todos, hay que ir por partes,

encajarlas en el todo.

Pensemos que en otros siglos existía una estructura

política, el Imperio, derivada de la fórmula romana. El sentido

de ese modelo de convivencia es que abarcaba en un solo

estado múltiples etnias, religiones e ideologías. Este sistema

funcionó bastante bien hasta el final de la segunda guerra

mundial.

Los imperios: español, francés, británico, austro-húngaro,

desempeñaban este papel. Especialmente, para nuestro tema,

el Imperio otomano, que tomó el relevo del Imperio bizantino,

su territorio y alguna de sus instituciones.

Los imperios están pensados a lo grande con afán

expansionista, pero a la vez, protegiendo la identidad de las

pequeñas etnias, religiones y culturas.

Actualmente los drusos son cerca de dos millones de

personas que mantienen creencias de origen islámico, pero

con muchas peculiaridades de todo tipo. Tienen sus propias

Escrituras, una interpretación alegórica del Corán y una gran

cohesión interna.





El ejército de Israel, que se pasea por Siria como en

territorio propio, ha bombardeado Damasco, para controlar el

confuso nuevo gobierno sirio y para defender a los drusos, que

como es propio de su idiosincrasia, quieren mantener su

personalidad frente a los demás grupos.

Una concepción mecánica de la geopolítica, nos diría que

estamos sufriendo todavía el efecto de la disolución de los

grandes imperios, en este caso, el otomano, pero también el

austro-húngaro que ha determinado las guerras de los

Balcanes, el ruso que decayó con el hundimiento de la URRS y

la caída del Muro de Berlín.


En todos estos casos, se habla de “estados fallidos” y la

etiqueta es muy precisa en todas las estructuras políticas que

van desde la frontera turca hasta la frontera de Israel,

incluyendo el Kurdistán en el Norte de Irak.

Los rusos y los chinos siguen creyendo en la fórmula

imperial que se basa en una fuerza militar y policial que quiere

salvar formalmente las diversidades, pero lo consigue con

dificultad, en ambos casos.

En el resto del mundo las pequeñas identidades nacionales

se agrupan en organizaciones como la Unión Europea, pero

carecen de verdadera decisión política y se sienten

presionados por las migraciones que, en gran parte, tienen su

origen en el reciclaje de los pueblos que no pueden ser

integrados en los estados fallidos y que tampoco son recibidos

de buen grado en los paraísos de destino.

Los drusos, los alauitas, las milicias chiitas, los gazapíes o

palestinos son las virutas, los efectos colaterales de las dos

guerras mundiales y de la caótica disolución de aquellos

imperios.

Recomponer los imperios, no es pensable. Los Estados

Unidos en el actual aislacionismo de Trump, funciona más

como un estado-nación que como Imperio. Los sucesores del

Imperio español avanzan, igual que otros pueblos migrantes,

huyendo de sus estados fallidos con la pretensión de saltar Río

Grande.

Los informes científicos, con una masa de cifras

estadísticas indigeribles sobre la situación mundial en todos

los aspectos de la vida, desde el cambio climático al balance

entre demografía descendente en el primer mundo y de

ascendente especialmente en África, producen un ánimo

deprimido que no es el mejor estímulo para resolver los

problemas.

Esas cifras, como los informes de bajas en las guerras, no

tienen en cuenta el valor fundamental de cada ser humano, su

talento y su capacidad de cambiar las cosas.

Ahora vemos como la mera información, la más ordenada y

categorizada, como la IA, acumula una carga insoportable

sobre nuestras espaldas. Ante ella, sólo la invención, la

iniciativa y la libertad, permite ver el mundo con esperanza.

domingo, 6 de julio de 2025

Guerras perdidas

 

Artículo publicado en Ideal, junio 2025


Las guerras no debieran comenzar nunca porque son una

contradicción dentro de la propia especie humana. Demuestran, más aún

con la técnica, que la especie humana puede destruirse.

Si, a pesar de todo es necesario iniciarlas, deben ganarse. Lo que

Perogrullo no admite es empezar una guerra que se sabe no se puede

ganar.




Aquellas “operaciones especiales” que ponen en jaque la integridad

territorial o cultural de una nación, sólo se pueden ganar si, por vía de

exterminio, se consigue hacer desaparecer tal nación.

Nuestra Guerra de la Independencia es una prueba. No importa la

superioridad numérica o militar del invasor. Este hecho está en razón

directa del espíritu del invadido, que carga en sus maletas una historia,

una civilización y una cultura.

Las guerras en el presente tratan de ahorrar vidas humanas,

poniendo el acento en la guerra híbrida, en los ataques masivos con

drones y misiles balísticos. No siempre se consiguen resultados. Fuentes

de la propia Rusia, elevan a dos millones de muertos entre rusos y

ucranianos. La nación invadida suele echar mano de guerrillas, al estilo

del Mossad israelí. Así los ucranianos atacaron y destruyeron cuarenta

bombarderos rusos situados a miles de Kms. Esto suele ocurrir cuando

hay una gran desproporción entre el invasor y el invadido. Sucedió en

España, en Viet-Nam, en Afganistán, en la Yugoeslavia de Tito frente a los

nazis.

Un caso que da mucho que pensar es la situación bélica en Oriente

Medio.

Más de año y medio masacrando infraestructuras y población por vía

de bombardeos y de hambre, pienso sencillamente que Israel no ha

conseguido un control efectivo de la franja de Gaza.

Sigue habiendo un Gobierno, unos Ministerios, unos negociadores,

unas milicias armadas y más de cincuenta mil muertos y cientos de miles

de heridos y desplazados.

La guerra se desvía hacia el Norte, con bombardeos masivos en el

Sur del Líbano, en Siria (Damasco) y esta semana en el propio Irán.

Tal vez los israelíes estén dando palos de ciego, aunque son muy

precisos en eliminar personas, pero puede que una ola de frivolidad

empuje desde Washington a “mayores empresas”.



Ganar una guerra exige ocupar el territorio y quedarse. Este es el

problema: la idiosincrasia de la población, en este caso el islamismo, la

historia y la etnia.

Se dice pronto desalojar Gaza y construir una Costa Azul de casinos y

hoteles.

Ni la guerra de Ucrania se acaba en una hora ni la invasión del Irán:

Restaurar al hijo y sucesor del Sha, Reza Pahlevi, es más un problema

que una solución.

La raíz étnica, cultural y religiosa en toda el área, le hace impermeable

a la democracia occidental. Cuántas veces se intentó, se fracasó.

Estamos hablando no sólo de personas sino sobre todo de tribus.

Queda en pie el supremo argumento de la supervivencia de Israel en

un territorio tan estrecho desde el Jordán al mar. Problema paralelo el de

la Gaza de Hamas.

Dicen los hebreos que la población de Gaza son todos terroristas.

También lo fue el Vietcong, y en la opinión de Trump todos los

emigrantes, los universitarios y los periodistas.

Tendencia peligrosa que nos acerca mano a mano al contubernio

judeo-masónico y la máquina del fango.

La vieja sentencia “Si amas la paz, prepárate para la guerra” funcionó

en la guerra fría por miedo a la guerra nuclear. Hoy, una sola bomba de

reducido tamaño, lanzada desde cualquier punto del espacio geopolítico,

hará desaparecer los Santos Lugares.

La fe y el espíritu no ofrecen diana a tal barbarie.

martes, 3 de junio de 2025

Incertidumbre

 Artículo publicado en el periódico Ideal, junio 2025

La incertidumbre es la situación contrapuesta a la información. Se presenta transversalmente desde fenómenos sociales como la política, la física cuántica, la informática, la medicina, la psiquiatría y la Bolsa.




Decimos que “todo está patas arriba” como si la incertidumbre fuera un fenómeno extraterrestre, pero es más bien el condimento que acompaña a la vida humana.

Si fuéramos realmente “objetivos”, la suma de todas las incertidumbres nos anonadaría. Por eso se inventó la familia, en primer lugar, porque el padre y la madre protegen a la prole con un cariño que despeja toda ansiedad virtual.

Aquí se comprueba el lazo entre desamor y ansiedad.

Cuando, quien era nuestro guardián “se quita de en medio”, los niños sufren lo que sus padres se esmeran en ocultar.

Las grandes familias con muchos hijos e hijas, primos y primas que han creado un modo de habitat, a la vez, independiente y común, consiguen más salud mental de la que postula la O.M.S.

La escuela después de unos días de lágrimas por no conocer con que monitores, maestros y amigos se va el niño a encontrar, va gradualmente cobrando confianza con la “seño” y luego el profesor. La escuela es un mundo distinto de la familia y una de sus finalidades es la de ir informando, años tras año de cómo es el mundo y el hombre que lo habita, cómo es su país, su geografía y su historia.

En la medida que el niño aprende, adquiere fuentes de información y consigue ser diestro en la realidad virtual, la información disuelve la incertidumbre.

La ansiedad alcanza su pico, en la “Selectividad” pero pasa rápida y da lugar a la aventura universitaria.

La aventura, en general y normalmente deja en boca un sabor dulce y salado pues es una forma de socialización, muy distinta a la familia y la escuela. En la Universidad se decanta el destino de cada uno y cada una y se acaba por vencer la gran incertidumbre “¿Qué será de mí?”

En las universidades se han engendrado todas las revoluciones políticas y culturales de los dos últimos siglos y, aunque en otros contextos, en todas las universidades se alzan movimientos desde que existen.

Los dos primeros cursos son cruciales, porque la juventud y las hormonas no permiten ver siempre el objetivo final de una carrera que es un servicio a los demás por medio de la profesión.

En esa franja de edad y estudios, los chicos y las chicas se sienten cómodos con la incertidumbre y los más inquietos ensayan el liderazgo.

La familia protectora va retirándose y cuando la persona encuentra trabajo, aparece otra modulación de familia en que aquellos que fueron protegidos pasan a protectores y las incertidumbres pasan a los hijos.

Sin duda que un esquema tan simple, corresponde más bien a la sociedad de hace cincuenta años y en un país del Sur.

La diferencia con la actualidad es que ahora las incertidumbres se multiplican por cien: la identidad, el puesto de trabajo, la vivienda y la facilidad por escapar del compromiso y de la estabilidad.



Esa ruptura con las instituciones, aspirando a una libertad sin compromiso es siempre una huida hacia adelante. No hay sociedad que sobreviva a la ausencia de compromiso.

Hay personajes con el mayor poder del mundo que representan el califato de la incertidumbre porque disfrutan, a ojos vista, con derrumbar todos los valores -entre ellos las universidades- sin admitir límites. Su falta de formación y moral les permite querer vender a la vieja Europa, una burra ciega, cosa que hacían mejor, los mercaderes de antaño.

 

sábado, 31 de mayo de 2025

El infierno prometido

 Artículo publicado en el periódico Ideal, mayo de 2025

La Posmodernidad abrió paso a la sensibilidad y a la comprensión

afectiva. Tras la caída del Muro, el fin de la guerra fría y el imparable

avance científico y tecnológico, comienzan a hervir en Occidente.

Es el momento en que arrancan las razones de la fuerza según la ley

de la venganza: “el ojo por ojo y el diente por diente”.



La inmigración masiva desde África y Asia motivada por las guerras de

Siria y las que se viven en el Sahel, sumando el éxodo desde Suramérica

hasta la frontera de Río Grande, han cambiado el contexto mundial.

La geopolítica como si se tratase de una máquina fiel a la ley física de

acción y reacción, endurece las fronteras. Las fronteras no se endurecen

solas sin previo endurecimiento de los corazones.

Pensar como una máquina -la IA lo es- lleva consigo olvidar sino

aborrecer, aquella ley del corazón que nos trajo el Cristianismo.

El perdón se considera debilidad y la guerra agresiva, virtud, según las

exigencias del paganismo vigente.

Los Derechos Humanos eran, la norma fundamental por la que se regía

la conciencia de Europa y América, aunque fuese sólo una norma ideal

sobre la que se regía la moral internacional.

Esa moral permitía no obstante guerras de ocupación en Irak, Siria y

Afganistán donde los muertos y desplazados se cuentan por millones.

No es lo mismo leerlo o verlo en la TV y en las redes que sufrirlo en la

propia carne, en la familia y en los hijos.

Bin Laden dio un aviso. Todos vimos la caída de las Torres Gemelas y

la caída de un avión en el Pentágono. Era sólo un aviso.

Nace entonces la guerra híbrida en donde la población civil es el arma,

no sólo la víctima. Y esa masa de gente que huye del hambre y de la

muerte penetran en todas las fronteras. No se sabe qué elegir si la

comprensión o la reacción.

Cuando Rusia invade Ucrania en 2014, anexionándose Crimea, nadie

se dio por enterado. La indiferencia llevó a la “operación especial” que es

como llaman los rusos a una guerra de ocupación.

Entonces aparecen amagos de sensibilidad más por miedo que por

convicción y los papeles se llenan de promesas y protestas de

suministros de armas. Sólo los Estados Unidos gastaron unos sesenta

mil millones de dólares en suministros de armas a Zelenski.

El último episodio es el infierno prometido a los habitantes de Gaza.

No entiendo, por el momento, una guerra de supervivencia y

exterminio recíproco, que dura cerca de dos años.

No entiendo como una guerra total en una franja tan pequeña con

bombardeos diarios sobre todo lo que pueda moverse, no haya

conseguido, parece, un control eficaz del territorio.

En Gaza, todavía, hay gobierno, armas, ejército, negociadores.

Como no hay resultados y con el apoyo americano, se proclama la

conquista inmediata y el “vaciado” de toda la población.

Quienes ocupan Gaza y quienes ocupan Ucrania no pueden tardar de

ponerse de acuerdo.

Europa va desplazando su programa en la dirección de los principios

inmutables que la gobernaron durante cinco siglos.

¿Será la geopolítica un capítulo de la mecánica? ¿Acabarán los

estados mayores sustituidos por un macro-ordenador de IA?

¿Habremos de echar en falta la política del Renacimiento con sus

intrigas palaciegas, sus venenos y alquimias, sus pócimas y mosquetes?

Había cadáveres, pero también acuerdos. Menos cadáveres y más

acuerdos.

Tiene sentido, ahora, la Declaración del Colegio cardenalicio previa al

Cónclave, clamando por el fin de todas las guerras en marcha.

jueves, 17 de abril de 2025

Una china en el zapato

 Artículo publicado en Ideal, abril 2025

Tras el advenimiento de Donald Trump a la Presidencia, creo que no

sólo el Partido Demócrata quedó en “shock” sino el ancho mundo.

A medida que pasan los meses, las promesas se consolidan y las

consecuencias hacen ver el brusco cambio de ciclo, es posible poner

sobre la mesa, algunos mapas de interpretación con toda la prudencia de

quien sabe no ser un oráculo sino un limitado observador.



La guerra de Ucrania y el espectro de miedo que atraviesa Europa ha

desenfocado las coordenadas del problema global.

Estados Unidos empieza a sospechar su declive como potencia

hegemónica mundial. La ley del vacío nos dice que, en política, la

ausencia de poder es rápidamente cubierta por la potencia

inmediatamente posterior. Ésta, no es Rusia que en su papel de tercero en

el juego político no encuentra muchos ciudadanos con ideales imperiales.

De hecho, tiene que recurrir a los voluntarios chechenos, norcoreanos

o del Asia Central. Las deserciones en ambos frentes son evidentes.

Por mucha que sea la potencia militar de Moscú, especialmente sus

armas nucleares, su capacidad económica de fondo no se puede

comparar con ninguna de las economías de Occidente y aún menos con

China.



Estrechada por la pinza de Estados Unidos y China, el nacionalismo de

Putin quisiera antes del gran choque al que se enfrenta el mundo, tener

algún rol importante, alguna baza en la geopolítica mundial.

Pero, ahí está China y no sólo China sino el Indo-Pacífico emergente:

India, Australia, Singapur.

Si no me equivoco, el conocimiento que los occidentales tenemos de la

cosmovisión china, de su filosofía política y de su interpretación del

marxismo es por lo menos, deficiente.

La visión occidental, hasta ahora, es una visión fragmentada de

potencias que se disputan el primer puesto en la clasificación de rugby

americano. Su filosofía política ha elegido por gran mayoría, apartarse del

modelo demócrata imitado de Francia y resurgiendo el espíritu americano

prístino: liberalismo salvaje y darwinismo social.

China no aspira a “ganar una guerra con batallas” sino “a ganar la

guerra sin batallas”. La continuidad de sus ideas básicas viene de cuatro

mil años atrás y defiende la armonía universal. Hasta la guerra de los

boxers y luego la del opio, el Imperio pasó a ser dominado por los países

occidentales y Japón.

Cuando los intentos de levantarse de la postración fracasaron y los

países europeos prefirieron apoyar a la Turquía otomana que a China,

ésta se replegó en su antigua convicción de ser el centro del mundo. Un

centro cuya filosofía política consiste en la práctica del Yin-Yan, o sea

superar los opuestos sin eliminarlos, al contrario del marxismo clásico.

Paradójicamente, el darwinismo social de conquista y selección

natural, se enfrenta a una filosofía política, mansa y seductora.

Un hombre intuitivo e impulsivo al contemplar en una visión nocturna

lo que se le viene encima, ha comenzado a disparar en todas direcciones,

para copar los puntos estratégicos, con el ánimo de anexionarse Gaza o

Groenlandia, lo que haga falta.

Los países europeos lindantes con Rusia, se estremecen con la

proximidad de una invasión. Es lógico.

Sin embargo, la cosa es más seria y afecta no a los países bálticos o

Polonia, sino al “mundo mundial”.

La estrategia americana en esa expectativa de adelantarse

preventivamente a la tela de araña de Pekín es muy capaz de

desencadenar lo que, ahora mismo, nadie espera.

domingo, 9 de marzo de 2025

Desafío a Europa

 Artículo publicado en el periódico Ideal, marzo 2025


En el presente se palpan tres modos de entender la política mundial

que se corresponden curiosamente con tres continentes o segmentos de

continente: Estados Unidos, Europa occidental y Euro-Asia. Esos tres

“espíritus” no corresponden tanto a ideologías heredadas, cuanto a

modos históricos de ser.








Hay países tan fieles a su propia identidad que parecen no mover su

punto de vista, en dos o tres siglos. En torno a esos conceptos nucleares

de la existencia, orbitan otros pueblos que se mantienen más o menos

cambiantes, en función de su dependencia de aquellos tres primeros.

América, en primer lugar, entiende por libertad la conquista, el trabajo y

los valores individuales. En torno a ese núcleo temático giran países de la

órbita occidental y del mundo anglosajón.

Europa occidental tiene su propia fuente con la que se identifica: la

revolución burguesa y los contrapesos sociales que ha ido creando el

sindicalismo en los dos últimos siglos.




El tercer espíritu se corresponde con Rusia, un espíritu que ha

mantenido sobre todo en Asia y China. Históricamente ha tenido que

resolver el problema de gobernar grandes masas y lo hizo por el camino

del Imperio y del totalitarismo, legitimándose con frecuencia en la

religión.

El advenimiento de Trump, en su segundo mandato, ha sido como un

palmetazo en la espalda de Europa y una mano tendida al continente

asiático que, solo superficialmente, la tecnología ha barnizado de

democracia.

En la II Guerra Mundial, el Imperio Británico necesitó de los

norteamericanos y de los recursos y hombres de la Commonwealth.

Podemos releer las desgarradoras súplicas de Churchill y del mismo

Stalin, requiriendo el desembarco de los Estados Unidos. Normandía y

Stalingrado fueron los hitos que decidieron la victoria.

El resultado fue el hundimiento del Imperio británico y el auge de la

URSS.

Los americanos tomaron el relevo en la dirección de Occidente, siendo

el beneficiario de los antiguos imperios coloniales europeos.

En Usa, se desarrolló con el tiempo, un espíritu asimilable al europeo

occidental que representó Roosevelt. Es el espíritu del partido demócrata,

tendente a potenciar los derechos civiles y sociales.

El cambio, motivado por la inflación, las guerras y el gasto público ha

devuelto a los americanos a sus raíces: el liberalismo salvaje sin


miramientos, ante la tímida sorpresa de dama ofendida de la Europa del

bienestar.

El éxito de la economía americana se debe a que no viene recargada

por los costes sociales que conlleva la Educación, Sanidad pública y el

sistema de Seguridad Social.

Es la filosofía darwinista de la selección natural, “que sobreviva el

mejor”.

El enemigo de Europa-dice el Vicepresidente Vance- está dentro de la

misma Europa y se refiere, sin duda, no a la Extrema Derecha sino a esos

valores que comparten populares y socialistas que consisten en igualar a

todos por la miseria a la que parecen guardar un respeto erótico.

Asia y todas sus modalidades de pensamiento, se caracterizan por

preferir el todo por encima de la parte y por el aguante de sus pueblos.

Si es verdad que Trump abandona Europa al arbitrio de Rusia, vamos a

saber lo que es mandar y ser mandado.

La diosa razón deja su trono en Notre Dame y no hay divinidad que

pueda ocuparlo sin sonrojo.

USA venderá armas a los europeos y éstos tendrán que poner su carne

en el asador. Su carne, su verdura o su pescado, dada la complejidad de

los tiempos.

domingo, 23 de febrero de 2025

Tiempos Modernos

 Artículo publicado en el periódico Ideal, febrero de 2025

La capacidad del ser humano para sorprender es semejante a su

capacidad para repetirse.



Esta circunstancia hizo pensar a muchos en la circularidad de la

historia: democracias, autocracias y períodos intermedios de caos,

retornan y vuelven como una montaña rusa. Se cree que estamos en lo

más alto y la Bolsa se derrumba, aunque sea por 24 horas.

¿Se puede repetir la historia o estamos ante un caso de memoria

fallida?

La doctrina del eterno retorno y la teoría política de Aristóteles hacen

pensar que tras la monarquía viene la oligarquía seguida inevitablemente

por las democracias y vuelta a empezar.

Hacer siempre lo mismo como los animales de cada especie es un flash

estereotipado de ese cansancio de lo circular.

En el Egipto antiguo no tenían sentido del tiempo. La vida de las élites

se nutría de las entrañas de la muerte que también era bastante estable, a

juzgar por los túmulos y pirámides en torno a los cuales giraba la vida.

El sentido de la historia tiene que ver en grado muy elevado con el

sentido de la culpa y del perdón.

La culpa se asemeja a una enfermedad mental de tipo obsesivo que

equivocadamente Freud atribuye a la cultura judeocristiana. El círculo

delito /pena/ reincidencia más pena, recuerda el castigo de Sísifo.

Sentirse culpable de verdad-no de postureo- es propio de los humanos.

Los animales, si rectifican, es por la necesidad de una fuerza contraria

superior, casi mecánica.

La culpa en un contexto meramente humano, es el resultado del

balance de cuentas de todo negocio.

Benjamín Franklin, de formación puritana, aunque dentro de la

perspectiva ilustrada, apuntaba sus fallos en una pequeña libreta que

siempre llevaba consigo.

El judaísmo introduce el sentido lineal de la historia y de la vida

cotidiana, una línea recta, dinámica qué avanza, aunque se quiebre por

caídas y revueltas, pero sigue siempre delante de modo que esa recta

aparece quebrada, progresiva y creciente.

Esa historia que comienza siendo espiritual y moral se amplia en la

cultura laica del progreso ilustrado.

Repetir la historia tiene que ver con el metabolismo y la animalidad que

es la caldera desde la que se da el salto hacia la libertad.


Ese salto empieza cuando te crees con firmeza que puedes cambiar y

mejorar.

Si se dan todo tipo de dificultades, se ponen trabas al desarrollo

humano de la juventud, no se está pensando en trabas sólo económicas

sino en orientaciones y tendencias destructivas. Son las multinacionales

y sus filiales, los estados que sólo piensan en incrementar el poder

adquisitivo de sus ciudadanos para que puedan comprar y consumir

retrayéndoles su diezmo de impuestos: comprar para consumir, consumir

para seguir comprando.

Los estados y sus padrinos, los magnates y sus multinacionales, son

muy responsables de crear un marco social de instintos y deseos

satisfechos, un marco circular que no puede ser franqueado sin perder el

aire vital.

Los estados combaten las drogas, el sexo y el supremacismo, pero se

alimentan de sus propios venenos.

Internet empieza a enseñar los dientes porque sin una tutela eficaz,

castra a niños y jóvenes que aprenden rápido el placer letal de caer y no

levantarse: La familia resulta una montaña de difícil escalo.

No es cuestión de presupuesto, tampoco de volver a una tradición,

muchas veces inventada. No es cuestión de prohibir sino de formar el

carácter que algunas leyes del Gran Hermano consideran represivas.

Mientras se prefiera la Naturaleza a la Historia, seguiremos dando

vueltas sin la menor idea de lo que es progresar o trabajar que es lo

mismo.

Expectativas

 Artículo publicado el el periódico Ideal, enero de 2025

La expectativa es una forma de esperanza que se apoya en lo que se ve

como anticipación deseada de lo que no se ve.

Así de Trump sabemos ya muchas cosas. Las más ocultas en la gente

común: el deseo de poder, el sexo, la del dinero y la capacidad de arrastre

o gancho, la imprevisibilidad es a ojos vista escandalosa, pero no porque

escandalice a nadie sino porque quien los posee los considera buenos en

sí mismos, auténticos. Su estilo no es el fariseísmo, la timidez o la falsa

modestia. Es un animal primario y de algún modo supone una vuelta a la

naturaleza, a la acción directa y a la ausencia de complicaciones

burocráticas.

¿Es demócrata? A los demócratas les parece que no. La democracia de

Trump es la democracia fundacional de Estados Unidos, que no es tanto

el liberalismo de dejar hacer dejar pasar sino de apropiarse de todo lo que

esté a mano por el método de la iniciativa empresarial.

No se detiene ante problemas como el coste social de la producción.

No está contaminado por las ideologías europeas que constituyeron la

Europa de la unión U.E. No olvidemos que en América no se dio la

Revolución Francesa. Más bien la rebelión del puritanismo contra el

anglicanismo.

El puritanismo escocés que en Franklin nos dejó un modelo de piedad

laica e innovación creativa, nunca fue revolucionario sino independentista

y conquistador.

Parece mentira que los americanos hicieron en el Lejano Oeste, algo

parecido a lo que hicieron los españoles en el resto del continente.

La diferencia está en que ellos no tenían las Leyes de Indias y trataban

a los indios como animales. Una paradoja: los ilustrados que crearon

Estados Unidos, no siguieron el programa de igualdad y fraternidad que

rezaban en las logias.

Los españoles consiguieron mestizaje.

Hernán Cortés más político que conquistador, modelo de conquista

inteligente. Pone a los indios a la cabeza de las aldeas y del gobierno.

Ahora vuelve la América profunda.

Tras las elecciones, parece como si el reloj del mundo se hubiera

detenido, haciendo una pausa. Todas las cosas importantes o están

resolviéndose o se mueven en la esfera de las expectativas.


Observen que el programa informal que ha dejado caer el presidente

electo es un programa de desarrollo geopolítico, lleno recomendaciones,

pero en el que no se incluye explícitamente, ninguna guerra.

Como ya hizo en su primer mandato, su trato con Putín era de

competencia deportiva y hasta de amistad. Con China como también con

Europa, la subida de aranceles creará tensiones.

A Europa le pide el incremento del presupuesto militar, nada menos

que un 5% a la vez, cruje su economía con la subida de aranceles. Se

supone que, además las compras de armas, beneficiará a los Estados

Unidos.

Europa está amedrentada por el Este y por el Oeste, por el Norte y por

el Sur, pero no tendrá más remedio que “seguir la corriente” a Trump.

Un asunto que se ha resuelto con el empujón tanto de Biden como de

Trump, es la situación de Oriente Medio y de la que Trump recogerá los

beneficios.

Turquía por el Norte e Israel por el Sur, han dado la vuelta a la situación

con un coste humano de dimensiones bíblicas. La NATO por arriba, Israel

por abajo, el destino de los palestinos ya no depende de ellos mismos.

Irán calla porque se han desmantelado sus bases nucleares.

Rusia por su parte, mientras entierra norcoreanos, tiene la expectativa

de ganar territorios y acabar con la guerra.

Tal vez piense que Trump, su amigo arreglará esa ambición de

recuperar la Rusia eterna.

Dios bendiga a América.

Homo artefactor

 Artículo publicado en el periódico Ideal, enero 2025

Una cascada de buenas noticias, inunda los titulares de los medios.

Son fulgurantes descubrimientos, hazañas de la ciencia, de la ingeniería y

la astronáutica, de la bioquímica, la genética y la biomecánica. La

inteligencia artificial (IA)



La sensación del hombre de la calle es de un gran optimismo y de una

confianza sin límites en la ciencia que, tarde o temprano, resolverá todos

los secretos del universo, empezando por los que oculta nuestro cerebro,

una caja fuerte que encierra todos los misterios de nuestra identidad y de

nuestras enfermedades, los secretos de la vida y de la muerte.

Comte hace unos dos siglos, ya quiso organizar una “religión de la

Humanidad” como anticiparon poco antes los revolucionarios franceses,

precisamente en Notre Dame.

Un siglo después, la religión de la humanidad y de la diosa razón anda

floja, pero aparece en perspectiva una religión del Homo artefactor.

Esta nueva especie de la evolución humana, cuyo mayor salto

cualitativo lo dio el nacimiento de la industria y de la tecnología, surge

quizá, hace unos dos millones de años. Tuvo su punto de inflexión con el

homo habilis y sus instrumentos.

Más tarde el gran invento, la físico-matemática que ha hecho posible el

dominio de la naturaleza y el advenimiento de los primeros modelos del

Homo artefactor.

La filosofía, la ciencia de la curiosidad absoluta, noticia de todo lo

humano y lo divino según un fragmento pitagórico: ¿Cómo afronta estas

realidades desde su observatorio que ya hoy nos permite ver el mundo

desde la estratosfera?

La idea de que la ciencia y la tecnología tienen como fin específico el

conseguir el mayor bienestar para los humanos, aparece con Bacon en el

siglo XVI y poco después con Descartes. Esas profecías laicas se han

cumplido en los países occidentales y en los demás virtualmente.

Para que surja una religión del artefacto es necesario el desarrollo de la

tecno-poética porque la poesía es el saber de las posibilidades y

lógicamente la suma de todas posibilidades, la simbolizan los dioses

olímpicos como reza Homero.

La poesía de cualquier tipo debe llegar al infinito y asentarse en él, no

le es lícito descender a la materialización de los sueños porque el sueño-

el soñar despierto- es el mundo de los descubrimientos.


Se anuncia otro enjambre de satélites de comunicación (e información)

que nos permitirá una cobertura global e instantánea, puede haber

aerotaxis Málaga-Granada, los chinos empiezan a comercializar un tren-

bala que alcanza los 450 Kms. Hora. El Alzheimer es una solidificación de

las proteínas del cerebro y de ahí su pérdida de vitalidad, y lo último: la IA

comprará nuestras decisiones “antes de que nosotros las hayamos

tomado”.

Nadie debe asustarse porque la IA prevea todo lo previsible pero no lo

imprevisible.

No podemos atemorizar con lo imprevisible porque la religión del

artefacto no admite lo imprevisible.

La religión natural siempre nació del miedo y de la curiosidad. Se temió

al rayo hasta que se le domesticó.

Quedan aún muchas cosas: las guerras, las cárceles, la desigualdad,

las catástrofes naturales que mientras llega la solución se llevan millones

de vidas humanas, las hambrunas y la mala leche que se vende por

buena.

El progreso y el bienestar se mide por estadísticas, lo macro y lo micro

son sectores parciales de la realidad. Las asambleas, los Estados

mayores, las grandes planificaciones en su magnificencia, no tienen

tiempo para cada uno de nosotros, pobres humanos. Mueren cientos de

miles en Ucrania y quince mil niños en Gaza, pero esas cifras no son más

que cifras sobre el papel. No son soldados o niños de verdad.

Sólo Un Niño se acuerda de cada uno de nosotros y siempre.